Vivencias de un gay

miércoles, 31 de diciembre de 2014

74. Amigos con derecho a roce

El viernes tomamos un café que se prolongó más de lo planeado gracias a la conversación fluida e interesante que tuvimos. Le conté lo que me ocurrió en el bus de Guadalajara, ese toqueteo tan imprevisto como caliente con el pasajero del asiento de al lado, algo que ya os conté en el capítulo Morbosa situación allá por el mes de julio. ¿Y cúal fue su reacción? Me soltó:

―¡Joder, qué suerte tienes! A mí nunca me ha ocurrido nada así. Eso me pasa por ir siempre en coche. Una cosa de esas tiene que ser muy emocionante, con el morbo que tiene que dar el que te puedan ver los de al lado, ¡qué guay! ―lo que da una idea de su espontaneidad―.

sábado, 27 de diciembre de 2014

73. ¿Todos los gais somos ricos?

Este periodo de vacaciones navideñas me ha venido muy bien para largarme de Madrid, tratar de poner distancia, incluso física, con todo lo acontecido últimamente y quitar de mi mente, dentro de lo posible, el nombre de Ángel. Cierto que estos días de Navidad no son como para enmarcarlos. Los he pasado íntegros con mi hermano y su familia en Almería, aprovechando también para llevarle mi viejo coche. Me convenció con chantajes fraternales para entregarlo a cuenta del que quiere comprarse. Eso es lo que yo había pensado hacer algún día en que me decidiera a cambiar de coche. Ahora ya me quedo sin coche y sin nada para cambiar. Seguramente esta primavera me decida y me compre un cochecito pequeño no muy caro, pero sin prisa, porque en realidad no lo necesito.

lunes, 22 de diciembre de 2014

72. Condena por un error

Tengo la cabeza que me va a estallar de las vueltas que vengo dándole a la putada que me ha hecho el niño con el hijo de puta de su profesor. Por una parte trato de justificarlo, de entender las circunstancias especiales que se crean entre un alumno y su profesor; es de sobra conocido que este tipo de abusos se dan muy frecuentemente y todos conocemos casos de niños violados por quienes los deberían educar. Al fin y al cabo no se marchó con ningún desconocido, algún vínculo les unía a ambos, puede que Ángel hasta admirase a ese señor como una reacción normal que a todos nos ocurre. ¿Quién no ha tenido un maestro que nos provoque fantasías de todo tipo en nuestra vida escolar? ¿A saber qué pasaría por su cabeza cuando el tipo le propuso ir al hotel?

miércoles, 17 de diciembre de 2014

71. ¿Víctima o verdugo?


¿Cuánto aguantaré en esta situación? No sé. Saber que el chico que debería estar junto a ti está en la cama con una tía no me parece que sea muy normal tenerlo que aceptar y si eso me produce una paranoia, creo que es lo menos grave que me puede pasar.

Anoche regresó de Sevilla; me contaba Ángel que todo había sido un coñazo y lo puso como un deber penoso que cumplir, pero yo no pude aguantarme y le pregunté:
―¿Ha estado también Isa?
―Sí, a ella también la he tenido que aguantar. Cada día está más insoportable, no sé hasta cuándo podremos mantener esta situación.
―Y... ¿te has acostado con ella?
―¡Claro que no, tonto! ¡Por eso está tan inaguantable! Ja, ja, ja...

viernes, 12 de diciembre de 2014

70. Un gay adolescente

En contra de lo que planee por mi sensación de frustración, ni vi a Tino, ni estuve en ningún local de ambiente, ni ―y eso es lo que más me jode― estuve con Ángel. He pasado un fin de semana de lo más aséptico y lo curioso es que no he tenido la más mínima tentación en ningún momento; es como si el sexo hubiera desaparecido de mi cabeza. Cabeza que he tenido constantemente ocupada por tratar de adivinar qué estaría haciendo el niño en su estancia sevillana, ciudad a la que estoy cogiendo manía.

Las únicas actividades sociales que hice este fin de semana fue verme el viernes con Paquito y cenar el sábado con dos matrimonios heteros cuyos maridos han sido compañeros de Física y con los que tenía esta cena apalabrada desde hace la tira de tiempo.

domingo, 7 de diciembre de 2014

69. Retorno al consolador

Anoche estaba muy jodido, luego hablé con Ángel y me tranquilicé, pero apenas he dormido ni una hora y al llegar la mañana vuelvo a sentirme mal. Cuando hablo con él parece que no pasa nada, le recuerdo lo de la sauna y se ríe y me pregunta: «¿Adónde me vas a llevar el sábado?». Él se lo pasa siempre bien, estoy seguro de que me quiere, pero de otra forma a como yo lo siento.

¡Ah!, y el jueves por la tarde estuvo con la zorra, me lo ha dicho como de pasada sin entrar en detalles, pero es fácil suponer lo que hicieron. Me revienta pensar que cuando penetra a esa puta seguro que no se le baja la erección como cuando lo hace conmigo.

sábado, 29 de noviembre de 2014

68. Mal de amores

Hay momentos en que me da por pensar en cosas que me dejan muy jodido, y lo malo es que no son solo pensamientos sino realidades tangibles. Mi relación con Ángel es muy poco consistente por mucho que me empeñe en darle solidez a base de hacer la vista gorda con respecto a demasiados detalles muy representativos. Creo que esta experiencia tiene dudoso futuro.

Pero lo peor es que yo quiero a ese niño. No se me va de la cabeza en ningún momento del día. Y me da igual que sexualmente no me satisfaga, me da igual que su familia sea un problema, me da igual, incluso, que tenga que hacer doble vida y mantener el cuento de la novia, me da igual todo menos una cosa: no quiero perderle.

martes, 25 de noviembre de 2014

67. Juegos de cama

Este fin de semana me ha prometido Ángel que vendría a casa a “jugar” un rato. Seguro que no es lo que me gustaría, pero algo es algo; yo ya no estoy en edad de matarme a pajas o de pensar en buscar el viejo consolador y comprarle pilas a ver si aún funciona, aunque esa parte de mi cuerpo sí que la tengo totalmente desatendida.

Mi amigo Paco, cuando le cuento mis desventuras, me aconseja que acepte la doble vida de Ángel porque su papá nos puede fastidiar con su dinero, que valore el esfuerzo del niño por tener que llevar ese tipo de vida, que respete su decisión de no mandar a la mierda a su novia y que trague con el hecho de que puede, incluso, que estén follando. Pero eso es más fácil decirlo que realizarlo. Creo que sería mucho tragar.

viernes, 21 de noviembre de 2014

66. Sauna gay


Ahora se le ha metido en la cabeza ir a una sauna. Para este sábado quiere que lo lleve a la que yo solía ir porque dice querer conocerlo todo para poderlo juzgar él mismo. Es cabezón y no veo la manera de quitarle semejante idea del coco, pero por otro lado casi que es mejor que vayamos juntos para poder guiarlo y, sobre todo, poder protegerlo. A mí en principio sé que me va a resultar violento estar con él en bolas en medio de tanto buitre que se lo van a querer follar; no sé qué papel debería adoptar para que no pase nada y no se note que estoy de guardián.

lunes, 17 de noviembre de 2014

65. Desnudo por sorpresa

Un sábado de elucubraciones en la soledad de mi casa, mientras que Ángel estaría divirtiéndose en la fiesta onomástica de su ex.

A las dos de la noche, cuando mejor estaba durmiendo, me despertó el timbre de la puerta y las voces que Ángel estaba dando desde la escalera para que le abriera.

Medio aturdido pero contento, corrí a abrir la puerta sin preocuparme de mi total desnudez. El corte fue cuando comprobé que no venía sólo, un chaval de su edad le servía de soporte para mantenerse en pie.

jueves, 13 de noviembre de 2014

64. Una doble vida

Hoy quiero resaltar una aclaratoria conversación con el niño que mantuvimos ayer. Me llamó al mediodía para ver si nos reuníamos en la tarde para que lo acompañara al centro y lo ayudase a comprar un regalo de cumpleaños para... ¡su exnovia!

Cuando me lo dijo, no sabía qué pensar; o es muy incauto e inocente o es muy espabilado y quiere meterme a su zorrita de por medio como sea. Naturalmente le dije que sí; no tenía ninguna intención de perderme una tarde en su compañía y se darían mil excusas para hablar de la zorra y aclarar de paso algunas cosas.

domingo, 9 de noviembre de 2014

63. La novia de mi amante

Ayer noté al niño más serio de lo normal. Le pregunté varias veces si le ocurría algo, pero siempre se evadía, aunque con poco entusiasmo. Vislumbro una señal rara y como perro viejo algo me está oliendo mal. No tengo muchas pistas de qué pueda ser, pero tiene que estar relacionado con la zorra de su novia. Sé que la madre de esta pasó la otra tarde con la mamá de Ángel y, no sé por qué, me estoy temiendo un complot familiar para forzar al niño a que preste más atención a la zorrita.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

62. El incauto del ambiente

Cuando pienso en lo ocurrido el otro día en la discoteca y, sobre todo, en la casa del músico, caigo en la cuenta de que en realidad Ángel es un niño, le falta experiencia, va siempre con buena fe y de frente por lo que sus tortazos son mayores y, a pesar de que tiene su personalidad y es inteligente, no deja de ser un niño burgués que no tiene ni idea del infierno en el que se está metiendo.

sábado, 1 de noviembre de 2014

61. Erótico Halloween


Un paseo por el centro ayer viernes me sumergió en el misterioso ambiente de la noche de Halloween. A mi alrededor caminaban grupos de jóvenes disfrazados con aspectos tan tenebrosos como artísticos. Me llamó especialmente la atención un espigado muchacho con traje de Caperucita Roja, que apenas me adelantó giró su cabeza mostrándome un espeluznante rostro donde un trozo de la mejilla había desaparecido, mostrando la aterradora dentadura amorfa y parte de una mandíbula descarnada y sangrienta. Algo muy bien trabajado y realmente impresionante.

Todo este entorno trasladó mi mente a la primera Fiesta de Muertos que viví en Chueca, allá por el año 2001.

lunes, 27 de octubre de 2014

60. Un mal cuarteto

Uno cada día se hace más viejo pero también más tonto. Os cuento lo que pasó el sábado y entenderais por qué digo esto.

Tras muchos días de espera nos vimos (¡al fin!) Ángel y yo el sábado. Hombre, no es que estuviera desesperado por estar con él, pero ya me estaba apeteciendo verlo cara a cara; solo con hablar por teléfono no es suficiente como para mantener la llama encendida de una relación que quiere ser algo más que de amistad.

jueves, 23 de octubre de 2014

59. El atleta del Caribe


Un mensaje recibido por Whatsapp esta mañana desde Venezuela me ha removido la memoria y también el día. Leonardo, un chico de Caracas, me comunicaba que dentro de dos meses volvería a Madrid y que le gustaría verme. Inmediatamente mi cabeza recordó la corta experiencia que tuve con este chico; breve, sí, pero una de las cosas más increíbles ―por lo buena― que me han pasado.

domingo, 19 de octubre de 2014

58. Atraco a las tres

Ángel me ha llamado varias veces desde Sevilla. El niño no pierde el tiempo, se lo debe estar pasando muy bien aunque apenas me cuenta nada al detalle: que si comidas familiares, que si por las noches se lo pasa de bar de bar, que si puntillitas de calamar y tortilla de camarones... Siempre acompañado de sus primos o su hermana, pero nunca me dice nada de su novia. ¿No parece raro? Creo que, conociendo mi aversión por ella, se limita a no nombrarla y así se cree que la elimina de mi pensamiento. Este niño a veces es muy infantil. Y no puedo preguntarle específicamente por la zorra para que no descubra mi obsesión. Tiene una manera de liarme que no me explico cómo me convence enseguida; me quedo contento porque lo escucho pero al final me doy cuenta de que no me ha dicho nada.

miércoles, 15 de octubre de 2014

57. Enemigo al acecho

En nuestra conversación de ayer noche el niño me contó que el espabilado con el que habló el sábado en la discoteca Cool, el famosillo del grupo musical, lo llamó. Según me contaba Ángel, de primeras fue muy amable: que solo llamaba por saludar, que estaba encantado por haberlo conocido, que... Ya sabes, palabras cautas pero intencionadas. La cosa se empezó a estropear (siempre según la versión del niño) cuando le preguntó con sorna sobre quién era ese «tipo nervioso y medio calvo» que les interrumpió su conversación en la discoteca y que se lo llevó casi a la fuerza. Ni el tono ni la pregunta le gustaron a Ángel y le contestó que ese «tipo» era su mejor amigo. El otro le dijo que con amigos así no le hacían falta enemigos, y entonces mi niño se enardeció y le dijo que en realidad era su pareja con la que estaba muy bien. Notó al tipo desconcertado cuando oyó lo de pareja y tras un significativo silencio, el jodido le preguntó: «¿Quieres que nos veamos los dos solos?».

