Vivencias de un gay

sábado, 25 de julio de 2015

105. Tensión en la noche


El sábado pasaron cosas que pueden tener consecuencias importantes en este momento que estoy viviendo, tan raro como solo en el mundo gay es posible vivir.

Nos juntamos sin teatros, contentos aunque un poco estresados. Noté en ellos esas prisas por aprovechar el tiempo, que uno siente cuando de pequeños hacíamos novillos saltándonos, ilegalmente, un día de escuela. En la cena y las primeras copas todo fue de maravilla: éramos un trío compenetrado, alegre, cada uno tratando de divertir a los demás con un buen rollo, sin diferencias, como los tres amigos ideales que todo el mundo quiere para sí.

El primer inconveniente consistió en lo rápido que llevábamos el ritmo. Terminamos de cenar muy temprano, liquidábamos las permanencias en los lugares de copas sin mesura ni tranquilidad, pasando de uno a otro casi corriendo. El nivel de alcohol alcanzó pronto nuestros naturales límites y cuando llegamos a la discoteca los tres andábamos alterados. Jesús y yo fuimos conscientes de nuestro estado fronterizo y nos cambiamos a los refrescos. Bailamos como poseídos, todas las músicas eran la que estábamos esperando; hacía mucho tiempo que no lo pasaba tan bien, si uno trazaba un paso de baile nuevo, el otro inventaba inmediatamente otro, y todos eran excusa para partirnos de risa, tan pronto nos veíamos los tres abrazados como a tres metros de distancia.

Todo iba tan bien hasta que apareció aquel tipo.

Creo que yo fui el último que se percató de su presencia. Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, ya hacía mucho rato que Ángel y aquel tipo estaban intercambiando miradas, sonrisas y roces aparentemente casuales.

El individuo era de los que no pasan desapercibidos, rondando los cuarenta o recién pasados, de casi unos dos metros de altura, lo suficientemente musculado como para resaltar la ajustada camiseta sin mangas que llevaba y luciendo el estilo de moda, es decir, rapado como para hacer invisibles su entradas y dignificar una posible alopecia y con la inevitable barba de tres días oscureciendo su rostro. Algunos collares y un tatuaje saliendo de uno de sus hombros le añadían un cierto punto canalla y hortera a la vez.

Poco a poco se iban separando de nosotros, bailando, coqueteando, pero sin hablar. Observé a Jesús mirándome con gesto de preocupación. Lo tranquilicé encogiendo los hombros, poniendo un gesto sonriente en mi rostro como para indicarle que no pasaba nada. Cuando vimos que el altísimo señor se inclinaba hasta el oído del niño para decirle algo, intuí que las cosas se empezaban a torcer. La pregunta del tipo fue corta y la respuesta del niño inmediata; con una sonrisa llena de satisfacción se giró hacia nosotros y, mirando a Jesús, negó insistentemente con la cabeza. Más adelante supimos cuál fue la pregunta: el tipo quería saber si Jesús era su pareja; al parecer, yo, para ese señor, ni existía, pero lo peor es que para Ángel tampoco.

Una vez iniciado el diálogo, dejaron de bailar y se acercaron hasta la barra, donde pidieron nuevas bebidas y se enfrascaron en una sonriente conversación. Tras un interminable espacio de tiempo, el niño vino hasta nosotros:
―Acercaos a la barra. He conocido a un tipo estupendo, es un joyero que diseña y fabrica sus propias joyas. Venid a por otra copa y os lo presento.
―Yo no quiero beber nada más ―me excusé―.

Con esa respuesta se dio por satisfecho; de su amigo ni siquiera esperó contestación, lo tomó por el brazo arrastrándolo hacia donde estaba su joyero. Imagino la cara de tonto que se me estaba quedando. A mitad del camino hasta la barra, Jesús se giró a mirarme e inmediatamente se detuvo sujetando a su amigo. No podía escuchar lo que estaba diciéndole, pero era una ostensible bronca que al niño parecía pillarle de sorpresa. Cuando terminó de hablar y sin llegar a la barra, volvió sobre sus pasos hasta mi lado. No le pregunté nada, seguía esforzándome por mantener un gesto despreocupado como si aquello no tuviera ninguna importancia para mí.

