46. Sin etiquetas

En otra conversación le pregunté que si le gusta más tener pareja o dada su corta edad prefería ir como las mariposas de flor en flor, y tras un momento de indecisión me explicó que prefería tener pareja, pero que tenía que ser una pareja relajada, es decir, no vivir juntos todo el día, compartir casi todas las cosas pero viviendo cada uno en su casa, verse casi todos los días pero no necesariamente todos, y que cada uno tenga su propio mundo pero sin secretos. En una cosa sí me dijo que era tajante: debía ser una pareja totalmente fiel, pero con una fidelidad sustentada en la mutua confianza de manera que, llegado el caso, cada uno pudiera irse de juerga sana sin que hubiera celos de por medio.


Yo le expliqué que eso que pensaba no era más que una utopía, algo que en la realidad nunca se da; en nuestro ambiente la fidelidad no existe y mucho menos en las condiciones que a él le gusta. Supongamos que nos hacemos pareja como quiere; él se va de marcha y, como es guapo, pretendientes no le van a faltar y por mucho que él me quisiera, tipos más bellos que yo son casi todos, ¿creéis que en algún momento no caerá? Pues como todos en el mundo gay, lo sabemos, caería sin remisión. Lo que pasa es que en este mundo Ángel no tiene ni idea de cómo funcionan las cosas, tiene aún su cabeza marcados los parámetros de la sociedad heterosexual y sí, las mujeres que no son demasiado putas saben ser fieles, pero el hombre es incapaz, sea cual sea su orientación sexual y mucho menos en nuestro ambiente donde hacer sexo es siempre lo más sencillo.

Bueno, cambiando de tema... Ayer le pregunté a Ángel que si era activo o pasivo. Cuando ya se enteró de que no estaba hablando de su actitud en la vida sino en la cama, me contestó que él solo había penetrado a su novia y que la experiencia no fue demasiado satisfactoria, pero, claro, eso no quiere decir nada porque un gay penetrando a una mujer puede no ser siempre satisfactorio. También me dijo que él no consideraba importante el hecho de penetrar; dijo que entre dos personas que se quieren hay muchas formas de gozar del cuerpo del otro sin tener que llegar a esa práctica que en principio a Ángel le parece sucia y poco excitante. Visto desde su inexperiencia, me contaba que no le atraía para nada que alguien le invadiera su culo, pero que tampoco le producía ningún placer imaginarse tratando de meter su polla en un lugar tan sucio y feo como es el trasero de un señor.

Cuando le hablé de lo morboso que se puede llegar a ser en el sexo homosexual, me contestó que teniendo algo tan bonito e interesante como es el miembro viril de los hombres, no hacía falta hurgar en zonas que solo tienen una función fisiológica en el cuerpo humano. Alguien tiene que enseñar a este chico las grandes posibilidades del sexo gay y llevarlo a disfrutar los maravillosos placeres que entre dos hombres se pueden dar utilizando todo el cuerpo sin exclusiones.

Al final de la conversación sigo sin saber si el niño es activo o pasivo, ¿qué creéis?