viernes, 10 de octubre de 2014

56. El fantasma de los celos

Cuando le hablé sobre si somos pareja o no se quedó muy desconcertado porque ni se lo esperaba. Me contestó que no había pensado «casarse» conmigo, pero se sobreentendía que si los dos estamos a gusto saliendo juntos y follando juntos, era algo muy parecido a ser pareja, que la fidelidad se daba por hecho porque si estás bien con alguien no se piensa en cambiarlo.

sábado, 4 de octubre de 2014

55. Noche de discoteca

Hasta las diez menos cuarto no llegó Ángel el sábado a la cita que tenía conmigo, casi tres horas más tarde de lo que habíamos planeado. Vale, que me llamó al móvil dos veces para que, al menos, no me desesperase, pero mi talante cuando apareció no era el mejor, ni mucho menos. Sin embargo, su desolación por la tardanza solo le duró unos minutos y sin dar apenas explicaciones de cómo discurrió el encuentro con su ex ni del resto de la tarde, empezó a hacer planes para la noche como si nada. La noche no empezaba muy bien y recordé el refrán: lo que mal empieza mal acaba.

martes, 30 de septiembre de 2014

54. Costumbres del pasado

Ángel no se quedó a pasar la noche en mi casa porque no podía; bueno, o quizás no le apetecía, pero yo se lo propuse. Sus relaciones familiares son un poco misteriosas, al menos son como un algo aparte de lo que mucho no habla y sobre lo que yo no pregunto. Por otro lado, comprendo que si vive en el seno de una familia, tenga sus reglas y sus compromisos. Es muy diferente a cuando ya estás totalmente independizado que no tienes que dar explicaciones por todo lo que se salga de la rutina, y no ir a casa a dormir es algo distinto a lo que el niño hace habitualmente y menos en un día laborable. Supongo que en fin de semana tendrá más posibilidades.

viernes, 26 de septiembre de 2014

53. Feliz sexual y emocionalmente

Ya de regreso a Madrid, pienso que este niño me está gustando más de lo que yo creía, es un sentimiento un poco raro porque sigo pensando cuando lo hago fríamente que físicamente no es en nada lo que yo siempre he buscado, pero me gusta estar con él y ahora también hacer sexo con él, aunque sea sexo suave. Está muy claro que mucha experiencia en la cama no tiene, él mismo me ha reconocido que experiencias homosexuales solo ha tenido dos o tres y nunca en una cama completamente desnudo y con alguien que le gustase y mucho menos que tuviera sentimientos hacia esa persona; me dijo que han sido toqueteos en los servicios de la facultad, otra vez en el autobús en una excursión cuando tenía 14 años y lo único más importante, según él, fue una pequeña relación de hacerse pajas juntos con un chico que luego se hizo novio de una prima suya y por iniciativa de Ángel lo dejaron por respeto a su prima, creo que al final me dijo que se casaron pero no estoy seguro de eso.

domingo, 21 de septiembre de 2014

52. Noche casi perfecta

Tras esa especial ceremonia de aseo, paseamos por el bonito paseo marítimo de Santander y cuando vimos un restaurante que nos gustó entramos a cenar. Como no encontramos después ningún local de copas que nos atrajese, nos dirigimos al parador con la sensación de que era lo que ambos queríamos aunque ninguno lo mencionara.

Todo fue muy bien hasta que nos vimos nuevamente en la habitación. El ambiente estaba tenso. Ninguno de los dos estabamos dispuestos a dar el primer paso.

martes, 16 de septiembre de 2014

51. Excitante ducha

Pasó el fin de semana y pasó lo que tenía que pasar. Vamos por partes:

El viernes a las diez me encontré con Ángel en la cafetería California, cada uno con su mochila (él me dijo que iba a llevar mochila, así que yo, para no ser menos y parecer más de su edad, me busqué otra mochila y metí malamente lo que pensaba llevar en mi maleta. Como comprenderéis, tuve que dejar un montón de cosas). Al poco rato enfilábamos la carretera de La Coruña en su pequeño coche. Bastante entusiasmados, hablando por los codos los dos y con una ilusión del carajo.

viernes, 12 de septiembre de 2014

50. Sexo ardiente

La luz de la tarde palidecía tras las ventanas de mi habitación. La penumbra dominaba el ambiente pero no me impedía observar aquel hermoso muchacho que por una carambola del destino había accedido a llegar hasta allí. Su mirada directa a mis ojos y su sonrisa cargada de mensajes, nos fue acercando hasta juntar nuestros labios. Sentía como se despojaba lentamente de su ropa y yo lo imité tratando de controlar mis movimientos para que nuestra desnudez surgiera a la vez. Con el bóxer como única indumentaria, el muchacho rodeó mi cuerpo en un abrazo intenso, sus fuertes manos rodearon mi cintura traspasando la frontera para llegar a mis glúteos. Para entonces nuestro beso era pura explosión, los labios abiertos dejaban que nuestras lenguas chocaran entre sí y se fundieran con fuerza ahogando nuestros quejidos de deseo y pasión. Notaba su sexo erecto y me apretaba aún más para no dejar de sentirlo en una batalla de sables ardientes.

lunes, 8 de septiembre de 2014

49. La sombra de la ex

Anoche cenamos juntos Ángel y yo. A punto estuve de pedirle que se viniera a dormir conmigo a mi casa. No lo hice porque está muy ilusionado con la noche en el parador de Santander que, según él, va a ser nuestra gran noche para el recuerdo. Y lo malo es que toda su ilusión a mí me acojona un poco por si ocurre algo que no funcione y se lleve la gran decepción del siglo. Ya he decido no tocármela ni para mear y así evitar tentaciones de masturbaciones para llegar el viernes con el saquito lleno y con necesidades como para poder funcionar aunque solo sea por instinto, ya que cuanto más lo miro, más nenito se me hace.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

48. Proyectando ilusiones

Hay algo de razón en eso de que traté a Ángel como si fuera mi pareja cuando le pregunté sibilinamente por lo que hizo tras las carreras, y sé que no tengo derecho para hacerlo, pero era más curiosidad que otra cosa, nada que ver con algo ni parecido a los celos. Es evidente que tenemos que hablar más de la rara amistad que se ha creado entre nosotros; a veces tengo la impresión de que está por mí, pero eso se me hace muy difícil de aceptar porque no sería nada lógico que un chaval que está en la flor de la vida y que para la gran mayoría es guapísimo, tuviera interés por un tipo de lo más corrientito como soy yo.

sábado, 30 de agosto de 2014

47. Curiosidad (in)satisfecha

Ya sabía que este fin de semana no me iba a ver con Ángel porque tiene carreras. Pero como yo no tenía nada que hacer se me ocurrió ir al hipódromo sin decirle nada solo por pasar la tarde. Como no pude entrar al paddock, desde las tribunas no pude ver ni a su padre (que también me hacía ilusión) ni al niño. Me gasté una pasta en las apuestas sin sacar ni un duro y al final la verdad es que estaba muy desilusionado por todo, por no ver a nadie, y por no ganar ni un euro.

miércoles, 27 de agosto de 2014

46. Sin etiquetas

En otra conversación le pregunté que si le gusta más tener pareja o dada su corta edad prefería ir como las mariposas de flor en flor, y tras un momento de indecisión me explicó que prefería tener pareja, pero que tenía que ser una pareja relajada, es decir, no vivir juntos todo el día, compartir casi todas las cosas pero viviendo cada uno en su casa, verse casi todos los días pero no necesariamente todos, y que cada uno tenga su propio mundo pero sin secretos. En una cosa sí me dijo que era tajante: debía ser una pareja totalmente fiel, pero con una fidelidad sustentada en la mutua confianza de manera que, llegado el caso, cada uno pudiera irse de juerga sana sin que hubiera celos de por medio.

sábado, 23 de agosto de 2014

45. El exhibicionista y el infiel del porno

Cuando ayer regresé de la Fábrica, pasé por la puerta de los servicios del intercambiador como cada día. Antes de estar metido en mi actual dilema con el niño, tenía la costumbre de echar una miradita a ver si había algún tipo interesante. No todos los días lo hacia porque casi nunca hay nada que valga la pena; siempre están los mismos viejos o los mismos inmigrantes sin dinero que no tienen otra opción que pescar en esos servicios cualquier cosa que les aplaque su calentura, porque ya sabemos que los deseos sexuales no entienden de grupos sociales ni de ricos o pobres. Justo al pasar vi a un tipo que ya conocí hace unos meses, un día que recuerdo con toda precisión y que os quiero contar.

Cuando entraba aquel día en los servicios coincidió conmigo en la puerta un tipo con algo de interés que iba saliendo. Cruzamos las miradas como para certificar nuestras identidades de maricones que estábamos allí para lo que sabíamos. El tipo era grande, rapado, de unos 45 años, casi grueso, vestido sin ningún gusto, un tipo que en un bar de osos pasaría desapercibido. Yo seguí hasta los urinarios con la esperanza de que el tipo se volviera y entrara tras de mí porque salir sin hacer el disimulo de orinar daba demasiado el cante. Esperé, pero no entraba y, perdida la esperanza, presté atención a lo que en ese momento los servicios tenían en oferta. A simple vista, nada fuera de la cutrería habitual, pero me llamó la atención la actitud de uno de los viejitos que parecía querer masturbarse con la vista fija en un punto; miré hacía el lugar que tanto interesaba a ese viejito y descubrí el motivo: en una de las cabinas, un chaval con pinta de golfillo estaba con los pantalones y slip bajado y con la puerta casi abierta estaba haciéndose una paja de cara a la gente para que lo vieran todos los que por allí pasaran. El chaval estaba encantado con su labor y solamente una mano sujetando la puerta como para cerrarla si era necesario, era la única precaución que parecía tener aunque mantenía los ojos casi cerrados de placer. El chaval de unos 24 años tenía una polla muy bonita, tiesa como se pone cuando está cerca de la corrida, de esas con un capullo grande y de una largura envidiable. Me esperé un poco para ver la salida de la leche pero en ese momento apareció un señor de los que están allí todos los días, se metió en la cabina con el chaval y cerró la puerta, dejándonos a los espectadores con las ganas de ver el final de tan gloriosa paja.

Me di por satisfecho con lo visto porque era mucho más de lo que normalmente podía sacar de estas visitas y salí de los servicios rumbo al metro. Entonces lo vi, sentado en un banco vigilando la salida, allí estaba el oso con el que me crucé al entrar. De nuevo miradas, luego una sonrisa tenue y no muy evidente que logró levantar al señor y seguir mis pasos. En un rincón discreto me paré para que me alcanzara. “Hola, ¿qué tal? ¿Tienes algo que hacer ahora? ¿Dispones de sitio? ¿Te apetece que estemos un rato?”. Bueno, las preguntas habituales y las respuestas de siempre. A los pocos minutos estábamos en un taxi rumbo a su apartamento, sabiendo apenas el nombre de cada uno y con la emoción de lo desconocido flotando en el estómago. El es de los que no ofrecen dudas sobre quién va a ser el activo y el pasivo, con solo verle las grandes manos con los bordes de las uñas un poco ennegrecidas propias de los que trabajan con grasa mecánica y con algunos cortes en los dedos por no utilizar los guantes, ya me imaginaba el tamaño de su polla relamiéndome de lo que me esperaba.

