Vivencias de un gay

sábado, 1 de octubre de 2016

168. El ardiente peluquero

                                            

Soy persona de costumbres repetitivas, siempre que puedo. Respecto a el peluquero comparto la manía de casi todos mis amigos de mantenar siempre el mismo. Uno piensa que ya te ha tomado bien la medida y te da tranquilidad conocer previamente el resultado.
Con esa actitud acudí a mi peluquería  de siempre, al llegar vi que el peluquero era totalmente desconocido para mi. Me informó el muchacho que el titular no podría ir en unos días y le había dejado a él como único encargado.
Sopesé la idea de volver en otro momento pero la amabilidad y el agradable aspecto de este nuevo peluquero me decidió a quedarme y poner mi cabeza en sus manos.
Cuando me ayudó a quitarme la chaqueta pude comprobar que me sacaba más de una cabeza en altura, la comparación de su ancha espalda con la mía también me dejaba en lugar inferior y su blanca sonrisa iluminaba un rostro de mandíbula cuadrada y ojos color de miel.
Apenas tomé asiento puso su enorme mano sobre mi cabeza y enmarañó mi pelo a la vez que me daba un peine:
- Peínate como acostumbras y sobre ese peinado te daré ideas de como podemos combinar tu cara con tu pelo, según mi opinión.
Esa especie de masaje a lo bestia en mi cabeza me produjo una extraña sensación demasiado placentera para lo breve que fue. 
Una vez nos pusimos de acuerdo en cuanto al corte, se puso a la faena con diligencia. Me gustaba el desparpajo con que manejaba la tijera, sus manos tocaban mi cabello con una sensualidad que yo pensé en que era solo idea mía. Pronto pude confirmar que la magia que intuí se estaba haciendo realidad. Cuando se colocaba a trabajar a uno de mis lados, su cercanía era tan ardiente que resultaba imposible no sentir la calidez de su cuerpo inundando todo mi costado. Por puro instinto separé mis brazos del cuerpo, apoyados en los reposabrazos, de forma que mis codos quedaban ligeramente por fuera del sillón y según mi cálculo deberían quedar a la altura de la bragueta del muchacho. Efectivamente, esto lo pude corroborar en la siguiente cercanía del peluquero. Mantuve el contacto temeroso de que , una vez se diera cuenta el hábil peluquero, se retiraría inmediatamente y yo quedara en evidencia. Pero, no solo no se retiró, a partir de ese momento comencé a notar como aquella parte de su cuerpo, blanda en un principio, se fue endureciendo paulativamente y sus movimientos ,teóricamente necesarios para hacer su trabajo, subían y bajaban lo necesario para que mi codo recorriera  pefectamente la circunferencia del grueso cilindro que bajo aquel ligero pantalón de uniforme había surjido para mi gozo.
El muchacho continuó con su trabajo como si no pasara nada, una vez por el lado derecho, otra por el izquierdo, mis codos recorrian la dura forma en toda su extensión. En un momento dado, recogió el paño que protegía mi ropa de los pelos caídos y la mano que sujetaba el borde inferior recorrió, como sin querer, aquella parte donde mi violenta erección era más manifiesta. Cambió el paño y una vez sujetado en mi cuello, lo alisó en toda su superficie pasando por dos o tres veces su palma de la mano sobre mi erecta verga. Me desconcertaba su actitúd de absoluta naturalidad. Era muy evidente que los dos estabamos calientes como piedra volcánica, la blanca y fina tela de su pantalón remarcaba , casi con detalles, la forma de un pene largo y rollizo, labrado con gruesas venas y de prepucio carnoso. Por mi parte sentía el miembro a punto de estallar, tan húmedo que, pensaba saldría la mancha del fluído por encima del pantalón. 
Estabamos solos en el local, en la pared del fondo una puerta cerrada excitaba mi imaginación, esperaba que en cualquier momento me tomara de la mano empujándome para atravesar esa puerta. Cuando sustituí el codo por mi mano acariciando aquel majestuoso rabo, el peluquero se limitó a sonreir, sin recular ni un milímetro y a continuar manejando el péine y la tijera sobre mi cabello. El silencio entre los dos casi hacía daño, solo las respiraciones agitadas se dejaban oir.  El gran ventanal que daba a la calle limitaba mis iniciativas, rezaba por que no entraran nuevos clientes aunque la avanzada hora de la tarde me hacía suponer que yo era el último de la jornada.
Casi me sorprendieron sus palabras cuando me retiraba el paño protector:
- Bueno pues ya terminé, ¿Como te parece que quedo? ¿ Te gusta?
Le confirmé que me encantaba sin mirarme apenas al espejo, lo único que me interesaba era que ese momento tan erótico no terminara, le pregunté con el ánimo de seguir: 
-¿ A que hora terminas?
- En cinco minutos cerraré el local, pero antes debo esperar a mi novia que ya la estoy viendo cruzar la calle.
Una chica morena y menuda irrumpió en la peluqueria avanzando hasta mi deseado hombre para juntar sus bocas en un beso que se me antojó robado en mis propias narices. Tras abonar el servicio, abandoné el lugar bajo la expléndida sonrisa del muchacho que contrastaba con mi gesto de gran frustración.

