Vivencias de un gay

sábado, 24 de septiembre de 2016

167. Primeras vivencias

La conversación con Gaspar en el acogedor café Viena no solo se limitó a rememorar su juventud sobre la España homosexual de la posguerra, hubo otro aspecto de la charla en la que participamos más Paquito y yo referente a nuestros primeros recuerdos sexuales de la infancia.
Gaspar nos habló de su niñez en un pequeño pueblo de Castilla donde el maestro de la única escuela existente, se encargaba de iniciar a casi todos su alumnos en el mundo de la sexualidad. La cuestión era que todas sus lecciones eran particulares y sin teoría, únicamente clases prácticas. Nos decía nuestro interlocutor que algunos niños se quejaban de este tipo de docencia, pero a él le gustaba y le siguió gustando de por vida. Sabía que ese maestro había marcado su rumbo sexual para siempre, pero no tenía el menor reproche por ello.
Paquito recordaba sus primeros escarceos sexuales ligados a un primito de su misma edad aunque mucho más espabilado que él. Cuando sus padres decidían que se quedaran juntos a pasar la noche, Paquito siempre tenia la esperanza de que su primo tomara la iniciativa de investigar sus pequeños e informados cuerpos. Tras jugar a lo bestia, el primito se relajaba y ya en la cama, cuando sus papás los creían dormidos, le bajaba el pantalón del pijama y comenzaba a manosear su pequeño trasero. Poco después buscaba la mano de Paquito,  la llevaba a su pene tieso y le indicaba el movimiento oportuno. Pasados los catorce años la relación se cortó y en la actualidad el primo es padre de seis hijos y evita siempre que puede a Paquito, aunque mi amigo está seguro que solo él recuerda aquellos vaivenes infantiles, piensa que es por su actual vida fuera del armario, desde que terminó la mili, la causa de este distanciamiento.
Mis primeros recuerdos relacionados con la sexualidad se remontan a mis siete años. Por aquel entonces vivía en un grupo de viviendas que el ejercito cedía a sus miembros, les llamaban las casas militares. Eran pisos modestos cuyos espacios se difuminan en mis recuerdos, aunque si tengo muy clara la visión de  dos de las estancias: la cocina con un infiernillo de petróleo sobre el fogón inactivo de carbón, y los cuartos trasteros, antiguas carboneras, situados en los sótanos de cada portal.
Y, precisamente , en este escenario se desarrollan esas primeras actividades sexuales que durante muchos años estuvieron desaparecidas de mis recuerdos hasta que un día acudieron con todo tipo de detalles a mi memoria.
Aquellas viviendas disponían de un patio interior donde permanecíamos siempre todos los niños cuando el colegio no ocupaba nuestro tiempo. Era un claro precedente de las modernas urbanizaciones aunque sin piscina ni zona de parque infantil.
De vez en cuando y promovido por un par de chicos mayores, nos juntábamos en algunas de las carboneras vacías, generalmente después de jugar los partidos de fútbol ya por el atardecer. La rutina era siempre igual: nos sentábamos en círculo, nos bajábamos los pantalones y empezábamos a menear de arriba a abajo nuestros pequeños penes. Recuerdo las dificultades que yo tenia para lograr el nivel de erección que la mayoría lucía, pienso que debía ser de los más pequeños porque apenas entendía la finalidad de ese trajín. Lo fascinante ocurría alrededor de los dos chicos mayores, el tamaño de sus apéndices me parecía gigantesco, los rizados pelos que los rodeaban les daban un prestigio ante el resto absolutamente lampiños y la admiración llegaba al máximo cuando veíamos como surgía de los enormes glandes los chorros de leche que culminaban los agitados movimientos. 
Yo aún tardaría varios años en sentir ese placer que la primera vez me dejó completamente asustado pero que me enganchó con fuerza para siempre. 
Me convertí en un pajista compulsivo, cualquier momento del día era el oportuno y en la actividad conjunta de las carboneras o en solitario disfrutaba del descubrimiento con fricción. Recuerdo que los mayores nos obligaban a los pequeños a que sustituyéramos su mano en el rítmico movimiento y más de una vez me enfadaba con ellos por no avisarme con tiempo de retirarla antes de que su viscoso líquido quedara sobre mis dedos.
Poco después apareció de improviso mi propia leche aunque para entonces los juegos de las carboneras ya habían sido descubiertos y desaparecido. 
Mi febril actividad onanista se alimentó durante mi niñez de las imágenes captadas en aquellos subterráneos cuartos y, sobretodo, de las ayudas a los chicos mayores cuyo calor de sus grandes penes aún creo sentir en las palma de mi mano.
Los tres contertulios nos iniciamos con actuaciones directas y con personas de carne y hueso, algo menos habitual hoy día por la lluvia de imágenes de todo tipo y el fácil acceso al mundo virtual.
Fructifico encuentro con Gaspar que nos trasportó en un viaje al pasado muy satisfactorio.

