Vivencias de un gay

sábado, 19 de diciembre de 2015

127. Visita sorpresa


Había sido un momento mágico. Apenas recordaba un acto sexual tan intenso, y tan cargado de emociones paralelas, se cumplió un deseo tan ansiado por mi parte que no me importó renunciar al orgasmo. El de Jesús lleno de satisfacción sobradamente a los dos.

Desconozco cuánto tiempo permanecimos abrazados, fundiendo nuestros sudores hasta casi ceder al sueño. No propicié la ducha juntos porque era muy evidente la diferencia de ánimo que entre nosotros había: él presentaba una cara de felicidad que me llenaba de orgullo; yo, sin embargo, estaba más caliente que un churro recién sacado de la sartén. No me pareció conveniente mostrar mi estado de necesidad ante sus ojos en un baño compartido y ponerle en la tesitura de tener que calmarme.

A la tercera vez que Jesús me dio las gracias, lo regañé severamente:
―¿Gracias por qué? Esto no ha sido ningún acto de caridad, era algo que yo esperaba desde hace mucho tiempo. Lo importante es que no te hayas acordado de Ángel, que compruebes que el placer no es monopolio de una única persona.
―No te estoy dando las gracias por el sexo que hemos tenido, sino por el cariño que has mostrado en todo momento. Ha sido muy bonito y eso es muy importante cuando se trata de un hecho que suele resultar casi siempre sucio y grosero.
―No estoy de acuerdo con tus calificativos. El sexo, y más cuando se acompaña de buenos sentimientos, nunca es como tú dices, es el mejor regalo que Dios nos ha dejado.
―Prefiero que no menciones a Dios en esto ―esa palabra le resultó extremadamente incómoda y rápidamente cambió el tema―. Estoy hambriento, ¿qué tenemos para cenar?

Le cena resultó escasa para la hambruna que el polvo había proporcionado al muchacho, pero discurrió con buen ambiente hasta que la conversación se nos desvió por derroteros más realistas. La existencia de Jesús está pasando por momentos delicados, las relación con sus padres es complicada, lo de Begoña no termina de aceptarlo y su trabajo no lo ilusiona.

Tras la cena y cuando estábamos en relajada conversación, sonó el timbre de la puerta. Nuevamente se repetía la vieja escena, aunque esta vez nos lo tomamos con calma.

―¿Será Ángel? ―nos preguntamos casi divertidos―.

Era cerca de la una de la madrugada. Por la hora pudiera haber sido y nos tenía mosqueados su silencio en estos últimos días.

Fue Jesús quien tomó la iniciativa de echar una ojeada por la mirilla antes de abrir. Su expresión era de infinita sorpresa cuando me dijo al oído:
―Es Isa con Ángel.
―¿Sabía Ángel que teníamos una cita?
―No, para nada. Llevo varios días sin hablar con él.
―Pues escóndete en el dormitorio.

Abrí la puerta con toda la tranquilidad que pude acumular.
―¿Estabas ya en la cama? ―la pregunta fue del niño―.
―Casi. ¿A qué debo este honor de una visita tan inesperada?
―Perdona, Rafa, pero es que nos hemos quedado sin dinero y me he dejado la cartera con la tarjeta de crédito en casa. Quería saber si podías prestarme 20 € para echar algo de gasolina; estoy en menos de la reserva y tenemos que llegar a casa.
―Hola, Rafael ―interrumpió Isa, adelantándose físicamente a su novio para colocarse frente a mí― tienes un amigo tan tonto como cabezón. Si en vez de venir hasta aquí, hubiéramos ido hacia casa, seguramente tendríamos más gasolina, pero se le ocurrió la «brillante idea» de venir, y yo cedí porque, la verdad, pensaba que vivías más cerca.
―¿Podemos pasar? – pregunto Ángel ante mi pasividad en la puerta.

