Vivencias de un gay

sábado, 13 de febrero de 2016

135. El vendedor de zapas


Tengo que volver a hacer ejercicio. Noto que mi cuerpo se está ajando y mi forma física es aún peor de lo que normalmente estoy acostumbrado.

Con este pensamiento busqué un hueco en la tarde de ayer y me acerqué a la tienda de deportes donde ya he comprado alguna vez. Apenas llegué pude observar que estaba el dependiente solo―un chico de agradable sonrisa y con un cuerpo atlético que se dejaba entrever fácilmente a través de una ajustada camiseta que, probablemente, formaría parte del uniforme corporativo de la empresa―. Nunca antes lo había visto.

Me di cuenta de que, por la hora, el muchacho estaba a punto de cerrar la tienda. Tenía que darme prisa.
―¿Puedo ayudarte? ―preguntó muy profesional―.
―Voy a mirar algunas zapatillas y te aviso si te necesito.

Sabía que era mejor mirar sin su presencia porque con lo guapo que era seguro que me vendería todo lo que se propusiera.

Encontré unas discretas y modernas que me gustaban.

―Perdona ―lo llamé―, ¿tienes la talla cuarenta de este modelo?

Un minuto después apareció con la caja del modelo solicitado y mirándome directamente a los ojos con esa sonrisa increíblemente cautivadora me preguntó:
―¿Quieres probártelas?

Sin poder apartar mis ojos de los suyos afirmé con la cabeza. Me agaché para desatar uno de mis zapatos, pero, inmediatamente, me paró con un gesto de su mano apoyándola en mi cintura a la vez que se arrodillaba frente a mí para desanudar diestramente el cordón de uno de mis zapatos.


La situación resultó sorprendentemente morbosa. Ver al chico arrodillado, con su rostro tan cerca de mi bragueta, quitándome el zapato suavemente, me produjo un acaloramiento general muy agradable. Sin levantarse y para alcanzar la caja de las zapatillas elegidas, tuvo que apoyarse con su mano a la altura de la parte superior de mi muslo. Para entonces, mi pene ya había adquirido un volumen difícilmente disimulable y, arbitrariamente, tomó la dirección hacia donde la mano del dependiente se apoyaba para mantener el equilibrio. Desconozco si intencionadamente o no, pero en un leve movimiento su mano de deslizó ligeramente hasta quedar por encima de mi abultado rabo. Cuando notó el nuevo volumen, el muchacho dejó de prestar atención a las zapatillas y fijó su vista en el palpitante objeto que notaba bajo su palma. Yo permanecía tan caliente como inmóvil sin atreverme a tomar ninguna iniciativa. Pude ver cómo el chico pasó su mirada de mi entrepierna directamente a mi rostro, dibujando una sonrisa pícara y cómplice, mostrando que sabía lo que estaba ocurriendo y comprobando mi total predisposición a continuar por este tórrido camino que habíamos iniciado.

―En la trastienda tengo otros modelos de zapatillas que seguro te gustaran también ―comentó a la vez que se ponía en pie―. Déjame que cierre la puerta porque ya estamos fuera del horario.
―Esta es tu tienda y aquí mandas tú ―acerté a decirle para mostrar mi total entrega―.

Con rapidez cerró la puerta de entrada y colocó el cartel de cerrado. Volvió hacia mi posición y me indicó con un gesto de la cabeza que le siguiera a un cuarto al fondo del local.

Efectivamente, allí muchas más zapatillas permanecían en unos estantes con menos orden que en el exterior.
―Mira a ver si aquí encuentras algo que te guste ―me indicó señalando los estantes―.

Me hubiera gustado decirle que de allí lo que más me gustaba era él y esa forma morbosa de atenderme, pero no acababa de entender por qué no se lanzaba ya directamente. Mi rabo estaba totalmente erecto y este dependiente no solo miró su silueta claramente a través de mi pantalón, sino que había posado su mano encima.

Cuando tomé una zapatilla cualquiera por hacer algo, el chico volvió a poner su mano sobre mi pene mientras me susurraba:
―Ya veo la medida que calzas, déjame que compruebe bien la talla.

