Vivencias de un gay

domingo, 17 de enero de 2016

131. La pasión turca en Madrid


Ayer estuve el spa de Tribunal, un poco escaso en mi opinión. Tiene yacusi, chorros de agua, saunas y, lo mejor, una piscina lo suficientemente grande como para poder nadar, siempre que no estén dentro más de dos o tres personas. Apenas había gente, pero, como soy especialista en encontrarme líos, con los pocos que estaban ya tuve problemas. Nada más entrar, me sorprendió la presencia de tres tipos bastante atractivos que no dejaban de mirarme e, incluso, alguno me hizo un gesto muy evidente para tener rollo con él. Como no era esa mi intención, apenas les presté atención, aunque sin ningún tipo de grosería por mi parte.

Tras la ducha, entré en la piscina cuya agua templada me resulto muy placentera. A continuación se metieron tras de mí los tres tipos de la entrada con sus mejores sonrisas colgadas de sus caras. Me saludaron con la cabeza y uno de ellos en un inglés tan escaso como el mío, comenzó a charlar conmigo. Pude entender que los tres eran turcos, que estaban unos días de vacaciones en Madrid y que yo les parecía un beautiful boy. Mientras tanto, los otros dos permanecían muy cerca de mí, mirándome, con la sonrisa cada vez más ampliada. Como nuestra conversación era lenta y dificultosa, mi interlocutor no tardó en preguntarme si quería hacer sexo con ellos.
―With the three? ―le pregunté un poco mosqueado―.
―Yes, with one, or with two... you choose.

Por un momento sopesé la posibilidad de meterme con todos en una cabina, a pesar de que uno de ellos, por muy turco que fuese, tenía una cierta pluma, pero mi sexto sentido me indicaba que allí pasaba algo raro.

Como me vieron dudar, uno de ellos me cogió la mano por debajo del agua y la llevó hasta su polla. Este detalle no me ayudó en absoluto para decidirme. Era una polla extrañísima, totalmente en reposo, pero sin tronco, todo era capullo, parecía que estuviera tocando el tejado de una seta en remojo. Mientras, el que hablaba conmigo había levantado su pierna y me estaba metiendo la rodilla entre las mías aplastándome los huevos. Ante mis narices pude ver un extraño nombre tatuado en el pecho de quien hizo la propuesta. Para ganar tiempo le pregunté que ponía en el tatuaje.
―It is the name of my wife.

O sea, que tenía esposa. Todo parecía cada vez más raro. Su actitud me hizo pensar en la posibilidad de que fuesen chaperos. Hice una última pregunta:
 ―Sex only?
 ―Sex and little money.

Apareció la palabra dinero que era todo lo que quería saber. Me quité lo más rápido que pude de en medio y salí de la piscina haciendo ostensibles gestos de que no me interesaba para nada su compañía. Tal como me temía, salieron tras de mí pero, ya sin sonrisa, con gesto de tremendo cabreo. Antes de llegar a la sauna en busca de otras personas, me cortaron el paso y, con gestos amenazantes, me exigían que les diera dinero.
―Why? No sex, no Money ―les repetía yo, tratando de aparentar una tranquilidad y seguridad en mí mismo que no tenía―.

Con gestos me indicaron que yo le había tocado la polla a uno de ellos y que eso hay que pagarlo. Como por allí no aparecía nadie, les hice un gesto afirmativo y me dirigí a la zona de las taquillas con la esperanza de poder alcanzar al empleado de la puerta y pedirle ayuda. Los tres venían tan pegados a mí que, cuando se percataron de mi idea, me sujetaron por los hombros y uno de ellos, señalando la puerta del garito del empleado, negó con la cabeza, a la vez que se pasaba un dedo por el cuello en claro gesto amenazante. La única tranquilidad que tenía era que todos íbamos solo con la toalla.

Decidí que lo mejor era soltar algo de dinero y salir, cuanto antes, de aquella situación tan desagradable. Les pedí que esperasen a dos metros de mi cabina porque estaba seguro de que si la abría ante ellos, arrancarían con todo a lo que pudiesen echar mano. Afortunadamente, permanecieron en esa distancia mientras yo cogía diez euros y cerraba nuevamente la taquilla. Si esa cantidad no les parecía suficiente, estaba dispuesto a empezar a gritar con todas mis fuerzas pidiendo socorro.

No hubo esa necesidad. Tomaron rápidamente el billete y el gesto de su rostro se tornó amabilísimo. La presencia de otros señores me tranquilizó y pensé en quedarme un rato más para amortizar la entrada y el elevado costo de la mísera tocadita de polla-seta. Cada vez que me cruzaba con alguno de los turcos, me sonreían y me daban unas palmaditas en el hombro como para demostrarme su «eterna» amistad.

Al medio día se lo contaré a Paquito. A él que le gusta pagar seguro que le hace una gran ilusión poderse meter con los tres y así cambia un poco de escenario. Continúa muy afectado por la pérdida de su gran amor ―y único en su vida―, sobre todo por la forma que tuvo de enterarse. Es muy impresionante ver que tu novio, al que adoras, se casa delante de tus narices con otro y habiendo acudido a esa boda por pura casualidad.

7 comentarios:

  1. NO GUSTAME LOS PELIGROSOS LUGARES QUE RAFAEL VISITA. UN DIA HERIDO SALDRA DE ESAS AVENTURAS. SABER DEBERIA QUE LOS ARABES SON ENEMIGOS DE ESPAÑA Y SOLO CON DINERO SE HACEN AMIGOS

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  2. Vaya situación tan desagradable, desde luego tíos aprovechados hay en todas partes. En mi caso creo que me habría enfrentado a ellos voceando, seguro que algún encargado no tarda en aparecer por allí, pero bueno elegiste una opción segura para ti.

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  3. Tienes razon Marcos vaya mal trago. A mi que me gustan las saunas me he quedado acojonado

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  4. Puta pasion turca de a poco te rajan los moros de mierda

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  5. Quien en barro entra, embarrado sale

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  6. Pensé que seria la novela de Antonio Gala. Vaya timo. Menos mal que añadió lo de En Madrid que si no lo hubieran demandado. De todas formas la historia es curiosa y esta mucho mejor escrita de lo esperado. Por el tema y por la digna manera de narrarla, a Don Antonio Gala seguro que le gustaria si tuviese la salud para leerlo.

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  7. Conozco todas las saunas de Madrid y la mas peligrosa es laParaiso por la promiscuidad, la mas sucia es la center, la adams solo es de chaperos y la spa del relato es jodida porque hay chavales qué quieren atracar a la mayoria de abuelos que acuden. A estos turcos nunca me los he cruzado. Feliz año 2016

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