Vivencias de un gay

lunes, 27 de octubre de 2014

60. Un mal cuarteto

Uno cada día se hace más viejo pero también más tonto. Os cuento lo que pasó el sábado y entenderais por qué digo esto.

Tras muchos días de espera nos vimos (¡al fin!) Ángel y yo el sábado. Hombre, no es que estuviera desesperado por estar con él, pero ya me estaba apeteciendo verlo cara a cara; solo con hablar por teléfono no es suficiente como para mantener la llama encendida de una relación que quiere ser algo más que de amistad.

Estuvimos cenando en Chueca en un restaurante en el que me conocen un poco y gracias a eso nos dieron mesa. Estaba tan encantador que me dio pena sacar el tema de su novia para no dañar el buen ambiente, pero me hubiera gustado aclarar cuanto antes esa cuestión. Para cerrar la noche se empeñó en volver al Cool a pesar de mi posición en contra. Me incliné a ceder cuando me propuso que si no, lo llevara a uno de los lugares en los que yo me buscaba la vida antes de conocerlo. Entre el Warms, el Cooper y el Cool, no tenía otra opción que acceder al primer deseo del niño.

A tiro hecho parecerá un farol el que diga ahora que tuve la intuición de que nos encontraríamos al tío de la música, y no me equivoqué en absoluto. Lo vi antes que nadie, pero pensaba que no tendría el descaro de saludarnos después de como quedó de mal con el niño en su última conversación telefónica cuando le colgó tras insultarlo. Además, pude observar que estaba acompañado por otro chaval de una edad parecida a la de Ángel y muy guapo también. Eso me tranquilizó, aunque por si las moscas fui a proponer al niño que cambiásemos de lugar para evitar situaciones embarazosas.
No me dio tiempo a plantearle nada. Ante mi estupefacción, vi como Ángel y el músico se veían y se saludaban muy amistosamente. Acudí rápidamente a su lado temiéndome cualquier cosa. Apenas llegué junto a ellos, el músico con una sonrisa cautivadora se dirigió a Ángel:
―Ángel, el otro día no me presentaste a tu amigo...
―¡Es verdad! Mira, este es Rafael, mi pareja.
―Hombre, qué casualidad que nos llamemos igual: Yo soy Rafa.

Confieso que la palabra «pareja»en boca del niño me dio una seguridad y aplomo mezclados con una cierta dosis de satisfacción que me hacía mucha falta en esos momentos. Nos dimos las manos y a continuación buscó al chaval que estaba con él, lo quitó de la pista donde estaba bailando y nos lo presentó. Se llamaba René, era francés y se conocían desde hacía siete días.

Yo estaba deseando cortar la entrevista y marcharnos cada pareja por su lado, pero todos menos yo parecían estar encantados con la reunión. Debo reconocer que el músico estaba superamable más que nada conmigo. Si no supiera lo que había pasado con él, me hubiera maravillado su cortesía y atención, pero no lo había olvidado y mi actitud era correcta pero con las uñas prestas a salir ante cualquier cosa que yo viera sospechosa. Ángel, por su parte, charlaba con el francés muy animadamente y sin ninguna intención de dejarlo. Nos invitó a las copas, y la charla se alargaba cada vez con mejor rollo. Allí nos tienes bailando a los cuatro juntos como si fuéramos amigos de toda la vida. En un acto de humildad debo reconocer que el músico me empezaba a caer bastante mejor, incluso lo estaba viendo atractivo. Éramos el grupo estrella del lugar con dos adolescentes muy guapos y un famoso que muchos de los asistentes reconocían y comentaban entre ellos; imaginaba lo que estarían pensando esos tipos de mí y suponía que todos se estaban equivocando. ¡Je, je!

A las cuatro de la madrugada no sé a quién se le ocurrió cambiar de lugar para seguir la charla en un lugar más tranquilo porque en el Cool ya no se podía ni respirar del gentío que lo llenaba. Rafa sugirió un lugar por la carretera de la Coruña y tras sacar su coche de un estacionamiento cercano nos dirigimos hacia ese lugar los cuatro en plena alegría, no solo provocada por las copas que ya teníamos en nuestro haber, sino porque todos estábamos realmente eufóricos.

