Vivencias de un gay

jueves, 23 de octubre de 2014

59. El atleta del Caribe


Un mensaje recibido por Whatsapp esta mañana desde Venezuela me ha removido la memoria y también el día. Leonardo, un chico de Caracas, me comunicaba que dentro de dos meses volvería a Madrid y que le gustaría verme. Inmediatamente mi cabeza recordó la corta experiencia que tuve con este chico; breve, sí, pero una de las cosas más increíbles ―por lo buena― que me han pasado.

Fue al principio del otoño pasado. Caminaba temprano por Gran Vía hacia la plaza de España donde había quedado a tomar un café con un excompañero de trabajo. A esa hora los escasos caminantes me dejaron ver a un chico que subía hacia mí corriendo con un chándal gris a un ritmo fatigado como el del atleta que está al final de su ejercicio. Lo llamativo ya desde lejos era lo que aquel chándal dejaba entrever en la entrepierna del corredor. Un cilindro grueso y más largo de lo normal bamboleaba de una pierna a otra al ritmo de sus zancadas. La visión era magnífica, la tela que lo cubría era muy generosa a la hora de remarcar con gran fidelidad aquel pene cuyas formas eran tan explícitas que dejaban poco espacio a la imaginación. Además, su movimiento rítmico convertía aquella visión en algo fascinante para mí. A pocos metros de cruzarnos subí la vista al rostro del corredor para ver quién era el afortunado poseedor de tan buena verga. Lo que vi me dejó casi paralizado, no por la belleza cobriza y rotunda del atleta, sino por su pícara mirada fija en mis ojos, complementada por una sonrisa apenas disimulada. Era obvio que este chico era testigo desde muchos metros antes de mi exagerado interés por su entrepierna y parece que eso lo divertía e incluso le agradaba. Rozó su brazo contra el mío al pasar junto a mí con clara intencionalidad. Me paré, giré la cabeza y pude ver que la parte trasera estaba al mismo buen nivel de todo su frontal. Se me erizó la nuca cuando a los pocos metros se paró el muchacho y, dirigiéndose directamente a mí, me pidió disculpas por el roce del brazo:
―Perdona, ¿te hice daño?
No, no… No pasa nada. Está todo bien ―acerté a balbucear―.
―No conozco bien Madrid y no sé si por el centro habrá parques para trotar. Quizás tú me puedas decir...

Le hablé del parque del Oeste, del Retiro, aunque la presencia tan cercana de tan bello hombre apenas me dejaba concentrar en lo que estaba hablando.

De pronto cambió su expresión en un gesto de dolor a la vez que llevaba su mano a la parte superior de su pierna izquierda.
―Tanto cemento me ha provocado un pequeño desgarro en este abductor.

Dirigí mi vista al lugar que señalaba pero se quedó en el camino, aquel pene que se movía en su carrera, estaba quieto pero no en reposo, su tamaño era mucho más voluminoso que hacía unos minutos y me pareció distinguir claramente las palpitaciones que lo seguían agrandando. Cuando me dijo:
―Necesitaría un buen tratamiento en las dos piernas para relajarlas.

Se terminaron mis dudas de lo que tenía que hacer y directamente me ofrecí:
―Si tienes tiempo ahora yo mismo podría ayudarte con ese tratamiento.
―Te lo agradecería muchísimo. Mi hotel está al otro lado de esta cuadra. Sígueme.

En el breve recorrido me explicó que era venezolano, que estaba por trabajo en España y que en dos días se retornaba a su país.

A los dos minutos de entrar en su habitación ya estaba desnudo y duchándose. La visión de aquel apolíneo cuerpo me excitó al máximo. Cuando se tumbó en la cama desnudo y vi aquella serpiente pitón oscura de cabeza rosada recorriéndole media pierna, temí perder el control y lanzarme directamente a por ella.
―Será mejor que te quites la ropa para no mancharte de crema ―me sugirió siempre con esa sonrisa picaresca e insinuante―.

Cuando vio mi abultado calzoncillo, desde la cama alargó la mano y lo bajó hasta las rodillas. Sin más preámbulos, apretó fuertemente mi polla con su enorme mano y me atrajo hacía él. Parecía imposible que pudiera existir semejante tamaño de rabo, apenas me alcanzaba la mano de gruesa y para definir su largura tengo que decir que cuando el capullo tapaba mi garganta, aún me faltaban cinco dedos para llegar al recortado pelo púbico de aquel espectacular venezolano. Cuando empecé a sentir dolor en la boca por la dura y agradable labor que estaba haciendo, cuando la dureza de aquel miembro era de cobre, Leonardo ―así me dijo que se llamaba― se levantó y me colocó en el lugar que ocupaba en la cama. Me dio suavemente la vuelta y utilizó la crema para lubricar mi ano. Dudé si estaba preparado para la primera embestida. El temor por el tamaño y el deseo de sentir su entrada pugnaban en mi alborotada cabeza. Hubo una espera y levanté la mirada para ver qué ocurría: el chico mantenía una seria pelea para lograr estirar el condón lo suficiente como para albergar semejante pedazo de carne. Cuando al fin lo enfundó, pude observar que el preservativo terminaba en la mitad de su venoso tronco. Se colocó tras de mí arrodillado con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Con ambas manos tiró de mi cadera hasta elevar mi culo a la altura que le interesaba. Instintivamente yo también puse mis manos en su cintura para ir controlando su empuje. Cuando sentí la dureza de aquel miembro en la puerta de entrada, suspiré tanto de miedo como de deseo. Antes de iniciar la penetración echó su pecho fuerte y algo velludo sobre mi espalda, su boca junto a mi oído y me susurraba:
―Tranquilo, cielo, que iremos despacio. Se trata de gozar los dos.

