48. Proyectando ilusiones

Hay algo de razón en eso de que traté a Ángel como si fuera mi pareja cuando le pregunté sibilinamente por lo que hizo tras las carreras, y sé que no tengo derecho para hacerlo, pero era más curiosidad que otra cosa, nada que ver con algo ni parecido a los celos. Es evidente que tenemos que hablar más de la rara amistad que se ha creado entre nosotros; a veces tengo la impresión de que está por mí, pero eso se me hace muy difícil de aceptar porque no sería nada lógico que un chaval que está en la flor de la vida y que para la gran mayoría es guapísimo, tuviera interés por un tipo de lo más corrientito como soy yo.

La mejor ocasión para hablar va a ser este fin de semana que nos vamos a ver. Está jodido porque no ha terminado un trabajo para la facultad pero como lo tiene que hacer en equipo con otra gente y esa gente se va de vacaciones, pues no lo queda más remedio que parar él también. Estuvimos hablando anoche por teléfono casi una hora. Me decía que a partir del viernes se queda solo en su casa; sus padres y hermana se van a pasar la semana a Sevilla, y que le gustaría enseñarme su cuarto y su colección de soldados de plomo. Lo malo es que hay dos asistentas que atienden la casa y una de ellas es fija, duerme y vive en la casa, que si no, me propondría «alguna indecencia». Esto lo dijo medio en broma como para no mosquearme, pero creo que me voy a lanzar a la piscina y lo voy a intentar; le quiero proponer que nos vayamos los tres días de vacaciones a un lugar a que él quiera, a un hotel y allí... pues ¡lo que surja! Si en la cama no funciona, pues ya se aclararán las cosas y si por casualidad funcionara ―que lo veo difícil―, pues no me importaría formar pareja con él, aunque el sistema tan liberal que a él le gusta pienso que no suele ser posible. Por mi parte no tendría ningún problema el no vernos todos los días; para mí es mejor para no empacharse. Ser fiel es aún más sencillo para mí porque con no ir ni a la sauna ni a los lugares de marcha sucia sería suficiente, ya que hace años que nadie ni me mira por la calle. Mucho más complicado lo tendría él que, sobre todo las adolescentes, se lo comen con la mirada y si con los gais pasa más desapercibido, es porque como tiene pinta de chulito hetero, los mariquitas pensarán que no tienen la mínima posibilidad o que como mucho es un chaperillo que está empezando la carrera.

Yo de momento tengo los pies en el suelo y no me hago muchas ilusiones. Una pareja entre Ángel y yo parece que tiene pocas posibilidades de triunfar. Existen demasiadas diferencias entre nosotros y muchos inconvenientes que sortear. Primero nuestros gustos sexuales creo que están en desconexión; me temo que los dos somos iguales de pasivos y a los dos nos encanta la misma parte viril del hombre. Nuestra clase social es un poco diferente; yo no me veo en su círculo de amistades tan pijas y tontas, y en mi ambiente él tampoco pega porque la gentuza que yo conozco enseguida se lo querría tirar: ya sabéis lo que ocurre en Chueca con la carne nueva y fresca. La diferencia de edad tampoco ayuda, aunque esto sea lo menos importante como lo demuestran otras relaciones, a pesar de que siempre mis mitos y héroes han sido mayores que yo.

Bueno, como veis sigo en mis dudas, en mis cavilaciones y la verdad es que este niño me está moviendo el asiento mucho más de lo que yo pensaba.