13 comentarios:

  1. Yo también empezé con 14 años y desde entonces me hago una paja cada día y tengo 46

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  2. NUNCA PARTICIPE EN ESAS PRACTICAS DE NIÑEZ MAS HABIALAS Y CON MUCHA FRECUENCIA. NO SOLO IGUAL QUE LAS DE RAFAEL, TAMBIÉN CONCURSOS DE HABER QUIEN LA TENIA MAS GRANDE O HABER QUIEN MEABA MAS LEJOS. LOS NIÑOS NUNCA INTERESARANME, SIEMPRE FIJEME EN LOS SEÑORES MAYORES Y CON ELLOS JUGAR POSIBLE NO ES.GUSTANME MUCHO ESTAS HISTORIAS, SON LAS QUE GUSTARÍAME HABLAR CON EL AMIGO QUE NO TENGO

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  3. Como esto es anónimo me atrevo a decir que a mi todas las historias de niños me encantan aunque los prefiero de 14 a 18 como mucho. Je je

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    1. Puto degenerado qué asco me dais los putos mayores que vais con el niñito al lado por Chueca como luciendolo como si todos tuviéramos que tenemos envidia sois unos degenerados

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  4. Es muy de agradecer el buen estilo que el autor de estos escritos tiene. Hablar de este tipo de temas sin caer en lo soez y en lo banal es bastante meritorio. Francamente es un placer leer estas pequeñas historias que como en el caso de hoy me han hecho recordar vivencias propias y muy similares a las que aquí están reflejadas, gracias por hacerme pasar este buen rato

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  5. Que penita me da leer estos recuerdos de esa época pasada donde todo era más auténtico,mas emocional. Increíbles aquellas pajas multitudinarias, aquellos baños en el río sin bañador porque entonces no existían, aquellas escaramuzas en el granero con los hermanos mayores de tus amigos, más mayores las miradas furtivas en los vestuarios después del partido para ver los penes de los demás aunque cuidando de que el tuyo no muestre a los otros tu excitación, los primeros contactos en la oscuridad del Carretas,el primer novio conocido en la escondida sala llamada San Dimas en dicha calle, la primera novia para disimular y después a aparición de los móviles, la invasión de las redes sociales y la soledad.

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    1. Tío podías hacer un blog escribes muy bien

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    2. Que maravilloso resumen de toda una vida, a eso se le llama precisión y sistesis. No conozco a este comentarista pero mio vida es casi la misma. Interesante hallazgo él de este blog

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  6. Yo vivía en una casa cuartel de la Guardia civil y con 13 años fui "la otra" del capitán de la Comandancia. Era un hombre de unos cincuenta años pero a mi me resultaba fascinante. Su mujer siempre me miraba con preocupación y desprecio. En el cuartel todos sospechaban de mi homosexualidad porque siempre tuve pluma y creo que la mujer del capitán debía saber las aficiones ocultas de su marido, por eso me temía a mi más que a las otras mujeres de la casa cuartel. Hoy día ya se ma han muerto tres parejas pero claro que los busco bastante mayores y ya no busco ninguna otra, los jóvenes a veces se me han acercado pero me aburro con ellos

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  7. Yo creía que tu primera experiencia fue la que contaste en el blog número 147 pero claro en ella tenías 14 años me imagino que lo que cuentas hoy es como de muy infantil y eso casi no se puede considerar ni siquiera experiencia sexual yo es que guardo todos tus escritos y los colecciono me los sé casi de memoria un abrazo

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  8. Yo creía que tu primera experiencia fue la que contaste en el blog número 147 pero claro en ella tenías 14 años me imagino que lo que cuentas hoy es como de muy infantil y eso casi no se puede considerar ni siquiera experiencia sexual yo es que guardo todos tus escritos y los colecciono me los sé casi de memoria un abrazo

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  9. Me gustó tu escrito las cosas entre niños son puras y sin malicia. Pero lo del maestro del señor Gaspar,por mucho que a él no le afectara,y el comentario de ese asqueroso pedófilo, me han arruinado la lectura. Yo fui sistemáticamente violado en mi niñez por un amigo de mi padre que me obligaba a llamarlo tío. Le cogí tanta aversión a aquello, que el resto de mi vida he sido activo. Y si alguien se le ocurre tocarme atrás, lo tenemos que dejar en ese mismo momento. Enhorabuena por tu blog

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  10. Qué gracioso yo también viví en un grupo de casas militares pero en mi niñez nadie se juntaba en los cuartos trasteros. Me lo perdí igual que me pierdo casi todo lo bueno en esta vida. Soy gay pero inactivo, me da miedo ir a vuestro barrio de Chueca y tampoco tengo iniciativa para quedar con alguien por internet, soy un poco miedoso porque prefiero mi vida tranquila aunque no tenga contactos con nadie. Este blog ha sido para mí una gran ventana abierta a ese mundo que sé que existe pero que no me atrevo a vivirlo

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