Vivencias de un gay

sábado, 12 de diciembre de 2015

126. Una nube robada del paraíso


El viernes me dediqué a preparar convenientemente el escenario donde, entre Jesús y yo, tendríamos nuestro primer encuentro sexual. Lo planeé todo con sumo cuidado, limpié la casa, busqué la que yo pensé debía ser la música apropiada, vamos, como si fuera un adolescente en vísperas de su primer polvo.

Nos juntamos a la hora prevista. El trayecto hasta mi casa resultó inusualmente silencioso: la preocupación de Jesús y mi expectación nos dejó un tanto mudos a los dos. Buscar temas de conversación superficiales y que dieran a la tarde aspecto de normalidad resultó una tarea hercúlea. La mayoría de los temas parecían inapropiados, tales como la conversación con su madre, cualquier mención a Ángel y, por supuesto, referencias precisas de lo que pensábamos hacer.

El pertinaz olor a comida que no pude hacer desaparecer tras preparar la cena nos dio la bienvenida a mi casa.

―¡Qué bien! ¡Huele a comida! ―exclamó Jesús apenas entramos―.
―¿Tienes hambre ya?
―No, es pronto para eso. Prefiero tomar algo. ¿Qué tienes?

Tras recitarle todas las bebidas que poblaban mi nevera, me pidió justamente Aquarius, la única que faltaba.

―Por favor, Rafa, necesito una bebida isotónica. He tenido un día muy ajetreado. ¿Puedes bajar a por una botella? ―me pidió―.

En apenas cinco minutos estaba de vuelta con la bebida requerida. Jesús había desaparecido del lugar en la sala donde lo dejé. Pronto lo escuché desde el dormitorio.

―¡Estoy aquí!

Antes de poder ver su cabeza asomar por entre las sábanas, dentro de la cama, ya distinguí su ordenada ropa sobre la silla, incluido su impecable bóxer azul. La persiana también había sido manipulada, dejando una tenue luz en la estancia, muy apropiada para mitigar detalles y para crear un ambiente tan cálido como agradable. Me parecía increíble que Jesús, aquel muchacho tan deseado, estuviera a medio metro de mí, enteramente desnudo, con tan solo una sábana y mi ropa como barrera por derrumbar.

Sin mediar palabra, comencé a desnudarme bajo la atenta mirada del muchacho, en cuyo rostro se dibujaba una nerviosa sonrisa. Lo hice despacio, disfrutando cada segundo, como un lento estriptis con el que me sentía cada vez más excitado. Antes de bajar mi slip para entrar a la cama, Jesús, sin poder contener su nerviosidad, comentó:
―Vestido pareces más delgado.
―Y ¿eso te parece peor o mejor?
―Sin ropa ganas mucho ―me animó―. Estás más acuerpado y pareces más maduro.
―Si no te gusta lo que ves, dímelo y sirvo la cena inmediatamente.
―No seas idiota y entra a la cama que me estoy quedando frío.

Retiró una parte de la sábana para mostrar mi hueco en la cama, pero escondiendo todo su cuerpo. Apenas estuve a su lado, sin más preámbulos me abracé a él con una erección de caballo por mi parte que debió notar en el acto. Su cálido cuerpo parecía relajado; sin embargo, un ligero temblor me dio la pista de que aquella tranquilidad era solo aparente.

―¿Estás nervioso? ―mi pregunta tan solo quería infundirle confianza y sosiego―.
―Sí. Lo siento. Pero ya se me pasará.

Busqué su boca con la mía, pero en un gesto rápido refugió su rostro bajo mi mandíbula, apretándolo contra mi cuello. Tras permanecer en esa posición unos instantes comencé a acariciarle la nuca, el cuello y con toda la suavidad de que era capaz bajé mis manos a través de su espalda hasta la altura de su cintura. La rodeé y con tenues presiones, acaricié su bajo vientre, enredando mis dedos entre su vello púbico. Nada parecía indicar que hubiera el menor indicio de excitación en su pene, que ya debía estar muy cerca de mis manos. Cuando lo encontré, lo tomé delicadamente en mis manos; su estado de flacidez no disimulaba su gran tamaño. En mi cuello pude escuchar el ritmo cambiante de la respiración del muchacho conforme mis caricias sobre su glande provocaban el aumento de volumen que poco a poco se hacía más evidente. Delicadamente me solté de sus brazos que me tenían cogido casi con rigidez, presioné sobre su hombro para que quedara boca arriba en la cama y fui besando su cuerpo con suaves roces de mis labios, desde su frondoso pecho hasta su completamente erecta polla, pasando por su estómago agitado por la respiración entrecortada, parando, brevemente, en su dibujado ombligo, para hundir, al fin, todo su pene en el fondo de mi garganta. Escondiendo mis dientes bajo la lengua, chupé aquel rico y exuberante manjar con auténtica deleitación. Mirando hacia su rostro, la tenue luz de la habitación aún me permitía distinguir el gesto tenso, entre dolor y éxtasis que Jesús mantenía en su cara, los ojos cerrados, la boca totalmente abierta ahogando apenas un constante gemido.

En un momento dado, el muchacho tomó mi cabeza entre sus manos, y me obligó a abandonar aquel maravilloso falo, empujándome hacia su rostro. Cuando nuestras bocas estuvieron a la misma altura, se abalanzó hacia mí, buscando mis labios, mi lengua y hasta la misma vida me mordió. Entre suspiros me rogó:
―Ponme el condón y date la vuelta, por favor.