Pronto me vi en un piso pequeño pero nuevo con un dormitorio de cama grande y una televisión a los pies del catre. Me mandó desnudarme y me preguntó si quería que se duchase antes porque venía de trabajar. Me di cuenta que no le apetecía para nada ducharse en ese momento y a mí no me parecía bien quedarme en el dormitorio solo esperando como una puta. Le dije que me daba lo mismo y en un segundo estaba completamente desnudo frente a mí que aún mantenía el slip puesto. Sin mediar palabra sacó de un armario un CD y lo metió en un DVD que formaba parte del aparato de TV. En cuanto la película se puso en marcha el tipo se subió a la cama, se puso de cara a la pantalla, me agarró la cabeza dirigiéndola a su polla aún flácida y me la metió en la boca dejando muy claro que era lo que esperaba de mí. Debía de ser una película porno gay porque solo escuchaba voces de hombres en inglés ya que no podía verla desde mi posición de chupador. Cuando ya se la puse erecta me separé para quitarme yo el slip pero inmediatamente me agarró con fuerza la cabeza diciéndome: “sigue sigue no te pares”. Cuando ya empezaban a dolerme las mandíbulas el tipo la sacó de mi boca y entre alaridos se corrió. Apagó la TV cuando se tranquilizó y como si me viera por primera vez me pregunta: “¿tú quieres correrte?, ¿te dejo la película para que te masturbes?". A esas alturas mi erección inicial había desaparecido hacía ya mucho rato, además, su sudor había incrementado el olor corporal bastante desagradable que en un principio no le di importancia, su polla era bastante más pequeña que lo que debía corresponderle por su tamaño, nada que ver con la grandeza de sus gruesos dedos y además el tipo estaba esperando a encender el televisor si yo se lo pedía para mi paja y marcharse, probablemente, al baño a ducharse. En estas circunstancias le dije que no quería correrme y que me tenía que marchar ya mismo. Cuando ya estaba vestido y, más por cortesía que por intención de llamarle, le pedí el teléfono. Y fijaos lo que me contestó: que no me lo podía dar porque él tenía pareja desde hacía siete años y no quería que se enterase para nada de estas aventuras que de vez en cuando le gustaba tener. Y como para justificarse me dijo que a su pareja no le gustaban las películas porno que a él le encantaban y que nunca se la chupaba porque como su pareja era activa, siempre se limitaba a penetrarle y punto. Le dije que lo comprendía, pero que su relación de pareja me parecía demasiado falsa y le di el consejo de que hablaran mucho más para que supieran lo que realmente le gusta a cada uno, probablemente a su pareja por muy activo que fuese también le gustaría chuparla si le diera la oportunidad.

No fue el polvo de mi vida pero al menos tuve la posibilidad de tener una polla en mi boca que es mucho más de lo que se saca normalmente de los servicios públicos.

Ahora con la presencia de Ángel en mi vida tampoco es que tenga mucho sexo, pero no echo para nada en falta aquellas incursiones.

martes, 19 de agosto de 2014

44. Mucho por descubrir

No se me había ocurrido reflexionar en si el niño es activo o pasivo; en realidad, como nunca he pensado tener sexo con él, es algo que no me lo planteé hasta ahora. Por una parte, me parece que por su físico puede ser tan pasivo como yo, pero el hecho de que antes tuviera novia y se la follara en la casita de Ávila me abre la esperanza de que sea activo y si su polla guarda relación con la largura de sus dedos, seguro que la tiene muy larga, aunque creo que no muy gruesa, tal como se adivinaba a través del pantalón la noche en la sierra. ¿Sabéis?, no me importaría vérsela para poder imaginar cómo será la de su papá, porque esas cosas se deben heredar. La pena es que yo sigo hablando con su hijo en vez de lo que a mí me pondría a cien por hora, un ligero interés de su padre por mí. Pura fantasía.

Pero no quiero ser injusto con Ángel porque se preocupe de mí. Lo justo sería decir que es una suerte ya que el chaval de verdad que es un encanto. Hablamos todos los días y anoche me dijo una cosa con doble sentido que yo hice como si no lo hubiera oído: eran las doce de la noche y me decía que estaba ya acostado en su cama, que estaba cansado todo el cuerpo menos una parte que se rebelaba a descansar y que yo hubiera sido la persona ideal para que, de haber estado a su lado, poder tranquilizar esa parte indómita que probablemente no lo iba a dejar dormir. Ya supondréis de quién me estaba hablando, de la que yo creo que debe ser larga y flaca. Cambié de conversación haciéndome el tonto, pero extrañamente no se me olvidan esas palabras.

Confieso que en algún momento me pasa por la cabeza tener sexo con el niño. Creo que no sería una buena idea porque pueden ocurrir varias consecuencias y algunas de ellas malas. Supongamos que follamos y se decepciona con mi cuerpo o con mi polla o con mi actitud pasiva; eso acabaría con esta relación que es muy linda, pero únicamente desde la castidad. O podemos suponer que le gusta mi actuación en la cama y se enamora más completamente. Dado que yo veo difícil que formemos pareja, sería un palo para el niño; pudiera pensar que después de follado lo quiero perder de vista. Y yo quedaría de puta pena al ver que lo único que yo pretendía de él era tener sexo. Complicado el asunto, ¿verdad? A mí me parece que de momento las cosas deben seguir así y si hay alguna decepción, que sea de índole platónica que siempre duele menos.

Para este fin de semana vuelve a correr uno de los caballos de su padre y estará ocupado en el hipódromo. Ya le he dicho que yo no voy a ir (y lo siento por no poder ver a su papá), sin embargo, me ha prometido que en breve nos iremos a algún lugar los dos solos.

viernes, 15 de agosto de 2014

43. Una tarde en las carreras

El viernes le quería proponer a Ángel irnos el fin de semana a algún lugar que le apeteciera pero en plan de hotel, con objetivos solamente turísticos y un poco por compensar el detalle tan bueno que tuvo llevándome a su casa de Ávila. Se lo comenté, pero todos mis planes se fueron a la mierda; resulta que él tenía un compromiso para el sábado y además tiene el trabajo para la facultad. Se dio cuenta de mi decepción y entonces me propuso algo que sin pensármelo mucho acepté. Y debería haberlo pensado más porque pasé un sábado complicado, con muchos momentos de tensión, pero al final la experiencia a toro pasado la califico de interesante.

Resulta que su padre es dueño de una cuadra de caballos entre los que tiene algunos dedicados a las carreras. El sábado en plena temporada de carreras en el hipódromo de La Zarzuela, dos de sus caballos corrían, siendo esto todo un acontecimiento en la vida de la familia de Ángel . Por tanto era impensable que no acudiese su hijo, pero este niño, que es un manipulador y le gusta enredar las cosas, me dijo que me esperaba en el hipódromo y así podernos ver entre carrera y carrera. Como nunca antes había estado en ese lugar me pareció buena idea y allí que me tienes con un día espléndido rodeado de gente pija y más perdido que un burro en Carrefour. Con la de gente que había pensé que no nos encontraríamos, pero olvidaba que el niño es un lince y se mueve en estos lugares con gran habilidad. Al momento me lo encontré junto a mí tirando de mi brazo hasta llevarme a una zona muy exclusiva (se llama paddock) donde solo están los propietarios de caballos y autoridades. Sin darme ni tiempo de protestar o al menos tratar de huir de ese lío, me encontré dándole la mano a un señor de esos que solo con verlos te sientes medio mareado de lo interesantes que son, un señor de unos 50 años, pero que estaba como un tren y que era, como ya habréis imaginado, el papá propietario. Me presentó como un compañero de facultad (cuando luego le reproché que me colocara como universitario con mi edad, me dijo que tenía muchos compañeros de mis años y algunos con bastante más) y a los pocos minutos me vi con un wiski en la mano y charlando con el papá de informática y de caballos. Como de ninguna de las dos cosas tengo ni idea lo pasé fatal. Afortunadamente, este guapísimo señor es un enamorado de la hípica y cuando le pedí que me enseñara cosas de caballos, el señor se convirtió en mi maestro particular. El problema es que como pijo y con dinero resulta un poco pedante, pero yo se lo perdono. Ya descubrí cúal es mi hombre ideal: uno que tenga el cuerpo del padre de Ángel y el carácter del propio Ángel. ¡Umm, como para soñar...!

Allí estaba dando saltos en la tribuna durante la carrera donde el caballo por el que aposté quedó en segundo lugar. En la otra apuesta que hice tuve peor suerte y quedó el último.

También me presentó a su mamá: una señora ridícula únicamente preocupada de que su sombrero estuviera bien colocado y de que su vaso estuviera siempre lleno. La hermana mayor de Ángel, sin embargo, es muy parecida al niño, simpática y muy llana; me invitó a que cualquier día fuera al picadero donde tienen sus caballos para enseñarme a montar. Le agradecí la invitación, pero es seguro de que nunca la aceptaré. Se ven demasiado altos los caballos vistos de cerca y seguro de que yo encima de uno de ellos no aguanto ni tres pasos que dé el pobre animal.

En general lo pasé bien, sobre todo después de pasar el sofocón de las presentaciones. Esos primeros momentos fueron durísimos. Al niño es al que menos vi en toda la tarde, siempre estaba de un lugar a otro, que si con el yoquey, que si apostando, que si saludaba a uno, que si corriendo a la cuadra a ver cómo había terminado el caballo. En realidad, a mi solo me prestó atención al principio y al final, entre medias, me tenía que conformar con un guiño de ojos cuando pasaba a mi lado o todo lo más con un apretón en el brazo mientras me preguntaba qué tal lo estaba pasando.

Al final me invitó a cenar a un restaurante con toda la familia para celebrar el segundo puesto de su caballo, pero yo me inventé una excusa para no ir. Eso hubiera sido demasiado y ya tenía bastante con toda la tarde en tensión y con la sensación de estar fuera de lugar.

El domingo me llamó por la tarde para decirme que después de cenar estuvieron en una discoteca hasta las cuatro de la madrugada y que se había levantado con una terrible jaqueca que seguro le fastidiaría a la hora de trabajar en su proyecto de la universidad.

Cuando llegué a mi casa el sábado me di cuenta de que estaba más caliente que un palomo cojo. Seguramente el papá de Ángel me había revolucionado la líbido y sin pensármelo mucho me metí en la Olimpo a ver qué pillaba. Y pillé la misma mierda de siempre, estaba abarrotada de gentuza, tan solo dos o tres tipos merecían la pena, pero claro lo de siempre: esos ni me miraban. En el vapor le metí mano a uno que parecía tener buen cuerpo y aceptó venir conmigo a la cabina, pero cuando me vio fuera a la luz no debí gustarle nada porque me dijo que le perdonara que se estaba haciendo tarde y que se marchaba ya a su casa. No me quedó otra opción que entrar al cuarto oscuro y descargar allí sin saber con quién. Cuando me estaba vistiendo para irme aún pude ver al tipo que tenía tanta prisa entrando de nuevo al vapor. Cada vez lo de las saunas me parece más inhumano y más asqueroso, pero al final es donde acudimos todos los que tenemos la necesidad de descargar y ya nos aburre nuestra mano, aunque el sábado al final también terminé con mi mano, con la diferencia de que en vez de estar en mi cama, estaba incómodamente en ese sucio cuarto oscuro y con la polla de un desconocido en la boca.

martes, 12 de agosto de 2014

42. Estrategias de Ángel

Estoy un poco perdido, lo reconozco. Por una parte ―como ando tan falto de cariño―, cuando aparece un niño que es todo amabilidad, tan correcto, tan condescendiente conmigo, que te hace sentir tan bien a su lado, la cosa se complica en mi interior. Pero no puedo olvidar cómo es esa personita, que apenas dejó de ser adolescente, tiene un cuerpo no tan varonil como los que habitualmente acostumbro disfrutar y no sé cómo reaccionaría ante la posibilidad de tener algo más con este niño.

El domingo me dijo que esta semana estaba muy liado en la facultad y que tenía mucho que estudiar y terminar un trabajo complicado para presentar en septiembre. No le di importancia a esas palabras en ese momento, pero cuando pasaba el lunes y no recibía ninguna llamada de él, entonces no me salían de la cabeza. Me pasé el día mirando el teléfono por si había alguna llamada perdida que no hubiera escuchado. Yo sé que no estoy enamorado ni nada de eso, pero hacía mucho tiempo que no me sucedía tener esta desazón con el teléfono por esperar la llamada de alguien. Pensé en llamarlo yo, pero creo que eso sería contraproducente. No quiero que Ángel piense que yo siento algo por él y eso nos lleve a una situación embarazosa. Además, ya hablamos de cuál debía ser el tinte de nuestra relación, y la cosa quedó muy clara en que seríamos únicamente amigos.

Ayer lunes, hasta que me llamó, estuve igualmente obsesionado con el teléfono, y esto en realidad me preocupa un poco porque no tiene sentido, ya que el niño, por muy amable que sea y por mucho que me suba el ego con sus palabras cariñosas hacía mí, no puedo olvidar su edad ni su cuerpo algo alejado de lo que me ha gustado siempre. Sé que dentro de unos años va a ser un auténtico trueno porque ya es muy guapo, pero, claro, en la actualidad sería el sueño de esas niñas adolescentes que se pirrian por los actores jóvenes de la tele, pero no para un tío que lo que busca es un hombre hecho y derecho aunque sea feo.

