En el puente del Pilar, Ángel estuvo en Bilbao visitando a sus tíosy a su primo Gorka. Esto no tendría ninguna relevancia a no ser por lo que me contó sobre lo ocurrido allí con su primo.
» Me sorprendió cuando lo vi por lo mucho que había cambiado desde la última vez que lo visité hace ya unos años. Lo recordaba como un chaval de aspecto muy infantil y ahora era una tipo más alto que yo, con una espalda ancha y su pelo rapado en nada se parecía a los rizos con que yo lo recordaba. Es algunos años más pequeño que yo pero con su aspecto actual nos hemos equiparado y apenas cuando hablas con él se puede notar la diferencia.
Después de tomar unos cortos de cerveza por Barrencalle, en la parte vieja de Bilbao, llegamos a la casa con un punto de animación que nos sentaba muy bien. Mis tíos ya se habíanacostado y fuimos directamente a nuestro dormitorio.
- ¿Has traído pijama? - me preguntó Gorka.
- No, nunca duermo con pijama - le contesté - en casa siempre duermo en bolas, pero también puedo hacerlo en calzoncillos.
Antes de acabar la frase ya me había quitado los pantalones y la camisa. Me tumbé encima de la cama mientras ponía el televisor en marcha. Gorka, por su parte, puso su pijama sobre una silla y empezó a desvestirse dándome la espalda. Cuando se bajó los calzoncillos, ningún programa de la televisión hubiera podido hacerme quitar los ojos de aquel culo pequeño, musculoso y redondo que mi primo me mostraba sin sospechar mi interés por esa parte de su anatomía. Solo de imaginarme la otra parte del cuerpo que no veía, me sobrevino una erección difícilmentedisimulable bajo el bóxer.
Cuando mi primo se tumbó en su cama, demasiado pegada a la mía, por mucho que traté de tapar con la mano el estado de mi polla, mi voluminoso paquete no pasó desapercibido para Gorka y entre risas comento:
- ¡Joder primo, vaya bultazo que se te ha puesto! ¿Que estabas viendo en la tele?
- No nada, es que a veces por la noche se me pone tiesa antes de dormir.
- Ja ja , que curioso, a mí también me ocurre.
Efectivamente, cuando miré su entrepierna su pijama parecía una carpa de circo de notable altura. Me moría de ganas de ver aquello sin telas de por medio. Inmediatamente pasé a la acción. Mientras me bajaba de un golpe el calzoncillo liberando mi polla de apreturas, exclamé:
- ¡A ver, veamos que primo la tiene más grande!
Gorka se quedó mirando mi pedazo de carne al descubierto, su sonrisa y su picardía observando la escena, me tranquilizó y no me arrepentí de mi iniciativa. Levantó ligeramente el culo de la cama y, despacio con sus ojos fijos en mi rostro para ver mi reacción, se bajó el pijama hasta las rodillas dejando al aire un tremendo palo tieso a tope y oscilando a cada latido de su sangre. Se puso de rodillas sobre la cama girándose hacía mí, yo le imité al instante quedándonos frente a frente a escasos centímetros de separación.
- Creo que la mía es más larga - dijo mirando una y otra - pero puede que tu capullo sea más grande, a ver descapúllate.
Bajé toda la piel dejando el capullo al descubierto, inesperadamente una gotita de trasparente líquido pre seminalsurgió de mi ranura ante el regocijo de Gorka.
- ¡Joder primo estás caliente!
- Pues si, ya te he dicho que a veces me pasa antes de dormir.
- Claro, yo lo que hago es que me pajeo y me tranquilizo - explicó mi primo mientras iniciaba despacio el movimiento de arriba y abajo.
Cuando yo me prestaba a hacer lo mismo, hizo algo que me dejó sorprendido por la naturalidad que mostró.
- Espera que la tengo un poco seca, préstame un poco de tu suavizante - dijo a la vez que me agarraba la polla y con el dedo se untaba del líquido que brotaba de mi agujero embadurnando su capullo.
Reaccioné al instante y pasé al ataque:
- Hay mejores maneras de lubricar la polla, tenemos unas bocas repletas de saliva.
- ¡No jodas! - exclamó Gorka con gesto divertido - ¿Estásdispuesto a mamármela?
- Tranquilo Gorka, no te mosquees, yo es que paso de etiquetas y de normas sexistas, solo pretendo pasarlo bien y punto.
- No no, si no me mosqueo, me parece estupendo, me encanta la idea - contestó a la vez que ponía su mano en mi nuca y me empujaba hacia su miembro.
Cuando más entusiasmado estaba comiéndole el rabo, se separó y tumbándome de un ligero empujón en la cama se colocó encima invirtiendo las posiciones para que las bocas de ambos recibieran las pollas en un sesenta y nueve espectacular.
En un momento dado llevé mis manos hacia su precioso culo y traté de introducir un dedo en su ano. Gorka me sujetó suavemente la mano y la retiró de la zona a la vez que susurraba:
- Para eso aún no estoy preparado.
Entendí el mensaje y continué saboreando aquella larga polla que apenas podía frenar con la garganta las embestidas que mi primo me regalaba cada vez con más intensidad. Por mi parte debía concentrarme para tratar de no correrme primero, la impericia de Gorka rozándome alguna vez con sus dientes ayudaba a contenerme. Pero, de alguna manera, su inexperiencia alimentaba mi morbo, sentía que estaba desvirgándolo y esa vivencia era nueva también para mí, acostumbrado a gozar siempre de hombres mucho mayores que yo.
Cuando noté que Gorka estaba llegando al orgasmo, le sujeté con ambas manos para evitar que sacara el miembro de mi boca, tal como intentó, y dejé que derramara su semen dentro. No era la primera vez que sentía el sabor, aunque nunca tuve tanta cantidad de aquel cálido y ligeramente agrio líquido en mi cavidad bucal. Sin cambiar de posición saqué mi polla de entre sus dientes y en pocos movimientos con la mano tuve una copiosa corrida que nos duchó a los dos primos ampliamente.
Tras limpiarnos someramente, volvimos a nuestras respectivas camas y apagamos la luz.
- Estuvo bien, ¿verdad? - pregunté para aliviar esa pequeña tensión que siempre surge tras un polvo.
- Claro, primo. Hasta mañana.
Al día siguiente esperé en la cama a que se despertara. En mi cabeza daba vueltas la idea de retomar la acción de la noche anterior. Apenas abrió los ojos, Gorka saltó de la cama a la ducha y sin dar los buenos días me dijo:
- He quedado con los amigos para ir al frontón, si quieres vienes aunque tienes que darte prisa porque ya voy tarde.
- No, mejor me quedo a pasar la mañana con mis tíos, me voy a Madrid después de comer y apenas estuve con ellos.
Nos despedimos en la puerta con un abrazo y al oído me susurró:
- Que borrachos estábamos anoche, supongo que como yo tu tampoco te acuerdas de nada ¿verdad?»