Apenas unos minutos después volvió a cercarse el niño y me preguntó directamente:
―Este chico quiere enseñarme su colección de joyas. Algunas no se las ha enseñado a nadie. ¿A ti te importa que vaya?
―Tú sabrás lo que haces. Ya eres mayorcito para tomar tus decisiones ―mi tono fue de lo más intrascendente que pude―.

Aun sabiendo la importancia de lo que estaba ocurriendo, me encontré paralizado, sin poder mover ni un dedo para tratar de evitar lo que, irremediablemente, estaba a punto de pasar y cuyas consecuencias no dejaban ningún hueco para esperanzas de futuro, ni para bocetos de proyecto alguno. Esa aparente tranquilidad era tan increíble para mí, que pensaba si era realmente yo quien estaba abriendo las puertas de mi propio infierno.

―¡Si has venido con nosotros, lo lógico es que te vayas con nosotros! ―le gritó Jesús con menos miramientos que los míos―.
―No seas coñazo. ¿Ves cómo a Rafa no le importa? Yo enseguida estoy de vuelta y si os habéis marchado para entonces, iré directamente a tu casa ―girándose hacía mí―, tal como tenemos planeado. ¿Vale?

Y dando por finalizado el diálogo, marchó junto al tipo que observaba con disimulo la escena.

Unos minutos después de que desaparecieran de nuestra vista, decidimos abandonar el local. Fue un silencioso trayecto, pero apenas bajamos del taxi, Jesús sin poderse contener más me dijo:
―Tú estás muy tranquilo, Rafa, pero yo no estoy de acuerdo con lo que ha hecho Ángel. Quizás yo soy muy mal pensado, pero no creo que ese tipo se conforme con enseñarle solo las joyas.
―Ni Ángel tampoco se va a conformar solo con eso.
―¿Qué quieres decir?
―Pues que esto tarde o temprano tenía que pasar. Conoces a tu amigo mejor que yo y sabes lo ansioso que está por saberlo todo. Si el sábado pasado no pudo conocer a nadie por la presencia de Isa, hoy no había nada que se lo impidiera, además, estaba muy claro que ese tipo le ha gustado mucho.
―Pero no te vas a ir con todos los que te gusten.
―En el ambiente gay si dos tíos se gustan, ni un terremoto impedirá que lo hagan.
―¡Qué burros! No Rafa, hay cosas que me decepcionan mucho de este ambiente y confío en que no todos los gais sean como tú dices. No me imagino a Leonardo Da Vinci babeando detrás de cada chico bello o a Miguel Ángel acostándose cada noche con un David distinto. Eso sería demasiado frustrante.

La conversación se alargó un buen rato, más que nada por retrasar la toma de conciencia de nuestra situación. Estábamos los dos solos, con algunos gramos de alcohol en nuestro cerebro y con una cama esperando a ser ocupada por la hora y la lógica del momento.

―Será mejor que nos acostemos a descansar y mañana veremos las cosas más objetivamente. Es tarde ―sugerí―.
―Sí, tienes razón. Yo me acostaré en el sofá, como habíamos planeado.
―Es una tontería que duermas incómodo cuando la cama es grande y hay lugar para los dos.
―Pero...
―¿Cuál es el problema ? Somos amigos, somos adultos. Si roncas y no me gusta, simplemente te lo diré y se acabó el problema. Si yo hago algo que no te gusta, solo tienes que hacer lo mismo: decírmelo y punto.

No respondió. En lugar de ello se rascó ligeramente la nuca, gesto que ya le conocía con anterioridad y que lo llevaba a cabo siempre que tomaba una decisión insegura y también cuando aceptaba algo en lo que no estaba totalmente de acuerdo.

Cada uno sentado en su lado de la cama, comenzamos a desnudarnos. Yo fui más rápido y pude observarlo, ya entre las sábanas, cómo doblaba y colocaba cuidadosamente su ropa en una silla. Su bóxer era precioso y su cuerpo tan perfecto como recordaba. Una vez dentro de la cama y cada uno en su parcela separada por una increíble distancia, apenas nos salían las palabras. La tensión parecía que en cualquier momento nos aplastaría. Los dos tumbados boca arriba, examinando el techo con una atención casi científica. Estábamos esperando que algo sucediese.

