Vivencias de un gay

sábado, 20 de junio de 2015

100. Premio con sabor a semen


Hace poco celebramos juntos el primer aniversario de este blog y hoy, al publicar la entrada número 100, quiero festejarlo con el lanzamiento del dominio www.vivenciasdeungay.es y el perfil en Instagram @vivenciasd1gay.
Al renovar mi profundo agradecimiento, quiero vivir cada momento de mi historia, que también es de todos aquellos que quieran entrar en ella, con vuestro apoyo y lealtad.
Madrid, una ciudad de riquezas inagotables, es el escenario fundamental, pero estoy seguro de que en cada rincón donde se lee este relato hay alguien que se siente identificado. Sigamos, pues, disfrutando de esta aventura que nos une y nos reúne: «Vivencias de un gay».

Tengo la sensación de que las cosas con Ángel van cada vez peor y, posiblemente, la culpa sea mía. En realidad, el que se hizo ilusiones desde un principio fui yo, el que lo considerara pareja fue exclusivamente una idea mía, ya que él nunca sopesó esa posibilidad. Creo que algún cariño me tiene. Siempre me he portado bien con él, le he servido de guía en un ambiente que apenas conocía y que en nada de tiempo domina de maravilla y en el terreno sexual nos va bien aunque con las limitaciones ya sabidas. En realidad, la relación entre nosotros va como siempre, lo que pasa es que no camina hacia donde yo me hacía la idea de que podría llegar. Es verdad que el niño es muy listo y tiene las cosas muy claras desde el principio. Su juventud lo hace estar en constante ebullición y aprendizaje; el problema es que quiere abarcar tanto que en todos los lugares se queda escaso, al menos para los demás. Tengo que reconocer que es tan inquieto que casi como lo es todo el mundo es a su edad, todo le interesa; su afán de probar aquello que desconoce es irrefrenable.

Todo lo contrario de lo que le ocurre a su amigo Jesús, acostumbrado a renunciar desde pequeño a tener lo que deseaba, dominador de sus sentimientos ante los demás. Valora mucho más el mundo de las emociones internas. Sus escasas satisfacciones físicas lo han acostumbrado a prescindir de ellas y, estoy convencido, de que el sexo con las mujeres le hastía y con los hombres ―aunque lo desea― lo asusta.

Para mí está muy claro que sigue enamorado de su amigo de siempre y, a pesar del cambio de imagen que ha tenido que asumir, continúa bebiendo los vientos por su ídolo de niñez. Yo para él soy su rival, alguien que ocupa el lugar en la cama al lado de su amigo que quisiera para sí mismo. Lo que ocurre es que su resentimiento no es contra mí, sino contra su amado que no sabe elegir correctamente, que está desaprovechando lo que le brinda y que él cataloga como la perfecta combinación de cuerpo y alma.

Y a pesar de verme como su contrincante, no me odia ni me rechaza porque, conociendo la personalidad de Ángel, sabe que, al fin y al cabo, solo soy una víctima más de la superficialidad y ligereza de su amigo. Su acercamiento hacía mi es la clásica actitud de hermanamiento entre perjudicados.

Cuando el viernes lo encontré en la casa de Ángel, no me llegó a sorprender del todo, en cierto modo imaginé, que al enterarse de que yo estaría allí, Jesús querría estar presente en la escena, no por verme a mí, sino para pelear por su trozo de parcela cerca de su amigo o, al menos, para compartirla conmigo. Cuando decía que tenían hablado lo de cenar las pizzas que Jesús recogería, dejándonos a los dos un tiempo solos para el sexo, es porque las prisas y el gesto contraído de este chico indicaban el mal trago que ese momento suponía para él.

Por otra parte, y esto sí que es una idea mía sin poderla confirmar, tengo la impresión de que antes de que llegara yo a la casa, aparte de jugar videojuegos, habían practicado otro tipo de juegos. En el momento que le bajé el pantalón del pijama al niño y me llevé su miembro a la boca, me pareció saborear un cierto gustillo a semen apenas solidificado. Un chico con la edad de Ángel y su vitalidad es muy capaz de tener tantos frentes como su novia, Jesús y yo.

Cuando hoy hemos hablado por teléfono me vinieron a la boca algunos reproches por su actitud conmigo en la tarde en su casa, sobre todo por marginarme mientras jugaban tan apasionadamente. Pero decidí no mencionar ni eso ni, mucho menos, mis sospechas sobre su posible relajación sexual entre ellos antes de mi llegada.

Elegí un tema banal:
―¿Quién ganó, al fin, el partido de la Play? ―le pregunté―.
―Gané yo por muy poca diferencia.
―Y ¿cuál era el premio?
―El premio eras tú, ¡ja, ja, ja!