No tuve más remedio que retirarme para dejarlos pasar. Mi cabeza estaba buscando la manera de entrar en el dormitorio para sacar dinero del bolsillo del pantalón que estaría en algún lugar de la estancia. La actitud de Ángel era claramente inquisitoria, su mirada recorría cada rincón de la casa y chocaba una y otra vez contra la puerta cerrada de la alcoba.
―Veo que has tenido compañía para cenar ―comentó indicando con un gesto la mesa sin recoger―.
―Sí. Supongo que vosotros ya habéis cenado también, ¿no? ―estaba tratando de encontrar la forma de terminar con la situación―. La verdad es que tengo poco para ofreceros.
―No te preocupes, Rafael ―Isa estaba tan deseosa como yo de su marcha―, nosotros nos vamos ahora mismo, no tendríamos que haber venido, pero «tu amigo» a veces tiene unas ideas propias del tonto del pueblo.

Aproveché una ligera discusión entre ellos para entrar al cuarto, coger el pantalón y salir, sin olvidarme de volver a cerrar la puerta. Ni me paré a ver dónde se había escondido Jesús. Entregué al niño un billete de cincuenta euros y con tono de manifiesta despedida les dije:
―Aquí tienes. Si necesitáis algo más...
―Muchas gracias – Ángel tomó la palabra―, y siento mucho si te he interrumpido «algo».

Esta última frase la dijo señalando con la cabeza la cerrada puerta del dormitorio y, como para hacer más ostensible su claridad de conocimientos, agregó:
―Por cierto, si ves a Jesús, dale recuerdos nuestros. Hace varios días que no sé nada de él.

No pude por menos que ver la mirada cómplice que Isa y su novio se intercambiaron y tampoco pude dejar de ver el gesto malicioso que ambos dibujaban en su rostro. Aquella visión me llenó de rabia y adelantándome hasta la puerta, la abrí enteramente retirándome a un lado para que nada interrumpiera su salida hacía la escalera:
―Si no os importa, ya es muy tarde y me quiero acostar.

Tras los besos en las mejillas y unas protocolarias gracias, se marcharon.

Encontré a Jesús saliendo de debajo de la cama y con los ojos húmedos por unas lágrimas que apenas podía retener.

―Pero, bueno, Jesús. ¿Qué te pasa?
―Ángel en un cabrón ―me decía entre sollozos―. ¿Por qué ha tenido que venir? ¿Para amargarnos la noche?
―Pues no dejemos que lo consiga. Si pretendía averiguar algo, no lo ha conseguido; se ha ido igual que ha venido. Quizás es verdad que se ha quedado sin dinero.
―Quizás...
Se quedó un buen rato sentado en el borde de la cama y en silencio. Respeté su actitud sin decir nada hasta que, en un susurro, dijo:
―No está bien lo que hemos hecho. Yo no tendría que estar aquí.
―Pero ¿qué estás diciendo? ¿Acaso te arrepientes de lo bien que hemos estado? ¿O tú no has estado bien?
―No te preocupes, Rafa, tú no tienes culpa de nada, soy yo el complicado. Cuando lo «he hecho» con Ángel, me ha ocurrido lo mismo. El problema es que no sé cuál es mi sitio en este mundo; hago cosas que mi conciencia se encarga de castigar inmediatamente. Si no te importa, me querría marchar ahora. No me encuentro bien.
―Espera, relájate. Si quieres, hablamos y analizamos juntos lo que te pasa. Seguro que tiene solución...

Sin escucharme, se colocó su chaqueta de cuero dirigiéndose hacia la salida. Recordé que su moto estaba en Argüelles.

―Deja que te acompañe hasta donde tienes la moto, al menos.
―Tomaré un taxi hasta casa, ya recogeré la moto otro día. ―su decisión era infranqueable―.

En la calle Alcalá paramos un taxi y, tras una leve despedida, me dejó sumido en un maremágnum de ideas controvertidas. No era este el final que yo había pensado para esta noche. Sé por experiencia que amanecer con una persona entre los brazos crea una relación especial entre ambos y hace que la noche quede divinizada. La llegada de Ángel rompió el hechizo, quizás de manera involuntaria, o quizás no. Su influencia sigue siendo decisiva en las relaciones entre Jesús y yo.

Al regresar a mi calle, vi a un hombre trajeado que parecía estar observando mi portal. Subí casi corriendo a mi casa con el temor de encontrarme a alguien dentro. Solo fue una fantasía por mi parte. Afortunadamente todo estaba como lo acababa de dejar.

Cuando calculé que Jesús debería haber llegado a su casa, me acosté en espera de un sueño liberador.