―¿Apago ya la luz? ―pregunté contento por haber encontrado algo qué decir―.
―Sí, por mí la puedes apagar.

Ninguno de los dos soltamos el clásico «buenas noches». De alguna manera no queríamos cerrar las puertas de la noche con esas palabras. Nadie parecía tener sueño. Pero nervios sí, y muchos, como hacía tiempo que no recordaba. Comprendí que me correspondía a mi tomar la iniciativa. O me giraba dándole la espalda o intentaba hacer de esta ocasión algo especial, para bien o para mal. Deslicé mi mano por entre las dos sábanas esperando encontrar alguna parte del cuerpo que respiraba ruidosamente a mi lado. Tras un larguísimo tramo, topé con su mano. No la retiró, como yo temía; la mantuvo pegada unos instantes y luego me la agarró apretándola con firmeza. Sin decir ni una palabra, me gire hacia él y con la mano que tenía libre le acaricie el pecho sintiendo en mi palma cada uno de los suaves pelillos que lo cubren. Busqué su cara que inmediatamente giró para juntar nuestros labios en un beso sin profundidad. Nos abrazamos y fue cuando sentí como su cuerpo temblaba sin que sus esfuerzos por dominar los espasmos tuvieran éxito.

―Estate tranquilo, Jesús ―necesité decirle―. Si no estás bien, dímelo. No quiero que tengas que arrepentirte de nada.
―Sí, reconozco que estoy algo nervioso, y no creo que tenga que arrepentirme de nada, pero... quiero que me digas una cosa antes de seguir adelante: ¿Estás haciendo esto por despecho con Ángel por lo que te ha hecho hoy?

Esa pregunta me sacó del cuadro, me retiré para dar la luz y, mirándolo a los ojos para que no dudase de mi sinceridad, le dije:
―No pienses eso. Reconozco que la actitud de tu amigo no me ha gustado y que no me siento nada feliz, pero ya te he dicho que en cierto modo lo estaba esperando. Te juro que en esta actitud contigo no hay el menor vestigio de venganza contra nadie. Me gustas desde que te vi, pero como quiero ser sincero contigo, te diré que es una atracción más física que otra cosa, al menos de momento.
―Gracias por tu sinceridad, en realidad todas las relaciones comienzan por sentimientos físicos, ¿no?

Sin esperar la respuesta, me abrazó casi por sorpresa.

Cuando alargaba mi mano para apagar la luz, escuchamos, con el correspondiente sobresalto, el timbre de la puerta.

―¡¡¡Ángel!!! ―exclamamos los dos a la vez―.

Saltamos de la cama para abrir. Antes tuve cuidado de ponerme rápidamente la bata para ocultar mi iniciada excitación y comprobar que bajo el bóxer de Jesús todo parecía calmado. Lo que vimos al otro lado de la puerta nos dejó de piedra. Ante nosotros con una fuerte magulladura en el pómulo apareció el niño, los ojos acuosos con evidentes rastros de lágrimas, con el vendaje del hombro medio deshecho y con la mirada más infantil que jamás le recordaba.

