57. Enemigo al acecho

En nuestra conversación de ayer noche el niño me contó que el espabilado con el que habló el sábado en la discoteca Cool, el famosillo del grupo musical, lo llamó. Según me contaba Ángel, de primeras fue muy amable: que solo llamaba por saludar, que estaba encantado por haberlo conocido, que... Ya sabes, palabras cautas pero intencionadas. La cosa se empezó a estropear (siempre según la versión del niño) cuando le preguntó con sorna sobre quién era ese «tipo nervioso y medio calvo» que les interrumpió su conversación en la discoteca y que se lo llevó casi a la fuerza. Ni el tono ni la pregunta le gustaron a Ángel y le contestó que ese «tipo» era su mejor amigo. El otro le dijo que con amigos así no le hacían falta enemigos, y entonces mi niño se enardeció y le dijo que en realidad era su pareja con la que estaba muy bien. Notó al tipo desconcertado cuando oyó lo de pareja y tras un significativo silencio, el jodido le preguntó: «¿Quieres que nos veamos los dos solos?».

Ante la negativa de Ángel que, al fin se enteró de cuáles eran las verdaderas intenciones del músico, el tipo se cabreó y le interrogó por qué había estado ligando con él si estaba con su pareja en el local y no pensaba ir más lejos. Mi niño (me imagino que con esa candidez que tiene en estos temas de mariconas malas) trató de explicarle que no estaba ligando, pero el tipo lo interrumpió con una afirmación: «Chaval, ya veo que solo eres el clásico calienta pollas». Y le colgó.

Indignadísimo estaba el niño con el incidente, y yo contentísimo porque me encantó, primero, su reacción y, segundo, para que le sirva de lección y ya nunca se acerque a ningún tipo por muy famoso que sea o por muy bien que le parezca. La lección está dada, ahora solo tiene que aprender.

Y una última intimidad: anoche, para conciliar el sueño, me masturbé, pero en las imágenes que mi coco usaba para alegrar la faena no estaba Ángel; los tipos maduros y morbosos de siempre cumplieron su misión. Te juro que me dormí con una mala sensación en la conciencia, con la tristeza de haber engañado a mi pobre niño que quizás estuviera haciendo lo mismo, pero con mi imagen en su cabeza. Tengo ganas de verlo y más cuando sé que este fin de semana no saldré de este puto trabajo.

Hoy en la mañana hemos hablado de nuevo Ángel y yo. Todo estaba estupendamente: que si era una pena que yo tuviera que trabajar todo el puente, que me extrañaría mucho, que aprovecharía para estudiar aunque no para adelantar el proyecto porque no se queda nadie de su equipo, pero que si yo podía escaparme algún rato, él estaría en su casa totalmente solo.

Hace apenas unos minutos me llamó otra vez y... ¡cambio radical!: que resulta que sus padres le han convencido de que vaya a Sevilla a pasar estos días con ellos, que si hace mucho que no va, que si un primo suyo de aquí de Madrid sale el sábado para que vayan juntos... Hasta aquí me pareció muy bien hasta que me dijo que al fin había decidido ir con su primo, con la novia de su primo y... ¡¡¡con su novia!!! ¡Jódete! ¿Eso es normal?

Cada vez tengo más certeza de que el niño sigue emparejado con la zorra de su novia; creo que está jugando a dos bandas y yo ya estoy muy grande para que me tome el pelo un niñato.

Ya sé que si yo no hubiera tenido que currar las cosas, quizá fueran diferentes. O quizá no. Yo pensaba escaparme alguna tarde o noche aprovechando que, probablemente, durante los días centrales del puente la actividad aquí se reduzca y verme con él. Pues todo a la mierda por culpa de la zorra de su ex que sigue teniendo mucha influencia en el niño y no se conforma con perderlo.

Pues no pienso quedarme a guardarle la ausencia. Como tenga un rato libre me voy a ir a buscar un macho que me rompa el culo sin importarme quién sea con tal de que me deje muerto de tanto follar. Ya estoy harto de sexo melindroso. Ya quiero sentir un buen pedazo de polla que no me deje ni respirar.