Como os decía la semana pasada, siempre recordare la habilidad y la morbosidad con que Rod el exjugador de rugby tuvo conmigo hasta la madrugada, tras practicar ese oportuno juego de cartas que mi amigo Víctor rescato del pasado, llamado “juez y reo”.
Tras desaparecer en el dormitorio Ángel con Gaspar, su novio Ciro y el recién aparecido amante, nos quedamos en el salón, bien ligeros de ropa, Víctor, su pareja Rod y yo.
La aparición de Gaspar con su amante en el piso nos dejo un poco fríos y desconcertados, pero, una vez solos los tres en la amplia sala, Rod abrió un armario y saco un gran estuche.
- Amigo Rafael, prepárate a pasar una buena noche.Tu solo debes relajarte, dejar tu trasero a mi disposición y gozar.- fueron sus palabras mientras abría el estuche donde aparecieron una increíble colección de dildos de todas las formas y tamaños.
Mire con cierta prevención a Víctor que sonreía y me guiño el ojo para tranquilizarme. Mi amigo y yo nunca desde que nos conocíamos hicimos nada entre los dos, aunque bien es verdad que juntos habíamos estado en saunas y fiestas cada uno por su lado. La atracción físicaentre nosotros era nula, quizás por eso Víctor permaneció al margen, tan solo como mero espectador, al menos de momento, de todas las maniobras que Rod inicio inmediatamente.
El irlandés coloco una sabana en el amplio sofá y me indico que me tumbara boca abajo. Víctor le acerco un gran bote de lubricante y empecé a sentir los grandes dedos de Rod manipulando mi ano para llenarlo del espeso líquido.
Siempre he preferido lo natural al plástico para recibirlo en mi cuerpo, y aunque la verga del irlandés no la habíavisto en erección, parecía de un tamaño suficiente como para preferirla a cualquier dildo. Pero era evidente que se trataba de un nuevo juego, algo especial que a esta pareja le gustaba practicar y yo me sentía muy a favor de seguirles en esta iniciativa.
El maestro de ceremonias era Rod, mi amigo Víctorparecía que solo iba a ejercer de ayudante. Este trajo una almohada que me coloco bajo el vientre para que mis nalgas quedaran más levantadas y mi agujero abierto. El irlandés era muy hábil con sus dedos y pronto las sensaciones comenzaron a ser muy agradables. El primer dildo que ocupo el lugar de su pulgar era de un tamaño pequeño y, aparentemente, con la tradicional forma de pene. Cuando la dilatación era suficiente, cambio de aparato por otro de mayor tamaño, sus lentas entradas y salidas me estaban excitando cada vez más. Con el rabillo del ojo veía como Víctor también estaba excitado y mantenía su erección con la mano mientras no perdíadetalle de las manipulaciones con que su pareja me obsequiaba. Hasta el cuarto dildo no empezaron las dificultades, su tamaño ya era considerable, no creo recordar que nada tan grueso y largo haya seguido ese camino con anterioridad. Con extraordinaria maestría Rod logro su empeño de introducirlo todo, la presión se fueconvirtiendo en una fuerte excitación que me impedíaretener los suspiros que brotaban de mi boca. Cuando la superficie del aparato rozaba todo mi interior en las entradas y salidas, la sensación de no poder retener laeyaculacion fue tan intensa que no tuve más remedio que pedir a Rod que parase para no manchar la sabana. Fue en ese momento cuando Víctor relevo a su novio en el manejo del dildo y Rod se coloco frente a mi para que albergase en mi boca el rosado pene semierecto que,inmediatamente, empecé a saborear. Esta nueva actividad no pudo sustraerme de lo que tras de mi estaba ocurriendo, este nuevo operador movía el gran falo de resina con mayor rapidez y la eyaculacion vino sola sin freno posible. Tras unos segundos de reposo, puse mis mejores artes en la felacion que Rod me estaba exigiendo hasta que sentícomo retiraba del interior su polla de hierro blanco y cubría mi cara con su semen brotado violentamente entre suspiros y exclamaciones en ingles. Víctor, tras de mi, acelero su movimiento manual hasta derramar su leche sobre mi espalda.
Después de ducharnos nos servimos nuevos tragos en espera de que los ocupantes del dormitorio dieran señales de vida. Cerca de la madrugada apareció Ángel ya vestido y arreglado, pero con las evidentes huellas en su rostro de haber pasado una noche movidita. Nos despedimos de nuestros anfitriones agradeciéndoles su insólitahospitalidad y pidiéndoles que saludaran a Gaspar y sus acompañantes que permanecían en el dormitorio, según Ángel, profundamente dormidos los tres.
Durante el trayecto hacia mi casa me contó que pronto se definieron las parejas allí dentro. Tanto Ciro como el aparecido amante le resultaban demasiado jóvenes a mi amigo como para mantener su interés y puso toda su atención sobre Gaspar, con el que tuvo un poco de todo pero sin profundizar demasiado, debido, sobretodo, a la constante atención que su compañero de sexo dedicaba a la actividad de los otros dos.