―¡¡¡¿Qué te ha pasado?!!!
―¡¡¡¿Has tenido un accidente?!!!
―Siéntate. Corre, Jesús. Trae un poco de agua. Dinos qué ha ocurrido. ¿Te duele alguna parte?
―Estoy bien. Ese gilipollas borracho que estaba loco me llevó a un almacén, ni joyas ni nada. Era una nave industrial llena de cajas grandes y en un cuarto donde había colgado un uniforme de vigilante me dijo que me desnudara, que quería penetrarme hasta que reventara. Me sentí engañado y me negué. Entonces toda su amabilidad se convirtió en grosería, me empujó y trató de quitarme los pantalones a la fuerza.
―¡¡¡Que cabrón!!! ―Jesús estaba rojo de ira―.
―Me defendí como pude, pero con esta mierda de hombro y el tío que era una mole, apenas pude hacer nada. Mientras retorcía mi brazo bueno para sujetarme, intentó metérmela, pero no pudo. Cuando se convenció de que no lo lograría, se masturbó. Sin decir ni una palabra y sin quitarme la vista de encima, me llevó hasta el coche, me mareó dando vueltas por el polígono como para despistarme y me trajo hasta Odonell, donde pude tomar un taxi.
―¿Te ha hecho algún desgarro o sientes dolor atrás? ―le pregunte temiéndome lo peor―.
―No, por muy dura que la tenía, más duro ponía yo el culo.
―¿Y ese golpe en la cara?
―Ya me ha preguntado el taxista, pero no me he enterado de cómo me lo hice. En la pelea me habré dado contra algo.
―¡¡¡Que cabrón!!! Hay que ir a ese almacén a por él, lo mismo es un vigilante de allí. ¿Te acuerdas de dónde es? ―Jesús estaba rabioso―.
―Sé que era por una carretera que está cerca de la nacional tres, por Vicálvaro o cerca, pero no sé si lo encontraría. De todas formas ya lo he pensado todo y he llegado a la conclusión de que lo mejor es olvidarlo.
―No, Ángel, lo mejor es no olvidarlo y aprender de lo ocurrido.
―Por favor, Rafa, si me vas a dar el sermón, me marcho ahora mismo.

Comprendí que tenía razón, no era el momento de reproches ni sarcasmos. Le ayudé a limpiarse la magulladura y a darse un baño caliente, tras lo cual nos acostamos. Ellos en mi cama y yo en el sofá, donde apenas pude conciliar el sueño. A la una tuve que despertarlos porque los esperaban en sus casas para comer.

Durante todo el día estuve tremendamente triste. La imagen del niño asustado, pasándolo mal, en manos de uno de tantos locos que andan sueltos y ante los que somos tan vulnerables se sobreponía ante cualquier otra en las que estuviera presente el resquemor o el reproche. Sentía lástima por él y por mí. Quise sentir también odio pero no lo encontré.

A la noche llamé al niño solo para preguntar cómo seguía. Los dos estuvimos parcos en palabras. Me dijo que estaba bien, pero que en su casa había tenido problemas. De ahora en adelante me va resultar muy difícil llamarle «mi niño».

A Jesús no me atreví a llamarlo ni él tampoco lo hizo. Pero el calor de su pecho aún lo siento en la palma de mi mano.

14 comentarios:

  1. Precioso capitulo. La escena de la cama genial. Enhorabuena

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  2. Qué romántico por favor yo quiero cambiar uno de mis aburridos polvos con mi pareja por un momento así de sutil con las manos debajo de las sábanas que bonito

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  3. Escucharme tios creo que conozco a este segurata de los tatuajes y que el chorbo ha sido jugador de baloncesto y por eso es tan alto. Estuve saliendo con él unos dias hasta que le pille con un chapero. Lo unico que no me cuadra es que se lo quiesiera follar al Angel, porque conmigo al menos era totalmente pasivo. No os pongo el nombrre por si no es pero es casi seguro que este que os digo porque los tatuajes y las cadenotas de oro siempre los lleva . A mi me pillo por internet pero se que antes ligaba en las discotecas, parece que ahora ha vuelto a esa costunbre . Siempe anda buscando chavales jovencitosy me lo creo lo del embuste de las joyas porque el tipo es un liante de cuidado.
    Me gusta leer este blog porque salen cosas que conozco pero nunca imagine que se hiba a hablar de un tio que ha salido conmigo, esto es la hostia.

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  4. las entradas son cada vea mas largas o solo me lo parece a mi? Este se hizo larga pero he uedado a cuadros con lo de Jesus y Rafa, no han follado de milagro y casi los pilla el otro. La pura verdad he sentido que llegue Angel tan pronto, me apetecia un polvazo entre Rafa y Jesus hubiera sido acojonante y lo malo es que despues hubieran jodido la amistad

