64. Una doble vida

Hoy quiero resaltar una aclaratoria conversación con el niño que mantuvimos ayer. Me llamó al mediodía para ver si nos reuníamos en la tarde para que lo acompañara al centro y lo ayudase a comprar un regalo de cumpleaños para... ¡su exnovia!

Cuando me lo dijo, no sabía qué pensar; o es muy incauto e inocente o es muy espabilado y quiere meterme a su zorrita de por medio como sea. Naturalmente le dije que sí; no tenía ninguna intención de perderme una tarde en su compañía y se darían mil excusas para hablar de la zorra y aclarar de paso algunas cosas.

Antes que nada tengo que describir un poco su vestimenta que de primeras me impactó: llevaba un niqui de rayas horizontales en azul y blanco muy ajustado y un pantalón totalmente blanco casi transparente, parecía un marinero sacado de la película Querelle de Fassbinder. Estaba exageradamente guapo, pero también exageradamente gay. No sé cómo en su casa no notan nada, pero esta tarde estaba bellísimo, tanto que hasta que me acostumbré, me daba corte ir a su lado, pues lo miraban todo tipo de personas con que nos cruzábamos. Lo malo es que viéndolo tan guapo no sienta que me vuelva loco sexualmente, al menos por ahora.

Le sugerí un libro como regalo muy socorrido para una «amiga», pero rápidamente me contestó como perdonándome la vida:
―Ya sabes que Isa no es una amiga al uso, es una persona especial para mí. El que ahora estemos distanciados sexualmente y nuestro rol sea diferente al de hace unos meses, no significa que nuestra historia haya desaparecido; siempre a sido buena y comprensiva conmigo.

Aproveché el momento para preguntarle:
―¿Isa sabe el nuevo rumbo que ha tomado tu vida?
―Sabe que hemos dejado de ser novios, pero no le he dicho que es para acostarme con tíos. Ella cree que es para darnos un paréntesis, porque yo me sentía agobiado por el recorte de libertad que supone estar comprometido tan pronto y, como mucho, puede pensar que se haya cruzado por mi vida alguna otra chica. Pero lo que sí sabe es que te conozco y que formas parte de mi nueva vida, pero como compañero de juergas o de viajes en busca de libertad.

En otro momento de la tarde hablando de nosotros tuve los cojones de preguntarle la cuestión típica:
―Y ¿nosotros qué somos, según tú?
―Pues somos una pareja de amantes que nos gustamos y nos apetece retozar cuando nos place o cuando podemos.
―¿Y eso te parece suficiente?
―¡Eso me parece cojonudo! Y además es lo habitual en el mundo gay, ¿o no?
―Podríamos aspirar a algo más. Los patrones los pone cada cual como quiere. Aquí no hay posturas tipo obligadas a seguir.

 Entonces me dijo algo, con cierta mala leche, en un tono que no me gustó:
―¿Qué te gustaría que fuéramos: una pareja tipo esposos con boda y todo?

La respuestá no podía ser otra que la negativa casi obligada que su tono me permitía.

Como ves, se confirma la perspectiva de una doble vida a la que o me amoldo o me revelo y dejo a mi precioso niño como una experiencia más de las frustradas en mi puta vida.

Un conjunto de anillo y pendientes con piedritas de brillantes fue el regalo escogido por Ángel para mi enemiga, horrible por todos los sentidos; primero, porque la joya a mí se me hizo excesiva, porque era un anillo pasable y unos pendientes feos, y porque tuve que hincar la rodilla en tierra una vez más humillándome ante la personalidad del niño y tragar con su vida que no me gusta y que me es demasiado ajena.

Por cierto, a ninguno de los dos se nos ocurrió hablar de tener sexo. Las compras y las conversaciones serias matan la libido de tal forma que ni recordando su peliculero aspecto me dieron ganas de pajearme de regreso en solitario a mi casa.

Así pues, el sábado el niño tiene noche de cumpleaños en Aravaca. Y no me fastidia tanto el que yo no esté invitado a esa fiesta, sino que se produzca en sí. Por más que quiero quitármela de la cabeza, más imagino lo bien que lo pasará el niño en su auténtico mundo lejos del que yo le ofrezco y que no le da ni muchas expectativas ni valentía como para tomar decisiones importantes que nos unan más.

Pero lo malo es que yo estoy en un mar de dudas y en vista de que Ángel tiene su plan lejos de mí, tengo ciertas tentaciones para ponerme un poco al día en el sexo que de verdad me gusta y estoy necesitando. Trato de justificarme pensando en que si no se entera, tampoco es un crimen; al no haber sentimientos de por medio, la cosa parece menos grave. Además, lo que teníamos que hacer es estar juntos y así no habría lugar para las tentaciones, y si no lo estamos, es por culpa de él y no mía.

Estoy muy despistado, un poco dolido con el niño por esa doble vida a la que no me llego a acostumbrar y bastante salido como para ser coherente con mis actos. Aún no sé qué hacer y lo llevo pensando desde el jueves y todo el tiempo que he estado despierto en la noche de hoy. La diferencia es que su doble vida es completa y la que yo pudiera llevar solo se limitaría al aspecto sexual que es donde ando más escaso. Aunque te aseguro que lo que de verdad me gustaría es llevar solo una vida pero los dos y juntitos, entonces me daría igual llevar una vida sexual menos acorde con mis gustos pero más complementada con sentimientos que es lo verdaderamente importante en este punto de mi vida.