Vivencias de un gay

lunes, 27 de octubre de 2014

60. Un mal cuarteto

Uno cada día se hace más viejo pero también más tonto. Os cuento lo que pasó el sábado y entenderais por qué digo esto.

Tras muchos días de espera nos vimos (¡al fin!) Ángel y yo el sábado. Hombre, no es que estuviera desesperado por estar con él, pero ya me estaba apeteciendo verlo cara a cara; solo con hablar por teléfono no es suficiente como para mantener la llama encendida de una relación que quiere ser algo más que de amistad.

jueves, 23 de octubre de 2014

59. El atleta del Caribe


Un mensaje recibido por Whatsapp esta mañana desde Venezuela me ha removido la memoria y también el día. Leonardo, un chico de Caracas, me comunicaba que dentro de dos meses volvería a Madrid y que le gustaría verme. Inmediatamente mi cabeza recordó la corta experiencia que tuve con este chico; breve, sí, pero una de las cosas más increíbles ―por lo buena― que me han pasado.

domingo, 19 de octubre de 2014

58. Atraco a las tres

Ángel me ha llamado varias veces desde Sevilla. El niño no pierde el tiempo, se lo debe estar pasando muy bien aunque apenas me cuenta nada al detalle: que si comidas familiares, que si por las noches se lo pasa de bar de bar, que si puntillitas de calamar y tortilla de camarones... Siempre acompañado de sus primos o su hermana, pero nunca me dice nada de su novia. ¿No parece raro? Creo que, conociendo mi aversión por ella, se limita a no nombrarla y así se cree que la elimina de mi pensamiento. Este niño a veces es muy infantil. Y no puedo preguntarle específicamente por la zorra para que no descubra mi obsesión. Tiene una manera de liarme que no me explico cómo me convence enseguida; me quedo contento porque lo escucho pero al final me doy cuenta de que no me ha dicho nada.

miércoles, 15 de octubre de 2014

57. Enemigo al acecho

En nuestra conversación de ayer noche el niño me contó que el espabilado con el que habló el sábado en la discoteca Cool, el famosillo del grupo musical, lo llamó. Según me contaba Ángel, de primeras fue muy amable: que solo llamaba por saludar, que estaba encantado por haberlo conocido, que... Ya sabes, palabras cautas pero intencionadas. La cosa se empezó a estropear (siempre según la versión del niño) cuando le preguntó con sorna sobre quién era ese «tipo nervioso y medio calvo» que les interrumpió su conversación en la discoteca y que se lo llevó casi a la fuerza. Ni el tono ni la pregunta le gustaron a Ángel y le contestó que ese «tipo» era su mejor amigo. El otro le dijo que con amigos así no le hacían falta enemigos, y entonces mi niño se enardeció y le dijo que en realidad era su pareja con la que estaba muy bien. Notó al tipo desconcertado cuando oyó lo de pareja y tras un significativo silencio, el jodido le preguntó: «¿Quieres que nos veamos los dos solos?».

viernes, 10 de octubre de 2014

56. El fantasma de los celos

Cuando le hablé sobre si somos pareja o no se quedó muy desconcertado porque ni se lo esperaba. Me contestó que no había pensado «casarse» conmigo, pero se sobreentendía que si los dos estamos a gusto saliendo juntos y follando juntos, era algo muy parecido a ser pareja, que la fidelidad se daba por hecho porque si estás bien con alguien no se piensa en cambiarlo.

sábado, 4 de octubre de 2014

55. Noche de discoteca

Hasta las diez menos cuarto no llegó Ángel el sábado a la cita que tenía conmigo, casi tres horas más tarde de lo que habíamos planeado. Vale, que me llamó al móvil dos veces para que, al menos, no me desesperase, pero mi talante cuando apareció no era el mejor, ni mucho menos. Sin embargo, su desolación por la tardanza solo le duró unos minutos y sin dar apenas explicaciones de cómo discurrió el encuentro con su ex ni del resto de la tarde, empezó a hacer planes para la noche como si nada. La noche no empezaba muy bien y recordé el refrán: lo que mal empieza mal acaba.