8 comentarios:

  1. NO GUSTAME QUE RAFAEL SIEMPRE PIENSE EN QUE TODOS LOS HOMBRES QUE ENCONTROSE EN SU CAMINO. POBRE PELUQUERO CASI LE PILLA SU NOVIA. POR ESO NO VOI A LA PLAYA PORQUE TODOS LOS CHICOS PIENSAN QUE PORQUE MIRAN YO DEJARME TOCAR POR ELLOS

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  2. CORTOSE UN PEDAZO EN EL ANTERIOR MENSAJE.
    DECIA QUE RAFAEL SIEMPRE CREE QUE TODOS CHICOS PUEDEN CON EL TENER SEXO COMO LOS DE LA PLAYA

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  3. Que suerte encontrar un peluquero macho, yo siempre me topo con peluqueros muy muy mariquitas

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  4. Soy peluquero y si vale, tengo mucha pluma pero nadie se imagina los tíos que yo me tiro con mi oficio: machos macizos que se quedan encantados con mi profesionalidad con el pelo y con sus partes bajas ,tengo clientes padres de familia que tienen solo conmigo una atención personalizada y solo están conmigo o con mujeres ,incluso algunos puteros reconocidos,tengo de todo así que por favor no os metáis con los peluqueros que es una profesión respetable y lo pasamos de puta madre

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  5. Cuando leo este blog siempre pienso lo mismo.
    ¿Como una vida da para tanto y otras, como la mía, no dan ni para una cuartilla?
    Hasta la rutinaria visita al peluquero,le da para una interesante historia que siempre logra engancharnos hasta el final.
    También he notado una superación en la calidad del estilo.

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  6. Pues no me ha puesto cachondo lo del codo rozando la polla ???
    Tengo que cambiar de peluquero ya mismo

    Si a Hasam,q es mi peluquero lo rozo por su polla me corta el cuello

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  7. Vea, si el peluqueador se excitó con su codo es porque gosa con los chicos y si tiene novia también con ellas. Ahorita hay muchos chavos bisexuales es lo que oigo pero para mi desgracia yo no encontré a ninguno. Y para un hombre como yo que lo que desea es un hombre hombre, los bi son lo más paresido a un hetero que es lo que realmente quisiéramos llevarnos todos al catre.

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  8. 20 años llevo iendo a la peluquería de un gay, jamás se insinúo y si un día lo hiciera salgo corriendo y ya no me pilla nunca más.Lo único que hace es contarme sus riñas con el novio de turno mientras me corta el pelo. Novio que suele cambiar cada mes y medio.

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