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  5. AL FINAL JESUS COMO TODOS LOS CHICOS TAMBIEN ES. HACER SEXO ES LO QUE QUIERE CON RAFAEL. HUBIERA ESTADO MUY FEO QUE SU AMIGO LOS HUBIERA PILLADO EN LA PENETRACION. ANGEL GANOSE LOS PROBLEMOS CON LOS DESCONOCIDOS . HACER COSAS FEAS PARA QUE RAFAEL SUFRIR ES LO QUE MEJOR SABE HACER. NO TENGO PENA POR ANGEL.Y RAFAEL NO APRENDE NADA Y A TODO DICE QUE SI.
    PORTUGAL ES BONITO Y CALUROSO. AYER PASEE SOLO HASTA LA PLAYA DE DESNUDISTAS. MUCHOS HOMBRES ME MIRAN PERO YO NO HAGO CASO, YO NO QUITAME EL BAÑADOR PORQUE PONESEME TIESA SI ME SIENTO DESNUDO, Y YO QUIERO RESERVARME NO QUE TODOS ME LO VEAN TODO. MI PAREJA SERA QUIEN LO VEA.

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  6. Yo cambiaría definitivamente de chico de culto. Este Jesús parece mucho más sano. Parece que aún tiene sentimientos y Ángel cada día es más tonto. Claro que el amor es caprichoso y como te encabezones con uno ya no hay quien te lo quite del corazón. Tu historia me tiene enganchado, y suena a verdadera. Hay muchas cosas que coinciden con mi vida y supongo que con la de muchos. Gracias y no pares.

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  7. DEberias de cambiar de chico de culto. Este Jesus se ve mas sano y aun tiene sentimientos. Angel cada dia es mas tonto pero cuando te encabezonas con alguien lo tienes jodido para cambiar. Me gusta esta historia que parace real porque tiene demasiadas coincidencias con mi vida. No lo pares como hacen la gran mayoria de gente que empieza con fuerza un blog y pronto se cansa. Gracias

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  8. Hablanos de ti Rafa, algo especial tienes que tener porque si no se explica que tengas para elegir entre esos dos chavales que con tus descripciones sabemos que estan imponentes. Yo llevo dos años sin comerme una rosca, para echar algun polvo de vez en cuando tengo que meterme en los canales grindel o romeo pero me toca cada descerebrado que solo valen para correrse y a veces ni eso.
    Rafael te tengo una admiracion y una envidia que no veas.

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    1. Tío no te dejes engañar esto de los chavales es mentira sé perfectamente que los niños gays de gente rica sólo f***** entre ellos y nunca se juntan con la gente normal esto creo que no es más que una bonita historia pero quizá me equivoqué

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  9. Te mando otra novela que aunque hay a quien no le gusta por envidia si que hay a quien si le gusta porque son entendidos.
    " Estaba yo en una fiesta de cumpleaños y los invite a una discoteca. Y todos bailamos muy bien y estabamos muy contentos y yo me separe de los que estaban conmigo y tropeze con un señor guapo y alto y de pecho muy fuerte y les gustaba a todos. Pero el me miro solo a mi y me dijo hola. Y yo no quise contestar porque mis amigos me miraban. Entonces surgio el cupido y nos miramos mucho y profundamente. Entonces salimos a la vez del cumpleaños y en la calle nos cogimos la mano. Y yo estaba contento y caliente y el trajo su coche y juntos subimos y en su casa muy bonita y con cuadros de pintores que se conocen y un sofa de colores y cortinas nos desnudamos y el me toco a mi y yo le toque a el y todo fue muy romantico y con mucho sexo a la vez . y volvi al cumpleaños y nadie se entero y todo acabo muy bien, Fin"

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  10. Por favor que alguien haga una censura y no deje pasar comentarios como el del novelista Cupido anterior esto le resta mucho valor literario a este blog que es muy bueno

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  11. El día que yo sepa qué este blog tiene algún tipo de censura, inmediatamente dejo de seguirlo. Todos tienen derecho a expresar sus opiniones. Y en el caso de este niño con inquietudes literarias, nadie tiene derecho a cortarle las alas. Si le gusta escribir seguro que con el tiempo aprendera.

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  12. Magistral la escena de la cama. Si todo el relato mantuviese ese nivel seria una obra maestra.

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  13. Por favor, menos coba para el autor, hablar de obra maestra me parece una falta de respeto para Calderón, Perez Galdós, Umberto Ecco, Proust, André Gide...y tantos otros verdaderamente maestros.
    El blog esta entretenido, escrito correctamente, pero cuidemos los apelativos y no seamos tan desmensurados.

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