Pues ayer solo me llamó una vez y, efectivamente, me contó lo liado que está con un trabajo de programación y que encima tiene que hacerlo en equipo con otro chaval y una chica, compañeros de su clase, y se justificó el que no llamara porque al parecer estos compañeros no se despegaron de él ni para mear y ante ellos no quería llamarme porque no podría hablar con libertad.

Como comprenderán, yo tuve que tomarme el esfuerzo de hacerle creer que no me importaba que no me hubiese llamado. Le dije que yo también estuve liado con otras cosas y que llamase cuando pudiera, que atendiera, sobre todo, sus estudios y a sus otros amigos. Claro que hoy aún no me ha llamado y ya estoy empezando a mosquearme.

Aunque me parece muy difíci,l tengo la sensación de que le intereso algo a este chaval (¡que lástima que no tenga veinte años más!), y que está tratando de hacérmelo entender, pero como ya dejamos las cosas claras, anda despistado. También he pensado que su silencio de estos días quizá sea una estrategia para que yo me fije más en él. Si es así, lo ha conseguido.

La otra tontería que he hecho ha sido comprarme el marca para leer cosas de deporte y estar más enterado y así poderle seguir mejor sus conversaciones de asuntos deportivos. Claro que son las musculosas y eróticas piernas de los futbolistas fotografiados lo único que se me queda en la memoria.

Son chorradas, pero para una vida tan monótona como la mía cualquier suceso es un mundo.

Lo jodido es que se me ha metido en la cabeza este chaval y no sé por qué; bueno, sí que lo sé: más que nada por su forma de ser tan amable, tan exquisita y su forma de mirarme que me hace sentir como que soy aún alguien en la vida.

Tiene exactamente 23 años aunque aparenta alguno menos; es de esos chicos que tardan en terminar de hacerse, al menos de hacerse como yo lo quisiera ya de terminado. El pelo rubio y un poco largo lo hace parecer más joven inclusive, aunque 23 años se me hacen demasiado pocos.

Para ser del todo sincero, tengo que reconocer que anoche antes de dormir recordé la preciosa calentura del chaval en la casita de Ávila. Al largo y erecto pene que mostraba su relieve a través del pantalón apenas le mostré atención en aquel momento, pero ese instante lo tenía impreso en mi cabeza, de tal forma que mi polla también adquirió volumen y puso mi mano a trabajar para encontrar el apacible sueño.

viernes, 8 de agosto de 2014

41. Fin de semana diferente

Resulta que seguimos hablando todos los días un par de veces y el viernes me propuso la idea del viaje a un pueblecito que está en la sierra de Ávila, donde tienen sus padres una casita que nunca utilizan y me propuso ir para que la conociera. Así pues en su pequeño cochecito (que él conduce demasiado rápido) nos fuimos el sábado después de comer a charlar a esa casita. Y digo lo de charlar porque es lo único que hacemos. Yo ya le expliqué que me gusta su amistad y lo paso bien con él, pero que entre nosotros no puede haber otra cosa porque ni yo soy su tipo (aunque de vez en cuando me dice cosas como muy amables y así de pasada) y él tampoco es el tipo de hombre que a mí me pone. Me dijo que estaba de acuerdo y que le parecía muy bien esa puntualización. Una vez aclarado este asunto las cosas entre nosotros funcionaban bien. Es un chaval muy inteligente y tiene esa locura de la juventud que me viene bien para sacarme un poco de esa rutina frustrante en la que últimamente estoy metido.

Lo de ir a esa casita me pareció una pequeña locura de esas que solo la gente joven suele hacer, pero al final me llegó a ilusionar. Siempre estaba la posibilidad de volvernos enseguida si las cosas no resultaban. Y a punto estuvimos de volvernos al ver las malas condiciones de esta casita que es bastante viejita no tiene calefacción, ni apenas comodidades: es un lugar como para ir en verano para huir del calor de Madrid. Sin embargo, estábamos preparados para las noches, ya que refresca muchísimo por estar en tanta altitud. Cuando anocheció nos liamos al encender la chimenea, no tanto por el fresco que empezaba a notarse, sino por hacer algo diferente. Resultó que pronto el ambiente se empezó a caldear y como el sitio es muy pequeño, la leña fue dándole al recinto un calorcito muy acogedor y sin despegarnos ni dejar de echar madera al fuego pasamos un buen rato acompañándonos de una botella de wiski que Ángel había robado de su casa de Madrid.

Este lugar que se ve bastante abandonado. Al parecer solo lo utilizaba Ángel cuando venía con su novia a pasar alguna noche para follar. A la hora de dormir pusimos un colchón al lado de la chimenea y buscamos una ligera manta que encontramos por los dormitorios. A pesar del wiski y de lo que habíamos hablado noté que Ángel se había excitado en cuanto no acostamos en el colchón. Como si no me hubiera dado cuenta y haciéndome más borracho de lo que estaba, pronto me hice el dormido aunque con lo duro del suelo que se notaba a través del colchón y la situación un poco rara, apenas pude conciliar el sueño. Ángel en un momento dado se levantó muy despacio para no despertarme y se metió en el servicio. Pensé que solo iba a orinar, aunque lo mucho que tardó en salir me dio la pista de que se había regalado una buena paja, cosa que me confirmó el olor a semen que traía consigo y ratificó mi apreciación de su calentura.

Entre la bebida, la situación acogedora frente a la chimenea, quizás por el recuerdo de polvos anteriores con su novia, todo eso le hizo albergar esperanzas de una noche de sexo aunque no fuera con el hombre de su vida. Pero yo lo tenía muy claro y aunque me lo planteé por el conjunto de circunstancias que estaban a favor, decidí que no era conveniente hacer sexo con el niño, primero porque no sería el polvo de mi vida ni mucho menos, y sobre todo, porque se rompería el buen rollito de amiguetes que llevamos. Así, pues, seguí haciéndome el dormido hasta que ya noté que él se había dormido casi de madrugada, y entonces es cuando yo también caí rendido en un profundo sueño hasta las once de la mañana.

Nos despertó la fuerte luz que entraba por las desvencijadas ventanas y no fuimos a Ávila capital a desayunar, dar una vuelta por la ciudad, que es muy linda, y, después de ponernos hasta el culo de cordero asado a la hora de comer en un lugar que Ángel conocía, nos vinimos a Madrid.

Me pregunto si hice bien en no darle al viaje ninguna connotación sexual. El chico es listo y muy maduro en sus conversaciones y actitud, tiene un cuerpo más juvenil de lo que yo hubiera deseado, y eso que no lo vi sin ropa, porque nos acostamos con lo que llegamos. Encima, anoche me llama para darme las gracias por el buen fin de semana que, según él, yo le he proporcionado, cuando en realidad la idea fue suya y todo el plan lo montó él.

En definitiva, ha sido un fin de semana diferente, sin Chueca ni malos rollos, aunque no sé por qué no tengo la conciencia muy tranquila. ¿Quizás están fluyendo en mi cabeza sentimientos inesperados?

lunes, 4 de agosto de 2014

40. Conversaciones en la noche

Dos veces me llamó Ángel ayer. Por la mañana desde su facultad y por la noche desde la intimidad de su cuarto. Ya comenté ayer que el chaval es muy agradable y un buen conversador. En realidad es él quien lleva el peso de nuestras conversaciones, le gusta contarme de todo. El problema es que a su edad apenas le han ocurrido cosas interesantes y la mayoría de sus charlas se limitan a asuntos intrascendentes, cosas de cine (le gusta mucho y sabe cantidad de chismes y anécdotas de todos los actores de actualidad); sobre moda también está muy ducho y sobre todo de deporte, algo que para mí me suena todo a chino.

Entre las cosas que me contó de cierto interés está la de uno de sus profesores de la facultad y está casi seguro de que es gay. Dice que se lo ha notado en la forma de mirar a ciertos alumnos con los que tiene una especial predilección (entre los que se incluye él) y que a las chicas no les hace ni caso, y cuando se dirige a ellas lo hace con desgana y porque no le queda más remedio. Me decía que alguna vez ha coqueteado con ese profesor aunque de manera muy sutil, solo con la mirada y algunos gestos, pero lo suficiente como para que se diera cuenta. Por la posición de profesor tiene que tener mucho cuidado de no ponerse en evidencia y me dice Ángel que se le nota cómo lo pasa de mal por tener que contenerse. Me imagino el juego de sutilezas que deben llevar los dos y lo difícil que le puede resultar al profesor tener que contenerse y renunciar a un chaval que, si le gustan los jóvenes, es un bombón.

Siempre he pensado que si eres gay, no debes dedicarte a ciertas profesiones, y menos a las que te dan poder sobre otros hombres, como puede ser la de profesor, la de militar con mando o la de entrenador de un equipo. Incluso pondría a la profesión de médico entre las de cierto riesgo, porque también un doctor está en posición de dominio sobre el enfermo que se pone en sus manos. Naturalmente estoy hablando de personas con poco control de sí mismos, con una floja personalidad, y de gente que no tiene escrúpulos. La mayoría de los profesionales saben separar sus gustos de su profesión, aunque a veces lo tengan que pasar mal por aguantarse, como supongo que le pasa al profe de Ángel.

A la conversación de la noche el niño le ha dado un tono bastante más intimista. Sin que yo le diera pie me contaba que solo llevaba el pijama puesto, que se acababa de bañar o que había estado mirando la ropa interior de su hermana que al parecer es una de sus aficiones secretas. Aunque no me lo dijo, supongo que su afición no será solo mirar esa ropa interior, imagino que será también ponérsela. Como yo no le seguí la corriente en ese tipo de conversación, enseguida cambió el tono y hablamos de cosas normales. Y es que con un bebé así me resulta violento tocar temas delicados o entrar en juegos seudoseróticos. Me daría la impresión de estar haciendo algo sucio, y eso no me provocaría ningún morbo.

No me vendría mal algún consejillo con respecto a esta «nueva amistad» que me cae bien pero que tiene muchos inconvenientes.

viernes, 1 de agosto de 2014

39. Ha llegado un ángel

Pero mi capacidad para meterme en líos no termina aquí, resulta que el chaval de dieciochoañero que dejé con ellos me llamó ayer por teléfono. Yo no le había dado el número, pero el chaval que no tiene un pelo de tonto, se lo pidió a esta pareja que sí lo tiene y, ni corto ni perezoso, me llamó. El chico se llama Ángel está estudiando en la facultad de informática y vive por Aravaca, por su aspecto me da la impresión de que viene de familia acomodada.

La excusa para llamarme era darme las gracias por haberle informado de las cosas buenas y malas de Chueca y porque, al parecer, le he caído bien.

Como comprenderán, lo primero que hice fue preguntarle cómo le había ido con la pareja del sábado y me alegré cuando me dijo que solo estuvo un poco más con ellos, porque lo que le estaban sugiriendo no le causó buena impresión y ninguno de los dos señores le parecieron buena gente. Textualmente me dijo que los vio como muy salidos, muy directos y sin ninguna sensibilidad, algo que yo comparto con el chaval totalmente. Al parecer, solo estuvo con ellos el rato suficiente como para pedirles mi teléfono. Muy amablemente me reprochó mi huida tan precipitada porque él esperaba seguir charlando conmigo algo más. El chico es muy agradable, no tiene nada de pluma, hace deporte y eso se nota en sus formas y maneras de manejarse; casi ni tiene barba todavía, su cuerpo aún no se ha desprendido de ese descolocamiento clásico que tienen los chavales que no se han terminado de formar del todo. Me imagino que estar acostado con él debe ser una sensación nueva para mí, reconozco que me sube algo la moral el que se haya fijado en alguien como yo y se tomara la molestia de averiguar mi teléfono para llamarme. No creo que yo le guste físicamente, pero como me porté amablemente con él y no le propuse nada, pues eso le gustó, nada que ver con la zafiedad de la pareja conocida que, según me contó, fueron muy directamente al grano y eso a un chaval que está empezando en el ambiente y que por la edad aún debe creer en el romanticismo le pareció de puta pena.

Me han preguntado que quién entró a quién, pues fue el chaval el que me preguntó por el Black and White, porque de los que estaban a su alrededor en la calle de Hortaleza, yo debí parecerle el más evidente y por lo tanto el que pudiera indicarle bien. Lo que me inspiró el chico fue un poco de pena y por eso lo previne de las características del local por el que me preguntaba. No le pegaba nada ir a ese lugar, le dije que estaría mejor en el Long Play, pero ese sitio sí lo conocía porque fue antes con su novia y no le gustó el ambiente demasiado juvenil y este niño lo que busca son hombres. Por esto mismo pienso que no me parece que yo sea lo que busca como para ligar, yo de hombre solo tengo la edad y un ligero aspecto, probablemente me tenga en consideración como un posible amigo que le guíe por el ambiente.

