70. Un gay adolescente

En contra de lo que planee por mi sensación de frustración, ni vi a Tino, ni estuve en ningún local de ambiente, ni ―y eso es lo que más me jode― estuve con Ángel. He pasado un fin de semana de lo más aséptico y lo curioso es que no he tenido la más mínima tentación en ningún momento; es como si el sexo hubiera desaparecido de mi cabeza. Cabeza que he tenido constantemente ocupada por tratar de adivinar qué estaría haciendo el niño en su estancia sevillana, ciudad a la que estoy cogiendo manía.

Las únicas actividades sociales que hice este fin de semana fue verme el viernes con Paquito y cenar el sábado con dos matrimonios heteros cuyos maridos han sido compañeros de Física y con los que tenía esta cena apalabrada desde hace la tira de tiempo.

Paquito está muy preocupado con unas manchas en la piel que a mí me parecen simplemente una mala digestión de algo que ha debido comer en mal estado, y cabreado por la presencia en Madrid del colombiano que seguro le va a empezar a sablear en cualquier momento. Me cuenta que ha venido de Barcelona hecho una mierda, gordo, feo y con aspecto desaliñado y sucio, algo que no me cuadra con su actual y ya confesada abiertamente profesión de chapero; con ese aspecto pocos clientes lo van a contratar por mucho que digan que hay gustos para todos. La limpieza y la buena presencia es obligatoria en ciertas ocupaciones.

Al fin le conté mi relación con Ángel, pero como está tan jodido ni siquiera me pidió que se lo presentase, y eso sí que me preocupa porque en situaciones normales estaría loco por conocerlo y ,si es posible, incluso quitármelo aunque solo sea para un polvo. Pero el hombre está bastante hundido aunque yo creo que es pura paranoia y en unos días se le irán las manchas.

La cena con los dos excompañeros de la universidad y sus mujeres resultó tan plana como son siempre estas cenas de medio compromiso. No tardé en averiguar su mantenido interés por cenar conmigo. Resulta que a pesar de no haberlo nunca hablado directamente, ellos saben que yo soy gay y, aunque conmigo jamás se habló de ese tema, entre ellos debo de ser su tema de conversación favorito. No tardó en surgir un asunto que uno de los matrimonios deseaba sacar: tienen un hijo de 14 años homosexual. Desde pequeño lo sospecharon pero ya no tienen ninguna duda; ha pasado de su afición por los juguetes de niña, de sus inseparables amiguitas, de su rara manía (para ser tan pequeño) de elegir siempre la ropa al comprarla y para ponérsela cada día, de su gran comunicación con su madre contrastando con la constante huída de su padre a su descubierta afición de esconder revistas de hombres bajo su colchón.

Su padre me comentaba que con 14 años aún era posible dar el salto hacia la «normalidad», pero con esos síntomas les aseguré que no alimentasen esa esperanza y que mejor se volcasen en el niño hablando con la mayor naturalidad de que fueran capaces, haciéndole ver que lo aceptaban como era y brindándole toda la ayuda que un adolescente contra corriente va a necesitar para sobrevivir en una sociedad que, en esas edades, es especialmente cruel con las minorías. Me daban pena los reproches que se hacían mutuamente el marido y la mujer tratando de hacer responsable al contrario de «la mala suerte» que habían tenido con «ese» hijo. Él la acusaba de superprotectora y ella de haber pasado del hijo desde el momento en que no prestaba la menor atención a las pelotas de fútbol que cada año le regalaba.

No sé qué era lo que esperaba de mí este matrimonio, pero yo les fui sincero, les avisé de que o amoldaban su cabeza a ver con normalidad la sexualidad de su hijo o poco favor le podían hacer. Bastante hostilidad se iba a encontrar el chico durante toda su juventud (confío en que cuando este niño se haga hombre, algo más haya avanzado la sociedad y todo sea más aceptado), como para tener que luchar también en su propia casa.

Me enseñaron una foto del crío y se le veía totalmente una muñeca con una cara de niña total, y viéndola surgió la frase más gilipollas de la velada a cargo del marido del otro matrimonio, quienes permanecían más callados, pero que estaban al tanto de todo:

―Yo cuando vi que el niño estaba saliendo tan guapo ya comencé a sospechar algo de todo esto.

Aún hay tipos tan absurdos que piensan que la gente se «hace gay» por ser guapa. ¿Cuál es mi lugar en este tópico? ¿Dónde fue que yo me equivoqué?