Vivencias de un gay

sábado, 7 de enero de 2017

182. Metro caliente

                                        

Nuestra querida alcaldesa de Madrid ha decidido cerrar la Gran Vía y otras calles del centro. Yo como usuario habitual del metro, lo estoy notando en la mayor ocupación de los vagones en mis trayectos ordinarios.
El sábado, en uno de esos trayectos, camino del centro donde había quedado para tomar una copa con Paquito, tuve que hacer un auténtico esfuerzo para poder colocarme en el pasillo del vagón completamente atestado de  gente. 
De pronto me pareció como si unos dedos rozaran suavemente mi pantalón, justamente por encima de mi reposada polla. En principio pensé que sería algo sin intención y agudicé la atención.  Cuando aquellos dedos, ya no solo rozaban, sino que contorneaban el volumen de mi miembro, supe que había una clara intención nada inocentes.
Las apreturas en la que viajábamos hacía imposible ver nada hacia abajo, tan solo los rostros y los hombros de quien me rodeaba podía observar. Analizando por su posición cual de las cuatro personas pegadas a mi podíanser la dueña de los inquietos dedos, inmediatamente deseché a una señora con su niña en brazos, más apurada de mantener cómoda a su criatura que de ninguna otra cosa.  Las personas restantes eran: Una chica joven con demasiado maquillaje, un señor de aspecto serio, pelo  canoso y gesto malhumorado, probablemente por el agobio que todos estábamos sufriendo, y un chaval de apenas veinticinco años, con sus auriculares bien sujetos en sus oídos  y con los ojos semientornados  concentrados en la música o, quizás, en la actividad de sus dedos. Las manos de los tres quedaban fuera de mi vista y de la vista de nadie, solo yo y el autor o autora de la osadía, éramosconscientes de lo que estaba ocurriendo en esa zona baja del vagón. 
Cuando el tren paró en una estación de escasa relevancia, pensé que se movería la gente y quizás se terminaría la actividad de aquella persona, pero ni siquiera se abrió la puerta más cercana a nosotros.
El magreo ya era absoluto y con la clara intención de notar cada vez más volumen en mi rabo. Miré intensamente al rostro de cada uno de los posibles lanzados, pero ninguno se dio por aludido, tan solo la muchacha se percató de mi mirada regalándome un gesto de desprecio propio de las chicas cuando se creen acosadas. El señor continuaba con su gesto de desagrado ante tales apreturas, su posición respecto a mi era de escorzo y no pudo darse cuenta de mi mirada inquisidora. El chaval de auricular y pelo cortado irregularmente, continuaba concentrado en su música con leves y rítmicos movimientos de cabeza. 
Pensando en quien sería, traté de intuir el grosor de los dedos que no paraban en su fricción. Podían pertenecer a cualquiera de los tres, si le daba el protagonismo a la chica sentía como mi polla se relajaba y mi incomodidad aumentaba. Si pensaba en cualquiera de los dos vecinos masculinos me ocurría todo lo contrario, la situación se me antojaba muy satisfactoria y mi rabo aumentaba de tamaño ante el entusiasmo de los ágiles dedos. Dejé que fuera mi pene el que eligiera el causante de su alborozo. La situación se tornó muy morbosa  y me concentré en disfrutar de la agitación que sobre mi bragueta se estaba desarrollando.
Cuando esos dedos subieron hasta el principio de la bragueta, se introdujeron por el borde del pantalón hacia abajo para encontrarse de lleno con mi excitado capullo que había tomado esa dirección en su estiramiento. Las yemas juguetearon con el líquido pre seminal, que había brotado con la excitación, durante unos segundos para luego empezar a masajearlo arriba y abajo.  Temí derramarme y mis brazos continuaban atrapados por encima de los pegados hombros que me rodeaban, sujetasambas manos a la barra del techo.
Cuando el orgasmo me parecía inevitable, el tren paró en la estación de Sol y todo el mundo se movió, ninguno de mis vecinos permaneció donde estaba y yo mismo salí del vagón empujado por todos los que bajaban.
Se lo estaba contando a Paquito en el bar de copas cuando sentí una mirada fija al otro lado del local, el señor de pelo cano y aspecto distinguido me miraba con una preciosa sonrisa en su rostro , nada que ver con su gesto adusto del tren. En principio me quedé un tanto sorprendido pero no tanto como para no devolverle la sonrisa con la intención de que viera mi claro agradecimiento.

8 comentarios:

  1. LA NAVIDAD MÁS TRISTE DE MI LARGA VIDA . NI SIQUIERA.MASTURBEME EN ESTOS DÍAS DE PENA POR LA MUERTE DE MI ABUELO Y POR LA SOLEDAD QUE AGOBIAME . A AHORA HACIAME MUCHA FALTA UN AMIGO COMO TU CERCA PARA MI CABEZA PONER EN TU HOMBRO.PERO TU SIEMPRE ESTAS DETRÁS DE UN HOMBRE POR EL QUE NADA SIENTES PERO TE DARA SEXO

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    1. Animo en la distancia cuentas con este hombro y disfruta de la vida

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  2. Un día viviré en Madrid y todos los días estaré tocado pichas en el metro

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Porque a mí nunca me pasan esas cosas? yo soy usuario de metro desde que tenía 14 años y tengo ya 40 y jamás me ha tocado nadie el pito en el metro. Cuando sea mayor yo quiero ser como tú Rafael con esa suerte

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  5. De nuevo enhorabuena al escritor porque con una situación tan sencilla, en tan solo dos paradas de metro, sin espacio ni personajes, ha montado una historia super interesante con su puntito erótico, un auténtico cuento corto de una calidad, en mi opinion, muy buena. Queé pena que yo no tenga tiempo para poder leer todas las entradas que hay en este blog, repito enhorabuena

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  6. En la línea 2 en el último vagon pasan cosas. Son casi siempre hombres mayores, a mí son los k me gustan, yo acabo de cumplir 16 y solo puedo tener contacto en sitios como el metro o los servicios de Príncipe Pío o Moncloa, porque en Chueca no me dejan pasar porque aún parece k tengo menos años. Y los tíos k me molan de 50 a 70 se preocupan conmigo porque piensan k eS una trampa para encerrarlos en cchirona

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  7. Mi ciutat Osaka metro mucho actividades sexo .
    Madrid no nunca sexo yo veo tout días y mi ojos orientales hacen curiosidad para hombres españoles pero no nunca tocar para sexo. Yo gusta eso peru no tengo una toque para mi sexo

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