Sentí cada embestida, notaba cómo ese tremendo falo entraba y salía de mi cuerpo. Sudábamos, los besos eran fuertes y cálidos, nuestras lenguas se entrelazaban sintiéndonos como un solo ser. De un solo movimiento cambiábamos de posición: yo debajo y él encima, con mis piernas en sus hombros; así pudimos besarnos y acariciarnos. Parecíamos dos contorsionistas. De pronto sacó dos corbatas del cajón de la mesilla y amarró mis manos al cabecero de la cama. Quedé inmóvil, era más fuerte y empezó a chupar mis tetillas sin dejar de moverse, tan duro, tan rápido... Estábamos gozando de placer, acariciaba mi cara, su sudor caía en mi cuerpo, los gemidos nos dieron la pauta para corrernos al mismo tiempo.

Dejó caer su pecho sobre el mío. Quedamos extasiados. Al rato nos levantamos, me fui a la ducha y cuando salí me pidió mi número telefónico ya que algún día volvería a Madrid y deseaba repetir.

Hoy recibí su mensaje y estoy empalmado. Creo que tendré que conformarme con una buena paja porque quedar con él ya no será posible. Ahora mi situación es diferente: Ángel está en mi vida.

12 comentarios:

  1. tio olvidate de los niños pijos y dedicate a los venezolanos, joder como te lo montaste, si yo me encuentro un tio asi , atleta y con ese peazo de rabo no lo suelto no a jodidas. creo que ese pollon no se me va a olvidar nunca, y eso que no soy de negros ni mulatos, pero con esas proporciones me apunto a los caribeños ya mismo. claro que ¿donde los encuentro?

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  2. dónde está mi fallo porque a mí que me encantan los atletas y me encantan los que van con pantalones de licra que se les marca todo jamás he podido tener nada más que fantasías con ellospo no sé entoncesdónde está mi fallo porque a mí que me encantan los atletas y me encantan los que van con pantalones de licra que se les marca todo jamás he podido tener nada más que fantasías nunca realidades que lastima que no me pasé a mí también como dice el chico anterior algo así

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  3. Gracias por deleitarnos de nuevo con esa fina y elegante pornográfica literaria tan difícil de encontrar

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  4. EN TU VIDA ANGEL ESTA PORQUE QUIERES TU.PUDIERA NO ESTAR Y MEJOR SERIA. MALO ES QUE TU A LEONARDO ABANDONES. PIENSOME QUE ESTASTE PORTANDO MAL.

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  5. Respuestas
    1. Yo también tengo la picha grande pero solo me sirve para hacerme pajas a dos manos, las mías porque no ligo ni de milagro. Este Rafael tiene que ser guapo porque sino un mulatazo con esa pollota y atleta no se hubiera ido con él.

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    2. Pincha grande ¿donde te encuentro? Estoy caliente y me privan las pollas gigantes. Tengo el culo abierto como un plato sopero. Me metes primero el pollon y luego lo que quieras tengo de todo

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  6. Ha visto los hispanoamericanos son los hombres mas calientes en el mundo. Siempre soy contento con ellos pero no conoce a muchos. Si ha visto que son tenedores de mienbros muy grandes pero ellos no son muy mantenidos fuertes mucho tiempo siempre estan flojos pero grandes. Busco mas espanoles tambien son grandes mienbros no tanto como bresilenos o colombianos o venezuelanos pero son mas duros mas tiempo. Ahora en Madrid tengo un chico espanol conmigo. soy contento . Pero este capitulo es mucho caliente y no lo ensenare a el.

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  7. qué suerte ha tenido el chico del blog pillar un sudamericano buenísimo y que no le ha sacado ni un euro.

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  8. Hijo de puta no todos sudamericanos somos interesados. Muchos hemos llegado con necesidades tan básicas como no poder comer muchos días. Ningún dinero que nos habéis dado ha sido a cambio de nada. Hemos cubierto unas necesidades que los españoles no tenían cojones de aportar. Muchos habéis conocido la felicidad por cuatro birriosos euros. Por favor no alimentes leyendas negras que no siempre son reales

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    1. Aplaudo las palabras de este ultimo comunicante, soy español tengo muchos amigos latinos y la mayoria son gente estupenda. Es verdad que han tenido que sobrevivir como han podido, pero en cuanto se han valido por ellos supieron mejorar el tipo de trabajo y los listos lograron un regreso digno o lo están preparando con su vida alli medio resuelta. Nadie se escandaliza cuando un hombre mantiene a su mujer durante toda la vida, pero si se enteran de que una joven sudamericana vive con un español maduro, la condenan la llaman mantenida, aprovechada y todos el mundo lo ve mal. La doble moralidad dirigida. Ademas, no nos engañemos, a la hora de dar cariño y sensualidad, nadie como los sudamericanos, mucho tendriamos que aprender los españoles y ya no hablemos de los europeos, esos si que son frios e insensibles. Por mi parte siempre gritare: Gracias Sudamérica por enviar a vuestros vástagos a alegrar esta triste tierra de castellanos opacos.

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  9. Que putas somos las gays. Ángel follando con su novia y el Rafael regodeándose en sus recuerdos eróticos del pasado. Apuesto a que vuelve a quedar con el venezolano en cuanto pise Madrid que no están los tiempos como para desperdiciar pollones de ese calibre

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