Cuando Paquito recibió la notificación de Hacienda, inmediatamente me llamó:
- No entiendo nada de esta jerga oficial, ¿podías pasarte por casa para que lo veas tú que entiendes más de estos formulismos?
Era una tarde sin proyectos y comprendí que mi amigo estaba apurado. A las seis de la tarde me presenté en el piso de Paquito. Lo primero que me sorprendió fue ver el piso mojado.
- Llego en mal momento, ¿estás haciendo limpieza? – le pregunté -si quieres espero un poco a que se seque el suelo.
- ¡No tranquilo, pasa! –me contestó - y pisa sin cuidado, este idiota lo volverá a fregar, y si protesta lo fregará con la lengua.
Cuando mencionó la palabra idiota, señaló a un extremo del pasillo que yo no había visto. Al girar la vista hacia ese lugar pude distinguir a un hombre de rodillas con un paño húmedo limpiando el suelo. Como única indumentaria llevaba puesto un pequeño delantal que apenas le cubría escasamente sus genitales.
Mi incomodidad resultaba evidente, tiré del brazo de mi amigo para llevarlo a otra habitación fuera de la presencia de aquel extraño señor, pero en vez de atender mi señal, Paquito se dirigió en unos términos muy desagradables al hombre que seguía frotando el piso:
- ¡Subnormal, acércate de rodillas y lame los zapatos de la visita que acaba de llegar!
Sin tiempo a que pudiera reaccionar el tipo del delantal vino raudo a mi lado y acercó su boca a mis zapatos. Ante mi indecisión sobre si retirar mis pies de ese individuo o dejar que hiciera lo que se le ordenó, Paquito volvió a hablar dirigiéndose a mí:
- Quédate quieto, y como yo vea que se queda una mota de polvo le doy una patada que le reviento el hígado.
Tras soportar unos segundos la humillada actitud de ese hombre, me retiré a otra estancia de la casa, esperé a que llegara Paquito y le increpé bastante molesto:
- Escucha Paco, si te he pillado en alguna sesión rara, me largo y ya volveré mañana, yo no voy a participar en este numerito que tenéis montado.
- Tranquilízate, solo es uno de esos esclavos que se ofrecen por internet. Te limpian la casa gratis, tan solo exigen que los maltrates, que los humilles lo máximo posible y si les pegas ya es el colmo de la dicha para ellos. ¿no te has fijado la erección que haagarrado cuando te lamía los zapatos?
- Pues no – respondí – no me he fijado, francamente no me agradan este tipo de personajes ni estas situaciones, no sabía que te gustaba el sado.
- No me entusiasma, pero me viene muy bien que de vez en cuando den un buen repaso al piso, y este concretamente es muy bueno limpiando. Espera, ahora vuelvo.
Cuando salió de la habitación cerré la puerta para tratar de no escuchar los gritos que mi amigo le daba al infeliz esclavo. Aproveché para ver la comunicación de Hacienda, un aviso sin importancia que no perjudicaría a Paquito.
Cuando regresó me explicó:
- Es que si no lo maltratas lo suficiente luego ya no quiere volver, acaba de limpiar el baño y es costumbre que en ese momento le mee encima. Eso le encanta y se remoza en los orines antes de volverlo a limpiar.
Cuando le expliqué tranquilizándole la carta de Hacienda, me despedí.
- Aquí te dejo con tu esclavo.
- Ya está terminando, ahora cuando todo esté limpio, le echaré una buena bronca y le pegaré un poco en el culo, eso le excitará más y mientras le golpeo se masturbará. Y hasta que le vuelva a llamar.
Decididamente el cerebro humano es un mundo tan inmenso como desconocido.