Vivencias de un gay

miércoles, 28 de enero de 2015

79. Los desnudos del gimnasio


No me gusta para nada que la relación entre Ángel y yo sea tan difusa. Bien es verdad que él tan solo ha tenido el lunar de irse con su profesor y, en cierto modo, fue una circunstancia aislada y medianamente justificada, pero las condiciones no pintan bien. El que entre sus pensamientos esté la posibilidad de otras experiencias me preocupa, sobre todo si en esas experiencias no estoy yo presente. El que sea voyerista en la piscina me importa un poco menos; en realidad, todos somos un poco mirones y siempre nos agrada ver bonitos cuerpos. Y más en un lugar donde todos son jóvenes y se supone que están en forma. El mismo Ángel es todo un buen espectáculo para mirarlo y estoy seguro de que si hay rollo en ese lugar, el niño será uno de los mejores trofeos. Reconozco que toda su «ligereza» no me gusta, pero si al final solo tiene sexo conmigo y me valora para pasar la mayoría de su tiempo libre, pues me vale. En verdad, me preocupa más su actitud indolente para con mis actos fuera de nuestra relación: su falta de celos por las trastadas que yo hago me duelen, es lo que me demuestra que le importo relativamente poco y que lo de la exclusividad no va con él.

miércoles, 21 de enero de 2015

78. Morbo en la piscina


Estuve hablando con el niño y no se le va de la cabeza lo de aquella fiesta que no fue. No tiene otro motivo de conversación que especular sobre lo que hubiera ocurrido, quién estaría y si el pago obligaría o no a tener que hacer sexo con alguien. Me preguntó:
―Y si me hubiesen obligado a acostarme con un político famoso, ¿qué hubieras hecho?

¡Vaya pregunta! Solo pude contestarle con otra pregunta:
―¿Hubieras accedido a acostarte por 300 euros con alguien que no te gustara?
―¿Acaso tú no te has acostado con alguien que no te haya gustado?
―Por dinero, jamás.

jueves, 15 de enero de 2015

77. Solo una experiencia cachonda


Y volviendo a mi tema favorito, Ángel, personalmente aún no tengo claro qué tipo de pareja somos. Amigos con derecho a roce pero con prioridad ante otros suena raro, difuso e incomprensible. Está claro que a él le importa tres narices que yo tenga «experiencias cachondas», como las definió; lo de tener celos no va con su forma de ser, vamos, que le da igual si yo estoy con otros tíos o no. Lo malo es que a mí no me da igual que esté con nadie, ni siquiera con su exnovia por mucho que sea solo una comedia. Y conforme a sus pensamientos eso va a continuar, y no solo eso, sino que en sus planes de tener experiencias nuevas al parecer puede entrar de todo y, francamente, no me parece nada bien. Ayer me llamó feliz porque en su examen tuvo mucha suerte y cree que logrará un sobresaliente. Yo sabía que no tendría problemas porque el niño es inteligente y listo, al menos para el estudio; para la vida ya no me parece tan espabilado ―o puede que lo sea tanto que a mí se me escapa el concepto―.

viernes, 9 de enero de 2015

76. Oferta para jóvenes gais


El otro día que estuvo Paquito en la sauna de chaperos se encontró con el cura de Getafe. Al principio se hizo el despistado y mi amigo se dio cuenta de que le estaba rehuyendo, pero al final, como el recinto es muy pequeño, no le quedó más remedio que saludar. De todas formas el hecho de que alguien lo conociera no le impidió contratar a un brasileño que, según Paquito que ya lo probó con anterioridad; es un activo estupendo y con veinte centímetros de los de verdad, y digo esto porque ya sabes que esa es la medida oficial de todos los que se ofrecen por Internet y a la hora de la verdad casi nadie tiene ni 16 cm. Yo ni me acuerdo cuando fue la última vez que pillé una de ese calibre, aunque tengo la impresión de que el mecánico del autobús sí debía rondar esa escala. Pues, volviendo al cura, ya ves que la Iglesia sigue fiel a sus máximas: «A Dios rogando y con brasileños follando».

lunes, 5 de enero de 2015

75. Fiesta accidentada


Ante la imposibilidad de pasar la noche de Fin de Año con Ángel debido a su innegociable compromiso familiar, acepté el ofrecimiento de Paquito para cenar con él en su casa. Algún otro año ya me la había propuesto pero sus malas compañías me hicieron desistir siempre. Esta vez cenamos los dos solos (afortunadamente su chulo colombiano anda distanciado de mi amigo y seguro que tendrá algún otro tonto al que chulear).