Su tono desenfadado y risueño dejaba todas las posibilidades abiertas. Lo mismo era una broma que se le acababa de ocurrir o tal vez me estaba diciendo la verdad. Quise sostener el diálogo por tratar de averiguar algo más.

―Y si hubieras perdido, ¿tendrías tú que haber ido a por las pizzas?
―No. Te hubiéramos compartido.
―¿Hubiera aceptado Jesús?
―Ese era el trato. ¿Por qué crees que te preguntamos que si habías practicado tríos?

Como aquello no me aclaraba mis dudas le pregunté directamente:
―Pero ¿me lo estas diciendo en serio o es una de tus cachondadas?
―Mira, Rafa, ¿a ti te gustó el premio?
―Por supuesto que sí.
―Pues no le des más vueltas a las cosas y deja que la vida fluya sola.

Y con estas palabras dio por terminado el tema pasando a otra cosa. A pesar de la diferencia de edad, Ángel siempre domina todas nuestras conversaciones marcando la pauta que a él le conviene. Antes de terminar la charla, me dijo que para este fin de semana estaba preparando un plan que ya me contaría si lograba que todo cuadrara, plan para el que me necesitaba dispuesto, no me dijo nada más.

Cambiando de tema... He conocido a un chico. Es un venezolano de treinta y cuatro años, guapo y muy simpático. Lo conocí en su trabajo, sirviendo cenas en un restaurante del centro.

Salí el sábado, pero sin rumbo ni ganas de entrar en ningún sitio. Hablé con Paquito para pasear juntos, pero él estaba decidido a ir a la sauna y no pude quitarle la idea. Como mucho, me dijo, estaba dispuesto a cambiar su sauna de chaperos por la que yo quisiese. El caso es que yo no quería ninguna, ni bares de ligue, ni cuartos oscuros, ni tampoco estar encerrado en casa.

Paseé por un Madrid abarrotado y cuando ya mis pies empezaron a protestar y mi estómago me dio el tercer toque de atención, pasé por la puerta de un restaurante ya casi vacío por lo tarde que era. Pregunté si aún podía comer algo y este chico, con una fabulosa sonrisa, me dijo que algo encontraría para mí. Entre plato y plato, Fabio ―que ese es su nombre― se entretenía unos minutos hablando conmigo aprovechando que yo era el último cliente. Como el restaurante estaba fuera de la zona de influencia gay, tenía mis dudas acerca de la sexualidad de este chico. Por un lado, tanta amabilidad y ciertos guiños en la mirada me querían confirmar que entendía. Pero la ausencia absoluta de pluma, sus formas y rostro muy viril me llevaban a la incertidumbre. No tuve más remedio que utilizar el viejo truco:
―Yo creo que antes de hoy te he visto alguna vez por Chueca.
―Sí, puede ser, porque aunque a mi novio no le gusta demasiado. Alguna vez tomamos algún trago por allí.

Despejadas las dudas, me parecía una lástima terminar de cenar y por ende acabar con la intermitente charla con este guapo muchacho. Cuando el abandono de la mesa me parecía improrrogable y, mientras el camarero quitaba la última miguita del mantel, me preguntó:
―¿Vas ahora para Chueca?
―Sí... sí... Estaba pensando en ir a tomar una copa por la zona antes de marchar a casa a dormir ―le mentí, intuyendo algo bueno―.
―Esta noche no tengo apenas prisa. Si no te importa esperarme una media hora, nos podemos ir juntos.

Y no solo no me importó, sino que le agradecí su iniciativa porque me permitía estar acompañado, hablar y quizás...

Me contó su vida, sus años en Miami donde lo llevó su primer amor, el sufrimiento que aquella ruptura le ocasionó y que fue el motivo de su llegada a España, más como huída que como destino. Me habló de su novio actual, un asistente social que lo ayudó en algunas caídas al abismo de la desesperación, hasta que el amor surgió entre ambos y se unieron hace ya ocho años. Me explicó que era una relación con mucha historia, muy elaborada a través del tiempo, que comenzó como casi todas, cargada de una pasión agobiante, celosamente cerrada y que poco a poco se va distendiendo, se va suavizando, perdiendo carnalidad pero ganando en confianza y sinceridad.

Fabio es un chico que te envuelve, no solo por la cadencia armoniosa de su voz, sino también por su manejo inteligente del castellano americanizado. Igualmente ayuda su cuadrado mentón, su bella cabeza, su ancho pecho, sus pantalones visiblemente rellenos de buenas piernas, sus manos grandes de dedos gruesos con uñas pequeñas y su mirada de una profunda y negra sugerencia.