9 comentarios:

  1. NO GUSTAME COMO VA TU VIDA. LIOS Y LIOS CON TUS NIÑOS. YA LO MISMO DE SIEMPRE ES. NO SE PORQUE AHORA LEER TUS COSAS TRISTE ME PONE. BUEN SABADO HOY TAMPOCO ES.

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    1. Chaval pareces muy joven y estoy seguro que eres del norte, tengo que decirte que con tu edad no puede haber un sabado malo en tu vida. Tu felicidad no la puedes poner en manos de otras historias que no sean las tuyas. Puede que en estos momentos no tengas lo que deseas, puede que estaés defraudado de como te va vida, pero en la ilusion, en los proyectos, en la formación de tu caracter, en el aprendizaje a través de las lecciones que puedes tomar de lo que les ocurre a tras personas,...en todo esto también está la felicidad. Y por tu edad creo que es eso lo que ahora te toca vivir. Si eres lector habitual de este blog te darás cuenta que el mundo fuera de tu protegido universo es dificil y generalmente malo. Aprende de todo lo que lees, toma nota mental de lo que no tienes que hacer en el futuro, mantén los ideales propios de tu edad el máximo tiempo posible y verás que ese es el camino de la felicidad. Ojala pudiera ayudarte pero vivo en Madrid y mis años y mis circunstancias familiares hacen imposible nuestro acercamiento. Una cosa tienes que fijarte en la cabeza, la felicidad no es fácil de encontrar, pero la lucha por lograrla produce muchas satisfacciones. Un abrazo

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    2. YA SE QUE NO ME TOCA SER FELIZ. HASTA QUE SALIR DE ESTE PUEBLO NO PUEDA AGUANTAR DEBO. PERO UN DIA ESCAPARE A MADRID Y YA SE LO QUE HACER NO DEBO. GRACIAS SEÑOR POR SUS CONSEJOS AUNQUE NO TENGO QUE NECESITARLOS . YA SE COMO ES LA VIDA PERO AHORA AUN NO PUEDO VIVIRLA

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    3. Precioso consejo. Si alguien me dice a mi todo eso dejo el pueblo me tiro al cuello de este señor y no me suelto ya nunca.

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  2. Ten amigos como este Angel y ya no necesitas enemigods, eso pensará Jesús. Ese chaval es un cabron solo piensa en fastidiar a los demás, yo lo tenga atravesado desde que apareció en esta historia a pesar de que al principio me ponia muy cachondo cuando pensaba que era activo. Luego cuando ya se mostró como un simple mamon y cuando se le ha visto toda su mala fe y cayó de mi devoción y no lo soporto. Ahora voy con Jesús pero es poco marchoso y muy muy raro

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  3. a mi me sigue dando mogollon de envidia el rafa se esta trincando a un monton de tios continuamente y encima a estos chavales de la universida q estan tiernos y golosos si hace unos años yego a saber que en madrid hay tanto ñaca ñaca no me huviera casado y q cosnte q a mi marido lo quiero mucho pero es celoso como todos los españoles y no me deja ni un metro de distancia sin vigilarme y conparado con el rafa yo tengo una vida sesual miserable y aburrida hacemos sexo cada quince dias y con penetracion una vez al año creo yo ademas cada vez me cuesta mas ponerme con mi marido porque ya lo tengo muy visto

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  4. Lo que no acabo de entender es porque llora el joven y porque se va de la casa de mala manera. ¿Esta enamorado del chico de la novia? Empecé la historia tarde y hay que leer demasiado hacia atrás para retomarle el hilo a la historia, si alguien me quiere ahorrar lectura atrasada que me diga porque esas lágrimas del joven activo

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  5. Llora por cargo de conciencia. Eso es algo q nos pasa a todos. Lo raro es q le pase a sus años ya q eso suele pasar a los once o catorce años. Le otra explicación es q aun no ha asumido su condición de gay . Un chico con problemas

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  6. Se me fue la imaginacion al olimpo cuando empecé a leer que llegaban a la casa Angel y su novia, no se porque tuve la ilusion de que alli ocurriria una orgia entre todos épica e inesperada. Pero en vez de eso aparecio Jesus el triste y se me fue el morbo al carajo

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