Es una historia que me recuerda a la de Ben. Por lo visto solo tengo cierto éxito con los críos que buscan un hermano mayor, aunque lo de este chaval me parece mejor porque se le ve mucho más espabilado y sobre todo sin traumas raros e incluso de aspecto es mucho más guapo. Sin embargo, en principio veo difícil que yo pudiera excitarme con un niñito así. ¿Será que es bueno tener experiencias con jóvenes? Seguramente hay a quien sí le haya servido y de vez en cuando les atraiga la idea, pero ya he comprobado otras veces, sobre todo en las reuniones de Vallecas, que el sexo con la gente joven es como tomar una sopa sin sal, o un pastel sin azúcar, resulta insípido, soso y aburrido; nada que ver con la morbosidad y el gustazo que te proporciona estar y sentirse manejado por un hombre y si es un hombre de verdad (es decir medio hetero), muchísimo mejor. Pero en esta vida todo puede suceder. ¿Vosotros qué pensáis?

Estuvimos hablando un ratito y cuando nos despedimos me pidió permiso para volverme a llamar. Es muy correcto y educado, y naturalmente le dije que me llamara cuando le diese la gana e incluso podríamos vernos cualquier día para seguir charlando.

Sigue muy presente la regla de oro que dice que a nadie le gusta lo que encuentra y lo que busca no lo encuentra.

miércoles, 30 de julio de 2014

38. Desenmascarado ante un novato

¡Vaya corte que me llevé el sábado!

Por la fuerza de la costumbre, me acerqué a Chueca (¡cómo no!) a tomar algo y echar una miradita al personal, porque la llegada del buen tiempo, ya sabéis, invita a salir. Ligué por la calle con un chavalito de 18 años, estudiante y despistadísimo en la zona, un pardillo que acabará en las manos de cualquier aprovechado que no sea como yo y que además le gusten los niños.

Me preguntó por el Black and White, que dónde estaba y que cómo era el sitio. Le dije que era de lo peor para un chico de su edad porque lo confundirían con chapero y ya nos enrollamos. El chaval acaba de definir sus gustos sexuales; rompió con su novia hace dos semanas y anda como loco por follar con hombres ahora que ha decidido ser coherente consigo mismo y con los gustos de su corta vida. El chico no paraba de hablar y no sabía cómo deshacerme de él porque estábamos sentados en la plaza donde todo el mundo nos miraba, sobre todo a mí, tachándome de infanticida ¡como si a mí me gustara eso!

Estaba yo preparando la excusa para marcharme cuando nos vio una pareja que yo conozco y que hace poco estuve follando con uno de ellos en mi casa, poniéndole los cuernos al otro. Se sentaron con el niño y conmigo y ni el nombre sabía del chaval para presentárselo. Apenas hablamos del tiempo para empezar cuando de repente me suelta al que le pusimos los cuernos: «Ya sé que mi pareja ha estado follando contigo». Me quedé blanco, no me salían las palabras del cuerpo y ni siquiera me atrevía a salir corriendo. Su tono no era muy de reproche, sino más bien como de cachondeo y, como vio que yo era incapaz de decir algo, agregó: «No te preocupes que ya me lo contó todo y hemos decidido ser pareja abierta, aunque aún estamos en los inicios y no sabemos muy bien ni qué hacer ni cómo irán las cosas».

Vaya corte. ¡Apenas aguanté media hora más! y puse una excusa para marcharme, pero antes nos propusieron al niño y a mí la posibilidad de hacer una cama redonda entre los cuatro porque se pensaban que yo estaba con el chaval emparejado o al menos para follar. Les aclaré la cuestión de que nada de nada al menos conmigo y se quedaron allí los tres planeando algo así como un trío entre ellos, aunque yo al niño no lo veía muy entusiasmado. No me quedé para ver en qué terminaba ese lío tan raro y los dejé a su suerte, bueno, en el caso del chavalín, de su mala suerte, porque lo más probable es que recibiera el primer palo de los muchos que recibirá a lo largo de su vida en Chueca.

Lo pasé muy mal cuando el tío me soltó de sopetón que ya sabía que me había acostado con su pareja. Deberían habérmelo dicho en su momento que eran pareja abierta, pero creo que entonces aún no lo eran y que lo decidieron después de mi encuentro con el más feo de los dos.

domingo, 27 de julio de 2014

37. El desenlace del párroco y el colombiano

Estoy un poco deprimido. El sábado me vi con Pablo y nada fue como yo esperaba. Estuvo muy atento, me agradeció mil veces que le sacara el lío del colombiano de encima, hablamos mucho de todo, pero... ya desde el principio me dejó señales de que entre él y yo no podría haber nada: que si está muy entregado a su trabajo, que si sus encuentros carnales los quiere sin nombres y sin rostros, que si lleva muchos años que no se involucra con nadie porque adora su ministerio sacerdotal y es lo que más le recompensa en la vida, que si su mayor sacrificio es vencer la tentación y cada vez lo consigue más fácilmente... En fin, que el guapo sacerdote solo me puso trabas para que no se me ocurriese ni siquiera pensar en rozarle la mano. Como todos los curas, habla muy bien y te envuelve de tal manera que casi le tuve que dar las gracias por no darme ni la más mínima oportunidad.

Con la moral por el suelo, lo acompañé a la estación de autobuses y no se me ocurrió ni siquiera entrar a los servicios a ver qué ambiente había. Me fui a casa y no he salido hasta hoy.

Hablé con Paquito. Él al menos está feliz. Se ha quitado al colombiano de en medio y me dice que ahora cuando está caliente se va a la sauna, alquila al chapero más guapo y por treinta euros le hace de todo y, como paga, les exige y no les queda más remedio que acceder a todas sus guarrerías. Me contó que el otro día después de estar un buen rato con un chico, como se negó a chuparle el ojete del culo, lo despidió y se ahorró los treinta euros. Otro día, como el chapero no logró mantener la erección para metérsela, tampoco le pagó. Y es que, con lo feo y repugnante que es Paquito, debo reconocer que hay que ser muy buen profesional para simular entusiasmo con él. Os aseguro que ni por todo el oro del mundo estaría sexualmente con un tipo con un físico como el suyo. No piensen que estoy hablando mal de mi amigo; esto mismo se lo he dicho a él miles de veces y él sabe que realmente es feo.

También hablé con otro amiguete que conozco hace muchos años y que está emparejado desde hace tres años. Me dijo que ya empiezan a tener problemas y para superarlos se marchan a pasar unos días a Tenerife. Me encantaría ir a esa isla, pero, claro, en compañía de alguien. En cuanto me lo dijo, me entró el mono de Tenerife.

jueves, 24 de julio de 2014

36. Cambio de ciclo

Gracias a todos los lectores por hacer que este blog creciera y por haberlo hecho suyo. También por cada uno de sus comentarios los cuales leo y que los hace partícipes de la historia de Rafael.

A veces veo que son sucias y sin sentimientos las entradas que publico, pero si miramos la realidad: cuántos homosexuales en este mismo momento están en las aplicaciones gais del móvil, los chats, las saunas... En las historias de Rafael se cuenta lo que vive y cómo lo percibe. Pero él también busca el amor, ese príncipe azul que todos anhelamos y que por desgracia no llega o si llega, lo dejamos ir. En muchas de las publicaciones hay sexo: es lo que se cuece, hoy por hoy, en el ambiente. Todos tenemos necesidades fisiológicas, ¿quien no ha tenido sexo con el primero que le sonríe? Hay algo curioso que veo en los bares y discotecas, besamos con más pasión a un desconocido que a nuestra propia pareja. Y en esa búsqueda desenfrenada de encontrar el amor vemos torsos, abdominales, penes, culos, centímetros... pero nunca miramos más allá, nos conformamos con un polvo o dos como máximo, ya que tenemos una oferta muy variada en algunos chats y en aplicaciones gais del móvil.

Se cierra un ciclo y se abre otro con nuevas aventuras más excitantes y así se conocerá más a Rafael y se desvelarán algunos interrogantes que quedaron abiertos en historias anteriores.

Mis más sinceros agradecimientos a mis lectores y a los nuevos que se unirán a partir de ahora en esta segunda etapa. Seguiré publicando como hasta hora.

martes, 22 de julio de 2014

35. Morbosa situación

Esta mañana me ha pasado algo que no me ocurría desde hace muchísimos años. En el autobús para venir a Guadalajara se acomodó en el asiento de al lado un chico de unos treinta y algo, con pinta de mecánico y de los que pasan desapercibidos por no ser ni muy guapos ni muy feos.

Apenas arrancó el bus abrió las piernas dejando reposar la que lindaba con la mía sobre mi muslo. En principio no le presté atención porque a esas horas mucha gente se queda dormida y pierde la compostura, pero siguiendo esa intuición que los gais tenemos para encontrar oportunidades, mantuve la pierna en contacto con la del mecánico. Observé que el chico no tenía los ojos cerrados y la presión de su rodilla era cada vez más intensa. Sospeché que ambos teníamos toda la atención de nuestros cuerpos centrada en el punto de contacto, cada vez más ardiente e intenso.

La confirmación me llegó visualmente cuando pude distinguir claramente su abultado pantalón a la altura de su bragueta. Mi respuesta fue inmediata y con mi corazón latiendo apresuradamente como cuando era adolescente, en un movimiento rápido me coloqué la polla de forma que se distinguiese claramente a través del pantalón y mostrase también su erección a simple vista. Las piernas continuaban apretadas y las respectivas pollas esperando la mano vecina que calmase su impaciencia. Lo malo es que en verano ninguno de los dos llevábamos una prenda en la mano para colocarla estratégicamente sobre nuestras piernas y así actuar bajo ella y, además, en los asientos paralelos viajaba una chica joven que podía ser testigo de cualquier acción que iniciáramos.

De pronto desde el suelo el chico elevó una mochila y se la colocó sobre sus rodillas tapando en parte la visión de la vecina que ni prestó la menor atención a ese gesto. El chico abrió la mochila y se puso a rebuscar algo mientras me miraba de reojo. Era la señal. Puse mi mano en su pierna y él respondió apretando la suya aún mas. Palpé a través de la tela de su pantalón un miembro grande y duro que apuntaba en mi dirección. El chico con la mano que le quedaba libre de sujetar la mochila, se desabrochó el botón de la cintura de su pantalón y bajó un tramo su cremallera a la vez que se estiraba en el asiento y encogía ligeramente el vientre para mostrarme el camino que no tardó ni un segundo en seguir mi mano. Atravesé el pantalón y el calzoncillo y pronto sentí el tremendo calor de su polla que, con un placer intenso, rodeé enteramente recorriendo toda su superficie desde los abundantes pelos de su pubis hasta el mojado capullo repleto de líquido preseminal. Jugueteé con mis dedos por la suave y deslizante superficie de su tremendo glande, ya que otros movimientos eran complicados de hacer en la apretada y ardiente área de maniobrabilidad que tenía. Las palpitaciones de semejante polla eran casi violentas, tanto que pensé que en cualquier momento mis dedos se llenarían de semen. El rostro del chico era todo un espectáculo tratando de aparentar calma pero con la respiración cada vez más acelerada. La parada en Torrejón me obligó a desprenderme con prisa de aquel preciado tesoro y con los dedos aún húmedos esperé al inicio de la marcha para entrar de nuevo a la apetecible cueva de difícil acceso.

Pero para mi desesperación el chico bajó la mochila al suelo y pude ver cómo había cerrado el botón y subido la cremallera como para dar por finalizada la experiencia. No tardé en comprender el porqué de su recomposición: la próxima parada de Alcalá llegó apenas unos minutos después y el chico abandonó el autobús no sin antes dedicarme una muda sonrisa de agradecimiento y resignación. En la última visión que tuve de él aún pude distinguir su generosa erección a través de su pantalón de trabajo. Yo estuve empalmado hasta que llegué a los servicios del trabajo, donde una gloriosa y acuciante masturbación me devolvió a la dura realidad.

sábado, 19 de julio de 2014

34. Amargo secreto

Fui a Vallecas a la reunión de Basurto, aunque no con muchas esperanzas de salir contento, pero, bueno, como me dijo que esperaba a unos maduros muy interesantes, pues allá me fui.