El local estaba cerrado. Yo pensé que eso significaría el fin de la velada, aunque nos tendrían que acercar a la civilización en su coche. Nada que ver con lo que ocurrió: el músico descubrió de repente que su casa estaba muy cerca y, sin dejar ninguna opción en contra, en cinco minutos estábamos en un chalé cerca de Boadilla, tirados en unos cómodos sillones en un acogedor salón poco iluminado y con una nueva copa en la mano.

¡Qué pronto pierde el hombre la noción de la realidad! Instalados en aquella comodidad todo parecía posible. Y el dueño de la casa debió pensar lo mismo porque, con la misma naturalidad que sirvió las copas, sacó una pastilla de costo, tabaco picado, papel de fumar y se preparó un porro con la reveladora maestría de quien lo hace habitualmente. Me lo pasó tras su primera bocanada y lo rechacé con una negativa que pretendía ser tan natural como su ofrecimiento. René lo tomó con la evidencia de que no era la primera vez que lo hacía y Ángel los imitó ante mi desasosiego y sorpresa, no porque se llevara el porro a la boca, sino por la forma experta de hacerlo. Mi mirada debió estar cargada de interrogantes porque el niño se vio obligado a explicarme que no era la primera vez pero que tampoco era un fan de aquello.

Pero la noche aún me guardaba nuevas sorpresas. La música que Rafa eligió era lenta, romántica y excesivamente intimista. Eso contribuyó a caldear el salón como para que una fugaz caricia del músico a René y a Ángel, por este orden, pareciese algo totalmente normal. Entiendo que las copas y el porro trivializaran el gesto, pero a mí no me pasó inadvertido y algo se puso de nuevo en guardia en mi interior. La conversación se ralentizaba por momentos, René tomó la iniciativa y se besó con Rafa. El niño se sentó a mi lado y, con una sonrisa en su cara más embobada que sentida, esperó a que yo lo abrazara y buscase sus labios. La situación parecía muy lógica: las dos parejas iniciando un momento erótico cuyo desarrollo parecía fácil imaginar.

A los pocos minutos Rafa se levantó separándose de su entregado francesito y propuso rellenar nuestros vasos semivacíos. Me levanté para ayudarlo, puesto que no me parecía correcto seguir nosotros en la faena mientras él trabajaba. Fuimos a la cocina a por el hielo y al volver al salón nos encontramos a René y Ángel de pie, fundidos en un beso y con los cuerpos totalmente pegados. Me quedé paralizado hasta que noté el brazo de Rafa posarse sobre mi hombro arrastrándome nuevamente hacía la cocina. Con esa sonrisa, que a veces parecía encantadora y en ese momento se me antojaba cínica, me dijo casi al oído:
―¿Te parece guapo René? ¿Y si cambiásemos por esta noche y pruebas a mi chico y yo descubro los encantos del tuyo?

Todo parecía ir rodado: la música, la semioscuridad de la estancia, el alcohol en las venas y la maría en la cabeza,.. todo menos yo que estaba totalmente sereno y consciente del rumbo que todo aquello tomaba.
―Primero habría que preguntarles a ellos ―dije para ganar tiempo, volviendo al salón―.

Los bailadores ya no estaban besándose, pero seguían pegados tratando de seguir el ritmo de la balada que sonaba en esos momentos.
―¡Eh, tortolitos! ―mi tono de voz fue más alto de lo esperado y medio asustó a los chavales que se separaron―.

Al ser conscientes de lo que estaban haciendo se echaron a reír como si aquello fuese la cosa más divertida del mundo. Cogí a Ángel del brazo y volvimos a nuestra posición en el sofá. El niño estaba flotando en otra dimensión, probablemente la misma en la que estaba el francés. Pero ni el músico ni yo estabamos en ese nivel y ambos lo sabíamos. Besé a mi niño, sobre todo por dejar claro quién debía estar con quién, a la vez que con el rabillo del ojo pude ver cómo Rafa desnudaba a René con su encantada colaboración. Cuando el chaval quedó totalmente desnudo y ante su escasa excitación sexual, Rafa se arrodilló para que su boca quedase a la altura de la flácida polla del francés que pronto vio cómo le hacían una complicada mamada de lentos resultados.

Me llamó la atención el perfecto cuerpo del chaval; era una auténtica estatua griega viva, incluso en el tamaño de su polla, muy bonito pero nada excitante para mí. Cuando Ángel vio lo que sucedía sobre la alfombra frente a nosotros, se echó mano a su cinturón con el gesto clásico para quitarse los pantalones. Y este fue el momento en que mi tensión llegó al límite. Le sujeté la mano, me puse en pie y casi gritando dije:
―¡Nosotros nos vamos ya!