Bajó lentamente mi bragueta y con habilidad tomó entre sus dedos mi polla, sacándola fuera por encima de la goma del calzoncillo.

Con una mano alternando con la otra empezó a masajear aquel cilindro cuya brillante gota de la cúspide delataba mi estado de suma excitación. Acariciaba el glande formando círculos con su dedo, apretaba el tronco, a veces con fuerza, a veces con delicadeza. Llegó un momento en que toda mi atención se centraba en no derramarme tan pronto. Me maravillaba lo tranquilo que aparentaba estar el generoso dependiente en contraste con mi visible sofoco. En un momento tomó la zapatilla que yo tenía en la mano y la colocó de forma que pudo meter mi tiesa polla en su interior. Luego se llevó la zapatilla al rostro e inspiró con fuerza a la vez que sacaba de su pantalón un precioso, grueso y rotundo rabo tan duro como el mío. Con la zapatilla sujeta por el dedo índice y el resto de la mano cerrando el círculo, comenzó a masturbarme lentamente a la vez que su lengua pasaba de mi prepucio a la punta de la zapatilla. Yo lo dejaba hacer, a pesar de que moría por llevarme aquel tremendo nabo que surgía espectacularmente de su bragueta a mi boca y sentir toda su virilidad hasta la garganta. Solo cuando notó el primer espasmo de la eyaculación que me sobrevino casi por sorpresa, retiró la deportiva de mi pene, poniendo en su lugar su joven y atractivo rostro para recibir el abundante esperma que derramé. Apenas unos segundos después pude ver cómo el muchacho se limpiaba la cara con una providencial toalla y también vi cómo su miembro permanecía tras la cerrada bragueta aún con una cierta inflamación.

Con su maravillosa sonrisa mejorada por el brillo radiante de sus ojos, me acompañó a la tienda en cuanto comprobó que mi ropa estaba perfectamente recompuesta.
―Creo que estarás de acuerdo conmigo en que las primeras deportivas que elegiste son las ideales para ti ―me dijo como si esos últimos acontecimientos no hubieran ocurrido―.
―Sí, claro ―le contesté sin siquiera recordar las que elegí―.
―Además, por ser cliente especial te haré un buen descuento para que sigas visitando esta tienda.

Cuando abandoné el local, solo tenía dos certezas: una, que no sabía qué zapatillas había comprado realmente y, dos, que sin esperarlo ya tuve mi regalo de San Valentín.

Os recuerdo mi correo electrónico: vivenciasdeungay@gmail.com.

15 comentarios:

  1. RAFAEL ES DEMASIADO FACIL DE CONVENCER CUANDO LOS CHICOS PIDENLE SEXO. TODOS LPS QIE LO VEN QUIEREN TENER ALGO CON RAFAEL Y SIEMPRE DICE QUE SI. NO GUSTAME ESA FACILIDAD QUE A TODOS DA. Y ESO CAMBIAR TENDRA QUE HACER

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  2. Necesito unas zapas ¿donde cae esa tienda?

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  3. ¡que potra tiene este tío! ¿quien no ha tenido ensoñaciones como lo que le ha pasado al tío del blog? Es que yo con vendedores y camareros tengo fantasías cada vez que salgo, siempre veo a alguno que esta buenisimo pero nunca me han mirado a mi siquiera. Tío ponle una vela a la virgen por la suerte que has tenido.

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  4. Odio el olor de pies y no entiendo como le puede gustar eso a nadie. ¡Que asco!

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    1. Odias el olor a pies pero seguro q te comes cientos de pollas, y lames culos y te tragas la lega de tus amantes y te besas con lengua con todos los desconocidos q ligues cada viernes y sabado tragandote todas las bacterias y relamiéndose todo el sarro q estos tíos tengan en la boca. Y eso sin entrar en terrenos mas escabrosos como dejar q te meen en la boca o lo mas fuerte: la cropofilia, ya sabes q te unten de marrón recién fabricada. Cada uno tenemos nuestros gustos y todos TODOS son respetables

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  5. Que morboso este cuento, solo de pensar que te puede ocurrir algo así me ha excitado muchísimo. Además le he puesto cara al vendedor la de un señor que conozco de una tienda de muebles que hay en mi calle y casi me corro solamente leyéndolo. Me encanta esta forma de escribir es genial. Muchas gracias

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  6. Conocí a un alemán que le gustaba chuparme los pies. Las primeras veces me cortaba el rollo y me costaba volver a excitarme pero luego me fui acostumbrándo y aunque yo no sentía nada especial al tipo le ponía cachondisimo. Todo el mundo me explicaba que los alemanes son demasiado viciosos pero ya veo que hay vendedores españoles que son también así.