En efecto llegaron tres señores maduros, pero escasamente interesantes y, además, apenas me prestaron la mínima atención que debían cuando les tocaba conmigo. Estaba claro que iban a por los jovencitos y de estos había un montón como para que yo les interesase. Pero me llamó la atención un chaval que estaba allí como fuera de lugar: apenas estaba con otros, no se despegaba de Basurto que no paraba de animarlo para que participase más en el grupo y era obvio que no estaba a gusto en el lugar. Quizá por ser los dos únicos que no estábamos pasándolo bien nos acercamos el uno al otro.

El chico es más bien feíto, tiene una cara bastante normal y el cuerpo tirando a gordito, lo que le daba aspecto de más mayor. Sin embargo, tenía una mirada muy limpia, entre asustada y complaciente y, a pesar de sus rasgos un poco bastos, se le notaba que era estudiante más bien blandito. Nos pusimos a hablar y me contó que era la primera reunión a la que asistía, que había contactado con Basurto por Internet y este lo convenció para que viniese, que le gustaban mayores pero ninguno de los tres señores que allí estaban y que en cuanto pudiese se marcharía. Me ofrecí a acompañarle más que nada para salir yo también del garaje, ya que con los que estuve «jugando» apenas me habían excitado y el local estaba frío tanto de temperatura como de ambientación.

Ben (se llama Benjamín pero prefiere que lo llamen Ben) tenía el coche bien aparcado, así fue que decidimos no moverlo y entrar a una cafetería cercana, allí mismo en Vallecas, a tomar un café que nos calentara un poco el cuerpo. Estuvimos charlando casi tres horas y cuando nos separamos ambos teníamos la impresión de haberlo pasado bien. Pero lo que más me impresionó fue su historia familiar: resulta que él es hijo único y aunque Ben ya sabía que sus padres no se llevaban bien, al menos están juntos y mantienen una imagen de familia modélica. Ben supo desde pequeño que era gay, más o menos como nos pasa a todos que creemos que somos unos bichos raros y que tendremos que estar ocultándolo de por vida. Pero en una excursión por Chueca conoció a otro chico de su edad que estaba mucho más espabilado y le enseñó todo lo que hay que saber del ambiente. Entre lo que le enseñó estaba la sauna, donde se estrenó sexualmente y le maravilló ver lo fácil que era estar con hombres. Como por la edad era muy tímido, donde más a gusto estaba era en los cuartos oscuros, porque allí no tenía que hablar ni que lo vieran, pues se ruborizaba cuando se dirigían a él. La cuarta vez que fue a la sauna se metió rápidamente en el cuarto oscuro para solucionar sus urgencias sexuales propias de la edad y marcharse cuanto antes a la facultad para no perder todas las clases. En la oscuridad encontró a un señor que le pareció guapo y estuvo con él haciendo de todo hasta que se corrieron los dos. Cuando el señor le dio las gracias Ben se quedó muerto, había reconocido la voz y cuando salieron del cuarto oscuro vio que efectivamente ese señor era su padre.

Ben corrió para esconderse a una cabina donde estuvo llorando horas. Cuando salió de la cabina ya no quedaba casi nadie en la sauna y estuvo dando vueltas por las calles sin atreverse a ir a su casa y sin saber qué hacer ni qué decir a su padre. Me decía que si hubiera tenido huevos lo mejor que se le habría ocurrido era tirarse al metro y solucionar así su encrucijada. Cuando al fin fue a su casa estaba temblando y medio mareado. Su madre se asustó al verlo y supuso que estaba enfermo gracias a lo cual pudo irse a la cama sin apenas ver a su padre que ni le dijo nada y ni siquiera se atrevió a mirarlo.

Me contó Ben que estuvo seis meses sin tener el menor deseo sexual, nunca más ha vuelto a entrar en una sauna, se centró en sus estudios, se echó una novia en la facultad y su padre que apenas habla con él, jamás le dijo una palabra de lo ocurrido. Desde entonces ya nunca salen para nada juntos, se hablan lo imprescindible y los dos se rehuyen constantemente y, si pueden, ni siquiera comen a la vez.

Hace unos días rompió con la novia porque a pesar de que como amiga se llevan muy bien, en realidad Beni no tiene ningún deseo sexual hacía ella y ya no podía parar las peticiones de ella para tener algo más que besos durante los cuales Ben tenía que disimular su asco.

Cuando su padre se enteró por medio de su mujer que había terminado con su novia, por primera vez desde la experiencia en el cuarto oscuro su padre fue a su dormitorio y le dijo: «Has hecho bien en romper con tu novia, no cometas los mismos errores que yo. En está época ya no es necesario». A Ben solo se le ocurrió preguntarle: «¿O sea, que yo soy producto de un error tuyo?». Su padre se quedó sin palabras para responderle y salió huyendo de su cuarto manteniendo el mismo distanciamiento que tenían. Yo no le dije nada al chaval pero me pareció una pregunta demasiado dura como para responderla. Tampoco le dije nada de que pensara en lo mal que también lo estaría pasando su padre porque se notaba que Beni lo odiaba y no le daría jamás la menor posibilidad de escucharlo.

También me contó Ben que solo deseaba terminar su carrera, encontrar un trabajo y marcharse lejos de su casa. Tiene preferencia por Londres, pero dice que cualquier lugar lejos de su padre le viene bien. El problema añadido que tiene es que hasta que ocurrió el incidente de la sauna era buen estudiante, pero que a partir de entonces le cuesta mucho concentrase y las cosas no le están funcionando bien en la facultad (me olvidé de preguntarle qué carrera estaba estudiando). Me cuenta que con frecuencia tiene pesadillas en las que revive punto por punto todo lo que hicieron en aquel cuarto oscuro, despertándose angustiado y asqueado y el día que eso ocurre ya se queda medio inútil para estudiar.

Me llevó hasta mi barrio en su coche pero no nos intercambiamos teléfonos ni nada, me dijo que su historia nunca se la había contado a nadie y que si lo hizo conmigo era porque sabía que no nos volveríamos a ver. Antes me había contado que no tenía ningún amigo en el ambiente (el que le enseñó a moverse por nuestro mundo se emparejó y desde entonces no lo ha vuelto a ver) y que solo tenía amigos heteros de la facultad que no conocían para nada sus inquietudes reales. Yo tampoco insistí para nada en volvernos a ver, en realidad el chico no tiene nada en común conmigo. Físicamente y por la edad no me sugiere nada sexual y la verdad es que tampoco quiero ser el hermano mayor de nadie, pero su historia me impresionó.

jueves, 17 de julio de 2014

33. Algo más que un buen consejo

Ayer por la tarde fui a casa de Paquito porque entiendo que ahora me necesita, aunque mi temor era encontrarme con el colombiano al que ya le he cogido un poco de miedo porque ya no hay ninguna duda de que es un delincuente común que puede generar algún disgusto gordo. No estaban ninguno de los dos, pero a Paquito lo localicé en el café Figueroa por el móvil. Está superpreocupado con el lío del cura. Resulta que lo había llamado (no entiendo por qué tenía que haberle dado su teléfono) y le ha pedido que se vieran nuevamente porque las cosas se han complicado y quería explicárselo en persona. Me decía que lo notó tan desesperado que le dio miedo preguntarle más y ha quedado con el cura hoy lunes a la noche. Me ha pedido Paquito que le acompañase a la entrevista y, aunque no me apetece nada meterme en ese lío, comprendo que mi amigo me necesita y, ya que él se ha metido en el follón, habrá que echarle una mano, aunque te juro que no me apetece nada ver a este cura que ha estado jugando con fuego y se ha quemado.

Pero, a pesar de que sigo estando en el momento más bajo de mi historia, cuando caminaba hacía el café Figueroa me crucé con un chico de unos 20 años que se me había quedado mirando. El chaval no era feo, aunque su aspecto en general era como si hubiera llegado del pueblo ayer mismo: ropa de corte antiguo, zapatos de los que se ponía mi abuelo y un corte de pelo estilo Manolo Escobar. No le presté más atención que hacerle la radiografía que he descrito. Los chicos tan jóvenes no me dan ningún morbo, puedo reconocer su belleza pero no pasa por mi cabeza ni la menor idea erótica. Los hombres o están hechos del todo o se quedan a medio camino, y eso significa que todo se queda a medias. Es una pena que yo no tenga ese gusto por la juventud porque hoy posiblemente hubiera ligado con el guapo paleto que, claro, al menos me ha servido para levantarme un poco la autoestima.

Pero tengo que contar la entrevista con Pablo el cura. Nadie sabe de la mala gana con que yo iba; lo hacía con la responsabilidad de ayudar a un amigo, pero totalmente obligado. Cuando hemos llegado al café Gijón, pasaron cinco minutos de la hora prevista y enseguida me dice Paquito: «Allí está, es el de pelo blanco del rincón».

¡Qué señor tan atractivo! Este ha sido mi primer pensamiento cuando lo he visto. Al llegar a la altura de su mesa mi estado anímico era otro muy distinto al que llevaba, empezaba a gustarme la idea de haber ido. Nos presentó mi amigo y noté un cierto desconcierto en el gesto del cura —obviamente, no me esperaba—. Paquito le dijo que yo estaba al corriente de todo y que nuestra amistad podría servir de ayuda. Estuvimos hablando de cosas sin importancia para romper el hielo, donde yo me mostré lo más amable que pude. Luego nos contó las últimas novedades de su relación con el colombiano. Al parecer, el hecho de que Paquito estuviera enterado de todo irritó sobremanera al colombiano y se presentó en la Iglesia para hablar con él. Cuando se quedaron solos, tu compatriota sacó una navaja y enseñándosela lo amenazó seriamente con usarla en la próxima ocasión si no le daba el dinero o si hablaba nuevamente con Paquito. El hombre, a pesar de estar muy nervioso, trataba de mantener la compostura con cierta dignidad. Llevaba un jérsey de cuello alto con dibujos verdes y azules que le quedaba de impresión; no podía por menos que imaginármelo vestido de cura y eso me daba un morbazo increíble. Pablo —así nos presentó Paquito— es un señor de unos 55 años, algo más bajo que yo, con un rostro sonrosado, una mirada clara y de buena persona y con un cuerpo relleno, pero sin llegar a ser gordo para nada. Su conversación es cálida y llena de humanidad, es evidente que no se merece lo que le está pasando. En cuanto lo vi, decidí que tenía que ayudarlo, le hablé de un conocido mío abogado (gay, por supuesto) que nos podía dar alguna recomendación. Esto lo tranquilizó tanto que me animó a telefonearle en ese momento, aunque no confiaba en pillarlo. Hubo suerte y lo localicé. A pesar del tiempo que no hablábamos, se mostró encantado conmigo y, tras prometerle que nos veríamos en breve, le planteé el caso con el mayor detalle y haciendo hincapié en las especiales circunstancias laborales de Pablo. Con una agilidad admirable nos propuso un plan: en principio hablaría con el colombiano para que desistiese de sus intenciones y para decirle que si no lo hacía, presentaría una denuncia utilizando un hombre de paja. Este abogado conoce a personas que por dinero se hacen pasar por las víctimas y las denuncias se presentan a su nombre, es gente que no tiene nada que perder y pueden sacar así algún dinero. De esta forma al colombiano se le puede complicar mucho la vida y a Pablo solo le quedaría hacer una denuncia por falsos testimonios y ofensas contra su honor en el caso de que tu compatriota mantuviera su versión en el juzgado, implicando a un cura que ni conocía. De todas formas, en estos casos el abogado nos dijo que ante el planteamiento de todo esto el colombiano se quitaría de en medio porque tiene todas las de perder y, si no es tonto, pondrá tierra de por medio.

No sé si será porque, aún sin entenderlo muy bien, veía Pablo que yo lo estaba ayudando o porque nos hemos caído bien mutuamente, el caso es que a partir de ese momento la conversación la hemos monopolizado él y yo únicamente. En el apretón de manos de la despedida me ha parecido que estaba dándome algún mensaje. Ya sé que no debo ilusionarme, pero la verdad es que ya tengo ganas de verlo nuevamente, aunque no hemos quedado en nada en concreto. Ya sé que me diréis que soy un caso perdido y que me enamoro de todo, pero reconozco que este señor me ha gustado y tengo casi la certeza de que yo no le he parecido mal; el problema es que puede ser pasivo a pesar de que en su aspecto no lo parece en absoluto. Yo sé por su relación con Paquito que el colombiano es activo, claro que los chaperos suelen ser redondos por las necesidades de su trabajo y cabe la posibilidad de que Pablo sea perfecto. Aunque lo más razonable es que no haga cavilaciones gratuitas porque hasta ahora las cosas que pueden suceder solo están en mi cabeza.

martes, 15 de julio de 2014

32. El párroco seducido

Tengo una historia increíble que contarles y no me aguanto ni un segundo más para contarla. Es de Paquito, el colombiano y otro.