Como si hubiera caído una bomba, todo se paralizó, Rafa hizo un intento para convencerme de seguir, pero debió ver mucha decisión en mi actitud porque enseguida dijo:
―Tengo un teléfono para pedir un taxi.

Media hora después y mucho más despejados por la espera en la calle, estábamos en el taxi rumbo primero a casa de Ángel y luego a la mía. Treinta euros me costó el viaje, pero no era eso lo que más cabreado me tenía cuando, cerca de las nueve de la mañana, me acostaba en mi cama.

He tratado de ser minucioso al contar la velada para ver si así comprendo en qué momento se me fue la olla para llegar a prestarme a semejante situación. Pero sigo sin entenderlo.

Ayer a última hora de la tarde hablé con el niño. Ingenuamente me recordaba que lo habíamos pasado bien, aunque de la estancia en la casa del músico no recordaba casi nada. Reconoció que se había pasado con las copas y no debía haber mezclado con el porro.

Le pregunté por qué dio el primer paso en saludar en la discoteca al tipo que unos días antes lo había decepcionado tanto. No supo contestarme, trató de quitarle importancia y como vi que seguir con ese tema era generar una discusión fuera de lugar por teléfono, cambié de tema.

Ya sé que la culpa no es suya únicamente, sé que más tonto y gilipollas soy yo que se supone tengo más experiencia, pero os repito: cada vez soy mas viejo pero también más tonto.

11 comentarios:

  1. Este esta buenisimo un poco largo pero no puedes dejar de leer hasta el final.yo creí que había orgia ufff que pena....

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  2. tío eres especialista en cortar el buen rollo en situaciones sustanciosas menudo menaje a cuatro podíais haber montado en ese chalet es que te estás dejando pasar unas ocasiones maravillosas para hacer un sexo rico y variado con tu chico espabila que los monjes budistas están muy lejos

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  3. No hagas caso de lo que te decía el chico del párrafo anterior si hubieras accedido a cambiar de pareja el músico se habría ventilado a Ángel y a ti el René con esa pollita pequeña y flácida por del alcohol y el porro poco gusto te hubiera dado hiciste bien palmotazo en la mesa carácter y cada uno a su casa

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  4. Je vis dans españa avec Erasmus j'ai trouvé ce blog pour mon aide pour apprendre l'espagnol et beaucoup me plaît bien que tu peines j'entends tout. Les Espagnols ont toujours été l'objet de mon désir depuis que j'ai connu un jardinier dans ma ville. Almodovar est mon cinéaste favori et mon équipe est le Madrid Real. Je ne suis pas si beau comme Rene ni comme Ange mais je peux faire passer un bon moment à l'Espagnol aimable.

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  5. NO GUSTAME LOS LUGARES DE MADRID HAY DROGA Y LA GENTE VICIOSA ES. ANGEL LLEVA AL MAL CAMINO A RAFAEL

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    1. Que divertido como escribes pareces del siglo XVII. ¿Es una pose graciosa o realmente eres así? Confieso que entro a menudo en este portal para leer las historias que se cuentan y también buscando tu comentario

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  6. yo conocí a un Rafa en e lcool hace 9 años cuando yo era un adolescente joven y guapo el tío no era músico era cantante de un grupo famosillos pero un desgraciao un aprovechado se rió de mí me captó con muchas promesas que no cumplió ninguna cuando me follo dos o tres veces me cambio por otros un mal tipo

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  7. Yo tambien he conocido y he follado con algunos famosillos, sobretodo en mi época de chapero, pero nunca se me ocurriria decirlo a nadie y menos en internet. Sé de que Rafa estaís hablando y aunque con e´l no estuve nunca ,si con uno de sus más famoso( y este si que es famoso en el mundo entero) de sus novios. Como yo muchos habran identificado a este Rafa y no estoy de acuerdo en que lo publiquen.

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  8. porque hoy día vivimos tan normalizados la mezcla de droga alcohol y sexo? amigo Rafael has ganado muchos enteros

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  9. Cada vez aumentan el plazo entre capitulo y capítulo. Si aumentan otra vez los días en blanco dejare de leer este blog

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  10. parece que lo bueno se hace esperar nos tienen en tensiónyo quiero saber cómo acaba o cómo sigue esta relación Ángel Ricardo

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