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    1. Ni los alemanes, ni los vendedores como el del blog podrían resistir ponerse una zapa de mi hermano pequeño. Tiene 16 años y le apestan los pies sin solución conocida, ni cremas ni baños con polvos, es un olor tan penetrante que una vez que lo hueles se te queda en la nariz para todo el día. Y duerme en mi habitacion, pero antes le obligo a que se descalce en el baño, se lave y deje las zapas en la ventana . Lo siento por los vecinos que seguro no pueden abrir las ventanas de ese patio. Es guapete, bastante más que yo y aunque él aún no lo sabe, creo que es bisexual ahora con lo que terminará como yo gay para toda la vida. Si mi hermano entre en esa zapatería y el vendedor le quita su zapa, seguro que el tio pierde el conocimiento y se lo tienen que llevar al hospital para reanimarle. Cuando se huelen los pies de mi hermano ya nunca se olvida ese olor porque queda gravado en la pituitaria para siempre. Me ha gustado tu historia del zapatero.

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  7. Tengo la impresion que en esta entrada el autor se ha pasado de imaginacion, muchas veces creo que la historia es real pero cuando leo lo que le ha pasado en esta entrada lo tengo que dudar, es muy improbable que un tio tenga tanta suerte y ademas todos nos hacemos este tipo de fantasias. Tengo 42 años, en los ultimos años he engordado como un cerdo y perdi un aspecto que era impresionante tan solo hace doce años. pues ni cuando era deseado por todos los homoxesuales de Barcelona me ocurrio algo tan morboso como esto del vendedor. De todas formas sea verdad o imaginacion lo voy a seguir leyendo, es entretenido y excita la mente, ojala pudieras decir que zapateria es y algun conocido de Madrid me lo comprobaria, entonces si creeria que es verdad. No me enrollo mas, en realidad aun no se como se me ha ocurrido escribir este comentario.

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  8. A veces me es difícil entender como un hombre como tu puede tener una vida tan intensa e interesante y otro como yo una vida tan aburrida e insignificante. ¿porque a mi jamás me ocurre nada?

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    1. Por feo, por eso nunca te pasa nada, seguro que eres más feo que pegar a un padre.
      Yo eché un polvo divino en la bodega de un bar con uno de los camareros nos despelotamos del todo a riesgo de que bajara alguno del bar a por mercancía. Ha sido lo mas morboso que me ha ocurrido en mis experiencias sexuales

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  9. Quiero decir que para mi el autentico regalo de San Valentin ha sido descubrir este blog. Me habló un amigo de él y lo busque sin mucho interes, pensé que seria otra tontería más de las que se ponen en las redes, pero tengo que confesar que rápidamente me enganchó y espero poder leer la mayoria de capitulos aunque son muchos y ni tengo mucho tiempo ni soy muy de leer. Dicho esto pido que sigas adelante porque es un relato divertidisimo.

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  10. Mi enhorabuena por como te Curras este blog. La historia es rara pero buena, la parte erótica buenisima, de lo mas excitante de la red, los títulos de cada capitulo apropiados y lo mejor los gráficos de cada capitulo, son supertrabajdos, muy apropiados con el texto y me maravilla como te los buscas, las horas que tienes que perder hasta ver lo que quieres

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  11. Tu follando con tenderos y de los niños ya te olvidaste? Que mal rollo hay entre mariquitas, un polvo siempre es prioritario, que pena de mentalidad tenemos porque en eso todos somos iguales. Mierda de vida

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  12. Me ha gustado mucho este relato del vendedor de zapatillas es tremendamente erótico y me parece de una gran calidad gracias por escribir este blog

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