Ayer estuve con Paquito, me lo contó todo y me quedé pasmado. Resulta que el domingo cuando fui a verlo y los encontré discutiendo apenas estuve cinco minutos y más tarde me dice mi amigo que necesita verme para contarme algo. Quedé con él y esto es lo que me contó con pelos y señales.

Empiezo: el sábado pasado suena el móvil del colombiano y como estaba durmiendo lo coge Paquito y responde. Un hombre pregunta por el latino amigo de Paquito y este le pregunta quién es. «Soy un amigo, y ¿usted quién es?». Con bastante mosqueo Paquito le dice que es su pareja. El otro se disculpa y corta rápidamente. Pero a los dos minutos suena de nuevo el móvil y mi amigo se da cuenta que es el señor de antes quien vuelve a llamar. Le parece tan raro que en tan poco espacio de tiempo repita la llamada, que contesta de nuevo. El otro señor le pregunta a Paquito que si es español y que si realmente forma pareja con el colombiano. Ante las afirmaciones de mi amigo y con un mosqueo de cojones Paquito le pregunta que a qué vienen esas preguntas. Entonces el señor se presenta: «Mire, me llamo… (No me acuerdo del nombre) y quisiera poder hablar con usted, pero no por teléfono porque es una cuestión delicada». Con preocupación y curiosidad por parte de Paquito, se citaron para el domingo después del almuerzo.

Para no hacerlo tan largo, os explico el resultado de su entrevista: resulta que ese señor conoció en la sauna al colombiano. Estuvieron haciendo sexo y quedaron para otras veces. El colombiano le dio confianza, lo sedujo, le regaló el oído con bonitas palabras de amor y este pobre hombre cayó en sus redes y le contó que era el párroco de una iglesia de un barrio de Madrid e incluso invitó a su nuevo amante a ir a una misa que él celebraba. Todo fue muy bien hasta que el latino le empezó a pedir dinero. El cura en un principio se lo dio pensando que era alguna necesidad puntual, pero cuando se percató de que en realidad lo que quería ese chico era un sueldo fijo, se lo negó. El pobre hombre le pidió que se olvidara de él y que no se viesen nunca más. Pero el colombiano es malo y jodido, empezó a ir a la iglesia de ese señor y al final le planteó directamente un chantaje: o le daba el dinero que le pedía o le contaba a todos los fieles de su parroquia las secretas aficiones de su admirado cura.

Imaginaos la cara que puso Paquito ante semejante relato. El cura le estaba pidiendo ayuda porque estaba muy desesperado; por una parte, decía no tener dinero y, por otro lado, sabe que si lo denuncia a la policía, el escándalo acabaría hundiéndolo del todo.

Mi amigo ya sabía que su querido amante era un chulo y un chapero, pero desconocía que también era un delincuente. Esa era la discusión en la que los pillé el domingo: el colombiano le dijo que en sus cosas no se metiera y Paquito le avisó que o dejaba en paz al cura o que se olvidase de él para siempre, y que si el párroco no se atrevía a denunciarlo, lo haría él mismo.

Mi consejo fue muy claro: le dije que se olvidara de una puta vez de ese tipo que solo le trae líos y malos rollos, y que se olvide también del cura que no es problema suyo. Si al párroco le gusta sacar los pies del plato y que lo follen, pues que cuelgue la sotana o que sea más listo y discreto.

¿Qué os parecen los marrones en que nos metemos a veces los solteros? Ya me diréis qué piensan de todo esto y si tengo o no razón en mi consejo.

domingo, 13 de julio de 2014

31. El albañil del sexo


En el portal estaba él. Pero para hablarte de él tengo que retroceder un poco en el tiempo porque nunca te hablé de este tío, pues hasta ayer nada supuso para mí; y, bueno, en realidad ahora sigue sin suponer nada. Resulta que están haciendo obras en uno de los pisos de la finca. Aprovechan sábados y domingos para trabajar, y entre los trabajadores hay uno que es turco (eso lo sé desde ayer) y que ya me ha saludado otras veces. Cuando me ve se para y me dedica una sonrisa que en ocasiones me pareció exagerada, pero nunca pensé nada porque el tío es un obrero sin ninguna pinta de entender ni por casualidad. Además, hay que reconocer que es guapete —tendrá unos cuarenta años pero está tan arrugado y ojeroso, con unas cejas juntas y pobladísimas, que casi ni dejan verle unos ojillos pequeños y maliciosos: hasta parece que tuviese más años—. Como siempre, llevaba una gorra (suicísima, por cierto). No supe que era calvo hasta ayer. Pero, sin duda, lo mejor era su sonrisa, porque se le ve una dentadura correcta.

Bueno, pues ayer cuando llegué a casa estaba haciendo cemento en la calle y al verme bajar del taxi me saludó y me cogió la maleta. A pesar de mis ruegos para que no la subiese, no la soltó hasta que no estábamos dentro de mi casa. Me vi obligado a ofrecerle un café para agradecerle el detalle y me dijo que sí, que se tomaría un café. Les digo de verdad que yo estaba deseando que se lo tomara, se marchara y me dejara tranquilo, pero, cuando menos lo pensaba y sin dejar de ofrecerme su macabra sonrisa, al pasar junto a él para sacar unas galletas, me agarró el culo con toda su manaza dándome un susto de mucho cuidado. No supe qué decirle y, como si no hubiera pasado nada, seguí hasta la cocina. Pero de repente me di cuenta de que me había excitado y tenía la polla como un palo de tiesa. Estaba en la cocina sin atreverme a salir y sin saber qué hacer cuando apareció en la puerta con una mano tocándose, por encima del pantalón, su polla que, obviamente, también estaba tiesa y la otra mano pasándosela por la boca. Les juro que fue contra mi voluntad, pero como si tuviera imán, mi mano fue directamente a aquel bulto que se le notaba bajo el pantalón. A partir de aquí todo ocurrió demasiado deprisa como para ser contado: el tío me bajó el pantalón casi de golpe, me dio la vuelta contra la pared y empezó a tocarme las nalgas con una fuerza que casi me hacía daño. Pronto me di cuenta de que ya no eran los dedos los que me estaban abriendo el culo: el tamaño y la calentura me hizo comprender que lo que estaba tratando de entrar en mi agujero era su polla y, por cierto, de grandes dimensiones. Yo estaba tan excitado como asustado. Me quise volver para decirle que tenía condones en la chaqueta, pero no me dejó. Me tenía sujetado por el cuello contra la pared y apenas podía moverme. Cuando escuché que se escupía en la mano y me untaba el ojete con su saliva noté que ya era tarde para condones, y al segundo siguiente tenía su polla dentro de mi culo. Hacía mucho tiempo que no me dañaban al penetrarme, pero el tío estaba como poseído que ni escuchaba mis quejas. Me folló tan salvajemente que me hizo correr con un gustazo acojonante. Poco después me fijé que él también se iba a correr y con un movimiento rápido me aparté y pude ver cómo caía su leche en mi camisa (no me dio tiempo de quitármela) y en mis piernas. Por lo menos eso me tranquilizó un poco porque estaba seguro de que no pensaba sacarla y si llegaba a dejarme dentro toda su carga, me hubiera preocupado mucho más. Sin limpiarse se vistió y, dándome las gracias ¡solo por el café!, se marchó, dejándome tan aturdido y nervioso que ya ni me pude acostar. Creo que es la primera vez que me han violado porque esto es más una violación que un polvo, a pesar de que yo me corrí, y reconozco que estuve tan excitadísimo que hasta ahora cuando lo recuerdo siento un cierto cosquilleo por el pubis.

Aún no sé si lo que me pasó es bueno o malo; hubo momentos en que estaba tan asustado que incluso temblaba, pero el caso es que también disfruté. Yo nunca habría estado con un tipo así sin ningún aseo previo. Ahora lo que tengo miedo es a que llegue el próximo sábado y vuelva a encontrármelo en la escalera y tampoco puedo preguntar a la vecina cuánto le queda para que terminen su obra.

Quizá no le dais mucha importancia a todo esto que me ha ocurrido, pero comprended que en mi vida monótona y aburrida cualquier cosa que me pase es para mí todo un acontecimiento. Y ya me diréis qué pensáis de esto que me ha ocurrido. ¿Os habéis sentido violados de esta forma?

viernes, 11 de julio de 2014

30. Enganchado al chat

Hoy he pasado un día muy raro aquí en la fábrica. Resulta que esta mañana me he metido en el chat de ya.com. Prácticamente estaba solo en el trabajo, hoy no vino nadie y los guardas no son de mi círculo, por lo que estaba absolutamente solo. Apenas entré en el chat, entablé conversación con un tipo cuyo seudónimo era Santo Diablo. Un tipo muy especial, con una conversación muy amena y a veces muy tórrida y sexual. No me ha querido dar ni su nombre (me dijo que le llamara solamente San) y tampoco me dio su móvil. Hemos estado hablando desde las nueve y media de la mañana hasta hace un rato, a eso de las diez de la noche, que se había despedido porque le apetecía dormir un rato. Hemos parado tan solo dos horas al medio día para comer, yo creí que luego ya no se conectaría y que había terminado el asunto pero con sorpresa a las cuatro en punto me ha vuelto a pinchar y solo hemos parado unas cinco o seis ocasiones porque lo llamaban por teléfono. Apenas me ha contado cosas de él: tiene unos cuarenta años, está separado y con tres hijos, solo ha tenido una relación homosexual, pero reconoce que toda la vida ha tenido fantasías homo, incluso cuando «fabricaba a mis hijos follándome a mi mujer», según sus palabras textuales.

Me dijo lleva unos meses enganchado al chat y conociendo a miles de gais pero nunca ha quedado con ninguno, quiere que le cuenten cosas del mundo homo, que le expliquen como hacen el sexo, y a cambio les explica cómo es su cuerpo milímetro a milímetro y ¡no os imaginais cómo sabe ponerte cachondo a tope! Cuando me describía su polla no he tenido más remedio que sacármela y hacerme una paja, gloriosa por cierto. No sé ni en qué trabaja ni desde dónde estaba escribiéndome, cuando le hacía una pregunta que no le interesaba responder, me decía: «Inicia otra línea de conversación que nos interese a los dos». Me ha dicho que no debo ser tan transparente porque pierdo valor y me agregó que a la próxima indiscreción o asunto muy personal que le dijese, me cortaría. Eso fue sobre las siete de la tarde y a partir de ese momento he tenido que tener un cuidado de la ostia en lo que le decía porque no quería que me cortase. Naturalmente, le he dicho muchas cosas de mí pero es que tantas horas de charla da para mucho y en realidad el que escribía mas siempre era yo. Como veis, todo muy raro pero muy apasionante, se me ha pasado el día sin enterarme y ahora sí que me siento muy cansado. Espero que no tenga ninguna incidencia en esta noche porque quiero dormir como una marmota. No sé si es provechoso este sistema o ¿es un tiempo perdido? ¿Qué pensáis vosotros?

miércoles, 9 de julio de 2014

29. Un desubicado en el Orgullo

Estando apoyado en una farola esperando el paso de la siguiente carroza se acercó un señor canoso de mediana edad, vestido deportivamente, dejando ver un buen cuerpo y marcaba un buen paquete, con ganas de entablar conversación. Ajenos al bullicio que nos rodeaba, entablamos un diálogo interesante. Este hombre me contó que durante 26 años estuvo viviendo en pareja con un muchacho que siempre lo alejó del ambiente gay porque estaba convencido de que ese era el secreto para mantener la pareja unida, sin fisuras ni influencias exteriores. El sistema les dio resultado porque me hablaba de todo ese tiempo de felicidad hasta que hace un año su chico murió por un cáncer. Me decía este buen hombre que tras un año de duelo sentía la necesidad de relacionarse nuevamente pero que su desconocimiento del ambiente gay era absoluto y eso le tenía paralizado y solo.