Lastimosamente, no surgió la posibilidad de algo más porque ni yo me atreví a proponerlo ―a pesar de que en cada minuto que estábamos juntos aumentaba mi apetencia― ni él lo propuso. Cuando nos despedimos, ambos coincidimos en querer vernos nuevamente, pero no pude por menos que hacerle la observación sobre las dificultades de que su condición de emparejado suponía para cumplir ese deseo.

―No te preocupes ―me dijo―, la existencia de mi novio no tiene por qué ser un impedimento. Llámame cuando quieras y si no, ya sabes donde trabajo.

Intercambiamos los números de nuestros móviles y aquí me tienes con el teléfono pasando de una mano a otra sin saber qué hacer. No sé si marcar, aunque solo sea para oír su melodiosa voz, o dejarlo en el limbo de la agenda esperando que pase el tiempo para un día de limpieza borrarlo y olvidarlo.

El chico me pareció guapísimo y su voz la tengo grabada en mi cabeza. Además, necesito urgentemente tener una experiencia con alguien algo más maduro. Aunque la poca decisión de este venezolano para proponerme nada me hace pensar que quizás no le guste y su actitud fue únicamente debido a su natural amabilidad con los clientes de su restaurante, es posible que la poca gente que ocupaba el local no fuese por la hora tardía y necesite cuidar mucho a los escasos comensales que tiene. Claro, que tanto como para que me diese, incluso, su número de móvil me parece una excesiva estrategia de márketin. Estoy pensando que dependiendo de los planes de Ángel, es posible que este sábado me despiste a la hora de cenar y tenga que acudir a ese restaurante para ver si pillo algo de comer... en todos los sentidos.

9 comentarios:

  1. Tio te has pasado esta entrada es demasiado larga la tendré que leer en dos veces. Como cada entrada tarda una semana en publicar tenemos siete días para ir leyendo.

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  2. GUSTAME MUCHO LA FOTO DE MADRID CON TU TITULO. DEJARLO DEBERIAS PARA SIEMPRE. LOS CHICOS JUEGAN CONTIGO RAFAEL COMO LES DA LA GANA. PARECEME BIEN QUE CONOZCAS OTROS CHICOS ALLI EN MADRID. PERO SI FABIO TIENE PAREJA ALEJARTE DEBES DE EL. DE MALA PERSONA ES METERSE ENMEDIO DE UNA RELACION POR MUCHO QUE ELLOS LO TENGAN ARREGLADO ENTRE ELLOS. ANGEL YA TE HA PROBADO Y AHORA JESUS QUERRA LO MISMO HACER. Y TU PARECES UN TONTO DE UNO A OTRO. MIRA QUE GUSTAS EN LA CALLE A OTROS. COMO LE GUSTASTE A FABIO.
    SAQUE TODO EL CURSO BIEN PERO LO JUSTO PORQUE NO QUIERO NI PUEDO SER EL MAS LISTO. OJALA PUEDA ESTE VERANO IR A MADRID. GUSTAME LO QUE MAS ESA CIUDAD.

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  3. Yo quiero un premio con ese sabor ya mismo¡¡¡¡¡¡¡ Me encanta el sabor a semen pero mucho no me lo quieren dar a probar.....

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  4. Verdaderamente esto es largo, no larguísimo. Francamente está mejor que recortes un poco los textos. Lo de Fabio nos ha dejado con la miel en los labios ya que esas mamadas rapiditas con el niño dan poco juego yo creí que hoy no terminaba de leer

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  5. yo soy de poco leer soy más bien de visualizar soy peliculero pero este blog no leo porque siempre es muy visual no obstante en este capítulo te has pasado de rollo y de largura fíjate que he leído más de la mitad y aún no sé quién es ese Fabio del que habla el chico que siempre escribe con mayúsculas

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  6. soy el de antes ha salido escrito que este blog no leo pero quería decir que este blog lo leo porque es muy visual

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  7. Yo conocí un venezolano guapisimo, con un cuerpazo de impresión, super amable y entregado. Pero ...pero era absolutamente mujer en la cama. Tanto que ni siquiera le gustaba que le tocaras el impresionante rabo que tenía. Yo soy activo, pero no soporto a esos que te prohiben tajantemente tocarles el rabo y mucho menos saborearlo. Ser activo no significa que no nos gusten todas las partes del hombre aunque no nos ponga el que nos penetren. Desde aquel que ya he tachado a los venezolanos de mis conquistas.

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  8. Tio pon un venezolano en tu vida y olvidate de pijos

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  9. A mi me gusta chuparla pero el culo ni lo toco solo para meter mi polla. Soy activo pero sólo con tios.comer el culo me da asco porque se parece al coño de las tias y no las soporto me dan arcadas solo de pensar en tocar una mujer.

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