Colocarle el preservativo no fue tarea fácil. Los violentos espasmos de aquel pene despampanante dificultaban la sencilla acción. Cuando, poco después, repartía la crema por toda la superficie externa del látex que cubría, casi en su totalidad, la palpitante superficie de su polla, me retuvo la mano Jesús diciéndome:
―Espera, espera un poco, temo correrme. Lubrícate tu cuerpo que estoy loco por entrar en él.

Escuchar esas palabras casi provoca en mí la retenida descarga que mi tremenda calentura pugnaba por expulsar. Tras unos segundos para calmar la excitación, Jesús se incorporó en la cama y buscó, con sus dedos nerviosos, mi hidratado agujero. Por el tamaño de su miembro, entendí cuál debía ser la postura ideal: me arrodillé de espaldas a su falo y tumbé mi cabeza hasta pegar mi cara contra la sábana que cubría el colchón de la cama. Mi abertura quedaba franca ante él para recibir tan goloso visitante.

Afortunadamente dilaté con facilidad y todo resultó sencillo y placentero. Una vez acoplados íntegramente el uno en el otro, nos dejamos caer sobre la sábana, enfrascados en un galope, por parte del muchacho, que no tardó en desbocarse entre ahogados alaridos para caer, poco después, exhausto sobre mi cuerpo.
Permaneció durante unos minutos sobre mi hundido cuerpo, tratando de recuperar todo el aire que parecía faltarle. De pronto, se levantó de un salto y, tras retirar de su pene el relleno látex, exclamó:
―¡¿Y tú?¡ ¿Te has corrido?
―No te preocupes ―lo tranquilicé―. Descansa. Yo estoy en una nube robada del paraíso y prefiero no bajar de ella todavía.

11 comentarios:

  1. NO GUSTAME. SIEMPRE SEXO Y SEXO. JESUS YA LOGRÓ LO QUE QUERIA. FACIL ES RAFAEL Y FELIZ ASI NO SERA NUNCA.

    ResponderEliminar
  2. SI RAFAEL NO CAMBIA Y CON EL VICIO SOLO CONTINUA MEJOR SERA DEJARLE A SU VIDA Y NO SE SI LA PENA VALE SEGUIR LEYENDO SUS HISTORIA. SOLO SON SUS CHICOS Y NADA MAS. PRONTO SOLO Y ABANDONADO SE VERA.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Porque te cabreas chaval? Esta entrada es pura candela de las q hay leer dos veces

      Eliminar
  3. La historia es cojonuda, cachonda y burra como pocas pero el titulo que le pusiste es el mas cursi que he leido nunca

    ResponderEliminar
  4. Tantos dias esperando este polvo y ni te puedes correr, da la impresion que este Jesus esta muy buenorro y encima es pollon y activo, tendras que trabajartelo poco a poco para que tu tambien te diviertas. Ya sabes que el primer polvo siempre es complicado , los nervios y lo desconocido influyen en que no salga perfecto. Pero yo te recomendaria que siguieses con este chico, parece mejor que el otro y este si que la mete . Si ha tenido novia es que es bisexual y estos exheteros funcionan de puta madre, para mi son los mejores amantes. Suerte

    ResponderEliminar
  5. Que forma tan elegante de fotografiar un momento sexual. Me gusto mucho esta narracion. Gracias por su constancia.

    ResponderEliminar
  6. ¿Deverdad es tan facil follar en Madrid? Yo estuve hace unos años y no me comia ni una rosca. Tendre que volver porque cada vez que abro este blog me quedo con los dientes largos. Tendrias que haber escrito esto antes

    ResponderEliminar
  7. Desirme donde está ese Paraiso porque yo también quiero robar una nube y permanecer en ella. Lindo y a la ves inteso cuento erotico.

    ResponderEliminar
  8. Os dire que os mande mi ultima novela pero se perdio en el correo y nunca llego. Es una pena porque era muy bonita y romantica y os hubiera gustado mucho porque tenia un final muy feliz. Yo tambien la he perdido y por eso no la puedo mandar otra vez pero os prometo que pronto escribire otra novela que tambien os gustara mucho y por si se pierde hare una copia y la guardare sera muy romantica pero no demasiado porque habra amor y habra un poco de contar actos fisicos que seran fuertes pero no demasiado. Señor del blog tiene que vigilar esto porque se pierden muchas novelas y es porque tiene mal lo de recibir lo que la gente escribe.

    ResponderEliminar
  9. Tengo unos amigos que adoptaron un niño hace unos años y el chico es muy afeminado. Mis amigos estan muy preocupados porque piensan que todo el mundo les echara la culpa de la homoxesualidad de su hijo adoptado, ya en el colegio les han echo algunos reproches los profesores del niño indicandoles que lo estan haciendo mal con su hijo. Ninguno de los dos de mis amigos es afeminado y no tienen nada de pluma, es la propia naturaleza del niño que desde casi el principio ya mostraba gustos de niña. Mis amigos estan en una encrucijada porque les gustaria que fuese hetero para que la gente no les culpara, pero por otro lado no quieren cortarle sus inclinaciones naturales tal como hicieron con ellos sus padres. El niño es adorable pero se siente siempre niña y eso les traera serias preocupaciones

    ResponderEliminar
  10. Boda boda ya tenemos a la vista otra boda. Rafa y Jesus huelen a futuro matrimonio. Siempre que el primwr polvo no sale del todo bien la relacion se consolida. ¡Verais cuando se entere el de la novia que no se atrwve a salir del armario!

    ResponderEliminar