Me pidió consejo e información para ver dónde podía conocer gente, en cualquier otro día que no fuera el del Orgullo. Me di cuenta enseguida de que el hombre no pretendía ligar y que su petición era totalmente real. Os aseguro que me vi impotente para darle un buen consejo. ¿Lo iba a mandar a la suciedad de las saunas? ¿O quizás a la promiscuidad de los cuartos oscuros? Le podía hablar de los canales de contactos de Internet, pero tendría que decirle que allí solo encontraría sexo fácil y de poca duración. Cuando nos separamos me di cuenta de la poca ayuda que le proporcioné. Sería por esto o por el frustrante espectáculo que teníamos delante. El caso es que se marchó con la decepción impresa en su rostro. ¿Que hubierais hecho vosotros? ¿Adónde lo hubierais mandado?

lunes, 7 de julio de 2014

28. Día del Orgullo Gay

Por fin pasó el día del Orgullo Gay. Aún no entiendo muy bien por qué tenemos que estar orgullosos de ser gais. Primero, porque la vida no resulta nada fácil para los de nuestro género. Y si has nacido antes de 1975 en España, o antes de 2014 en Hispanoamérica, Rusia o los países árabes, las dificultades pueden ser dramáticas. Y, segundo, porque nosotros mismos nos encargamos de estropearlo todo mucho más de lo que nos desean nuestros enemigos; nos empeñamos en relacionarnos de forma sucia, promiscua y olvidando valores tan importantes como, por ejemplo, el amor. Nos convertimos en sexoadictos y coleccionistas de experiencias —cuanto más variadas, mejor— para no aburrirnos. Las únicas barreras que pueden mitigar la actividad sexual las inventamos nosotros mismos: porque no es guapo, porque es poco dotado, porque es mayor, porque es joven, etcétera. Y como de todas formas se ha demostrado que hay gustos para todos, pues desenfreno orgásmico y poco más.

Quizás el orgullo lo justifiquen los costosos avances que hemos logrado en los últimos años, ya no nos queman en la hoguera, ya «casi» no nos señalan por la calle, si muestras tus preferencias, ya «casi» no pierdes el trabajo si llevas a tu marido a la fiesta de la empresa, ya «casi» no pierdes la relación con tu familia cuando sales del armario y hasta puedes decir, sin que te fulminen con la mirada, que te gusta Lady Gaga en el descanso del partido.

De todo esto sí me puedo sentir orgulloso; de las mariconadas exageradas que los musculosos esculpidos a base de ingredientes muestran en los camiones del desfile, no. De esto me siento avergonzado. Y no porque se muestren casi desnudos, ni porque las familias hetero que acuden a reírse de los mariquitas se burlen de tal esperpento, ni por la apariencia exclusivamente despendolada y fiestera; me siento avergonzado porque la gran mayoría de los homosexuales no nos identificamos con esa imagen. Me gustaría también ver encima de esos camiones a científicos, profesores, médicos, militares, políticos, sacerdotes, funcionarios, jueces, presidentes de Gobierno, obreros de la construcción... que son gais pero que no van al gimnasio ni se meten hormonas, ni se travisten ni se meten rollos de papel higiénico en la entrepierna.

sábado, 5 de julio de 2014

27. ¿Cama o moral?

Lo mejor de ayer fue lo que me pasó después de dejar a Paquito cuando me iba a tomar el bus para ir a mi barrio. Me encontré con un chico (bueno, debe tener ya unos 45 años más o menos) que es pareja de otro señor que yo conozco desde hace mucho tiempo y a los que algunas veces veo cuando salgo por Chueca. Lo saludé como siempre, de pasada, pero enseguida me di cuenta de que el tipo quería pararse y hablar más rato. Tuve que aceptar su invitación para tomar algo en Chicote. Le pregunté por su pareja y aquí es donde empezó como a sincerarse. Me dijo que después de tantos años la relación se había hecho un tanto rutinaria pero que seguían juntos y «felices». Pronto empezó a adularme sin cortarse ni un pelo, que si yo siempre le había parecido un chico  atractivo (¿?), que incluso alguna vez había fantaseado en secreto conmigo (¿?), y, cogiéndome la mano y apretándomela, en fin, tratando de ligarme de la forma más tradicional posible. A mí este señor ni me gusta ni me disgusta, he estado con tipos mucho más feos, pero es la pareja de alguien a quien conozco mejor que a él y me da reparo estar metido de por medio.No es que yo tenga una gran moralidad pero no puedo por menos que pensar en la otra persona. Yo siempre los he visto como una pareja bien avenida y felices, de esas a las que estás acostumbrado a verlos siempre juntos y como que no te pega verlos separados. Cuando me dijo claramente que tenía tiempo de acompañarme a mi casa, si yo quería, tuve un momento de debilidad y sopesé la posibilidad de echar un polvo con este tipo que, por momentos, me estaba pareciendo cada vez más atractivo. Pero de pronto me vi como una serpiente metiéndose de por medio para destrozar una pareja, sabiendo que estaba haciendo el mal. Imaginé al engañado señalándome como el causante de su ruptura y me entró muy mal rollo. Inventé una excusa tonta para que viera que era una negativa elegante, pero no pude resistirme a dejar la puerta abierta diciéndole que quizás otro día aceptaría su amable invitación para acompañarme a casa.

¿Vosotros qué pensáis de estas situaciones que por otro lado se dan con cierta frecuencia en nuestro mundo gay? ¿Qué hubieran hecho en mi caso? Sé que en nuestro entorno ocurre muchas veces que estás harto de ver a un tipo que no te produce ninguna emoción, pero de repente cuando te enteras de que se ha emparejado con alguien lo ves de forma distinta y darías cualquier cosa por acostarte con él. Aún no sé si hice bien o mal desaprovechando está ocasión y estuve toda la noche dándole vueltas al asunto.

jueves, 3 de julio de 2014

26. Una propuesta mal encaminada

El sábado ligué. Bueno, la cosa no es tan sencilla ni tan maravillosa. Os cuento:

Dos de la madrugada, a la salida de la discoteca veo venir de frente a un tipo realmente atractivo y que mantiene su mirada hacia mí descaradamente. Al pasar junto a mí me regala una sonrisa que me dejó medio mareado y sin pensármelo dos veces me doy media vuelta y lo alcanzo casi en la puerta del local donde yo pensé que se iba a meter. Tras los correspondientes saludos decidimos ir a otro lado a tomar algo porque de allí, ya le había dicho, acababa de salir y quería cambiar. Su acento me equivocó al principio, hablaba como argentino pero me aclaró que era uruguayo. El tío macho macho por los cuatro costados, sin nada de pluma, incluso con las uñas un poco sucias (ya sabes que eso es un síntoma inequívoco de heterosexualidad) y bebedor de ron a palo seco. Todo era estupendo hasta que me preguntó: «¿Yo te gusto?». Así tan directamente me dejó sorprendido y casi sin respuesta, pero al fin le dije que en principio sí. «¿Y estarías dispuesto a hacer sexo conmigo?». Ya vi que la cosa era muy directa, pero la verdad es que me apetecía meterme con semejante tipo en la cama. Le contesté afirmativamente. «¿Y te importaría que participara también mi mujer?».

En ese momento acabó la magia. Yo soy muy gay y no soporto a ninguna mujer ni en la cama conmigo, ni siquiera cerca; el solo pensamiento de que estaría desnuda, jadeante, y queriéndome tocar ya me producía un gran desasosiego. Con toda la gran pena del mundo le expliqué que yo no era el hombre que buscaba y que estaba perdiendo su tiempo conmigo. De todas formas nos terminamos la copa y hablamos algo más. Me dijo que eso lo hacía por su mujer que le aburría ya el sexo con él (¡imagínate la gilipollas aburriéndose con un hombretón tan fenomenal como aquel!) y que habían llegado al acuerdo de que fuera con un gay porque él por su parte no podía soportar la idea de ver a su mujer en brazos de otro hombre, pero que de cualquier forma solo una de las veces que lo habían intentado salió bien. Me enseñó una foto de su mujer y era una especie de Rocío Jurado con una pinta de come hombres que a mí me resultaría del todo imposible, casi ni mirar si se me pone en picardías.

Así, pues, a la decepción de la discoteca donde apenas nadie me miró (la gente o va en pareja o busca gente mayor o va simplemente a pasarlo tomando una copa o incluso bailar y nada más), pues se juntó la pena de tener que renunciar a este uruguayo que estaba como un camión de rico. Ya os imagináis como terminé la noche, en casa peli porno y pajita para poder dormir. ¿Os gustan los tríos?

martes, 1 de julio de 2014

25. ¿Pareja o no pareja?

Creo que la clave de la estabilidad es el estar con pareja. Yo tardé en comprender que esa es la mejor situación para un gay. Cuando era joven y pude establecer una buena relación, la cagué por mi promiscuidad y cuando ya lo he comprendido, es tarde. Sí, ya sé que habrá personas que no crean que sea tarde, pero te aseguro que una vez metido en la rueda de las actividades de sexo por sexo, es muy difícil salir de eso, más bien, es imposible. Todo se degrada en tu persona, tus valores, tus ilusiones, tu autovaloración; cuanto más te dedicas al sexo fácil, más sexo necesitas y coges tal adicción; que la perspectiva de una relación estable con sentimientos te parece tan imposible como poco atractiva, porque eso supone estar un tiempo sin tu ración de sexo sucio a la que tu cuerpo ya se ha acostumbrado y tu mente te pide. Claro que, inmediatamente después de saciar tu necesidad, te sientes sucio, decepcionado siempre, porque esta clase de sexo es tan acuciante como insatisfactoria, y cuando llegas a mi edad, ya se te acabaron las oportunidades de salir de esa espiral demoníaca porque, incluso a ti mismo, se te hace muy cuesta arriba tener que cambiar tus hábitos a estás alturas.

El problema es que hay muchos hombres que se han acostumbrado de tal manera a este ritmo asqueroso de vida que, incluso les parece bien, y ya no se quejan. Por una parte, así no dan lástima y por otra, se quieren autoengañar creyéndose que así son felices. Hasta que profundizas en su corazón y entonces, en un momento que les pilles flojos, te van a confesar siempre que, en realidad, a ellos no les gusta ese ritmo de vida y que lo verdaderamente deseable es una pareja estable, aunque lo ven tan difícil y poco probable que, ya ni siquiera compran el boleto de la lotería por haber perdido la fe en que les toque.

Pasados los 30 TODO EL MUNDO (y lo escribo con mayúsculas) desea la calidez y la felicidad de una pareja estable. Y quién te diga que es feliz con sexo por sexo es o porque está mintiendo o porque su calidad personal vale una mierda. Sí que veo a gente que solo busca sexo variado en su vida, pero os aseguro que son personas de ínfimo valor moral, gente auténticamente degenerada que da más lástima que otra cosa, porque jamás conocerá la felicidad verdadera. Bueno y también están los que tienen furor sexual, pero eso es una enfermedad que tiene tratamiento psíquico.

domingo, 29 de junio de 2014

24. Una mala racha

Cuando uno coge una mala racha (la mía dura ya varios años) no se puede hacer nada que no sea esperar, pero durante esa espera no te sientes bien, eres consciente de que estás perdiendo una parte importante de tu vida, porque aunque en el trabajo te vaya bien y la salud te respete, sabes que la convivencia con una persona que te quiera (¡con lo importante que es eso!) es fundamental y ninguna otra cosa lo puede sustituir. Ya sé que hay mucha gente que sustituye esa maravillosa convivencia con una práctica sexual desenfrenada, son hombres que piensan que eso es lo importante, satisfacer las urgencias sexuales porque es lo único y lo más evidente que sienten. Pero no son personas felices, siempre se están quejando de lo insatisfactorias que le resultan esas prácticas, de que no ligan; les gusta criticar a los demás para esconder sus carencias, acaban siendo personas vacías, que pueden resultar divertidas en un momento dado, pero que son incapaces de convivir, corroídos por manías de solitarios y malgastando su vida de forma superficial y nada estimulante. Seguro que hay alguien que se identifique con este tipo de gente que menciono.

Mi fin de semana fue normalito para mí, lo que supone un fin de semana que para algunos resultaría muy pobre. El viernes anduve de peregrinación por Chueca, de copa en copa en soledad, viendo cómo la gente se pudre igual que yo. Solo aquellos que entran ya emparejados se lo pasan mejor, son gente que tienen otro brillo en la cara, gente que mira a los demás como desde una atalaya, con esa tranquilidad de no tener que calibrar al público para ver qué se puede pescar, gente con esa felicidad de haber logrado su objetivo y que los coloca por encima de todos a los que como yo ir a esos lugares es una necesidad y no un divertimento como lo es para las felices parejas. Antes se ligaba en lugares como bares, o discotecas, pero ahora ya ni eso; solo los muy jóvenes o los maduros interesantes tienen alguna probabilidad, pero el resto solo somos consumidores y espectadores de la felicidad ajena. No entablé ni una conversación, con los únicos que hablé fue con los camareros para pedirles la bebida así que regresé a casa más aburrido que una mona.